«El viaje del pez oscuro», Gina Picart

Fascinante historia de amor y de muerte que se desarrolla en lugares místicos que van desde el cementerio de Colón hasta el solar de las Margaritas, célebre por su vinculación con Celia Cruz.  La inventiva del cubano por sobrevivir lo hace presa fácil de depredadores extranjeros dispuestos a todo para conseguir sus propósitos.

Novela inédita de Gina Picart, escritora, periodista e investigadora cubana que posee un imaginario entre el mito y la evocación; sus narraciones están precedidas por un arduo trabajo investigativo que abarca varias tradiciones culturales y religiones.

El viaje del pez oscuro no se aleja para nada de la cotidianeidad cubana. La inexplicable pérdida del órgano gigante de la catedral de La Habana, la muerte de los rosacruces, las leyendas referentes a Topes de Collantes y la existencia del solar de La Margarita, el culto secreto realizado en la casa de Miramar sobre elementos reales del ceremonial de la Golden Dawn u Orden de la Aurora Dorada.

El viaje es un arquetipo de la búsqueda; el pez es un símbolo que para los cristianos primitivos lo fue de pureza y representaba a Cristo, pero al ir acompañado del adjetivo oscuro, la naturaleza del símbolo se invierte por completo en perversidad.

Acerca de la publicación de este libro, la autora escribió:

«No cantes antes que nazcan los pollitos», dicen los mexicanos a quienes bailan de alegría antes de que la vida justifique su contento. Pero a veces las alegrías son tan grandes que es difícil no cantar, con o sin pollitos. Escribí esta novela en uno de los años más oscuros de mi vida y nunca supe qué hacer con el destino fatal que parecía perseguirla, y tampoco logré imaginarme jamás cómo sería su portada si algún día llegaba a publicarse, aunque siempre quise que llevara la imagen de este ángel, el único ángel andrógino que existe entre todas las joyas artísticas de la necrópolis habanera de Colón.

Ahora que ya el libro existe en papel y en una edición digital, respiro como el corredor de fondo que por fin llegó a la meta. La novela que creé con tanto dolor, y al mismo tiempo la que más me ha divertido escribir entre toda mi obra. La novela, donde hay una escena de banquete suculento, la escribí durante unos meses en los que yo no podía comer. En fin, una historia de paradojas increíbles. Algunos lugares como el solar de La Margarita, donde vivió Celia Cruz, el cementerio… existen todavía. Otras como el tétrico chalet de Santos Suárez con sus espeluznantes gárgolas de piedra repletas de misterios… ya son solo ruinas. Algunos personajes son reales, como La Bestia de la Conseguidera, alguien que fue muy importante en mi vida. Agradeceré para siempre a mi amiga Elizeh Godínes, escritora, poeta y editora, porque no protestó cuando le confesé que su casa, en un edificio viejo del Malecón, la he usado en dos ocasiones para darles hogar a dos de mis personajes favoritos y más trágicos: Renata en esta novela, y Alondra en La casa del alibi.

Un agradecimiento especialísimo para Dulce María Sotolongo quien, junto con mi otra editora, Gina Pérez Palmés, evaluaron esta novela en Letras cubanas y creyeron firmemente en su calidad. Desde entonces Dulce ha luchado por darla a conocer. También muy agradecida al señor Armando Nuviola por su diseño de la portada. Nunca confié en nadie para hacer las portadas de mis libros, pero esta supera a todas las que hice yo. Pocos se han fijado en la gran zona gótica de mi escritura. Él se ha percatado.

No tengo cómo pagarle a mi esposo Oscar Ferrer todo lo que me alimentó durante los meses que estuve escribiendo; cómo puso unas tablas a su venerado escritorio colonial para que yo pudiera sostener los brazos mientras tecleaba. A mi hija Cynthia, mi Sol de Oscuridad, que me apoyó con tanta abnegación, y a Benigno Delgado, quien descubrió a la verdadera Bestia de la Conseguidera, terminó transformándose en ella y aportó a la novela uno de sus mejores personajes.

Finalmente, GRACIAS INFINITAS a Teresita Aloys y Evelyn, historiadoras del Cementerio de Colón. A Teresita por descubrirme hace ya tantos años la estatua del ángel y contarme lo que sabía de ella, y a Evelyn porque muchos años después me ha enviado una colección de fotos tomadas por ella misma solo para complacer mi petición.

Y un guiño cómplice para mis vecinos del solar de La Margarita, quienes en su afanosa búsqueda de míticos tesoros sepultados por los esclavos, terminaron por descubrir un aljibe en el subsuelo de la ciudadela, que tan importante fue después para la secuencia que transcurre en ese muy pintoresco Rincón de Santos Suárez.

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