El totalitarismo moderno, el cubano en particular, puede ser considerado como un resultado del consenso estadio: en un escenario tumultuoso donde cien mil voces forman un manto de ruido sobre los congregados, surge el espectro de la unanimidad, infectando a demagogos y pensadores sociales. Se forja una voluntad general sonora: un referéndum de ruidos.
En este contexto, la tesis de Gabriel Tarde de que el estado social del ser humano es hipnótico o sonámbulo se justifica literalmente. El alboroto de la multitud en el estadio se conecta directamente con ella, ya que la impresión del espectáculo genera excitación mimética, de la excitación surgen gestos sonoros, y de su amplificación masiva en los oídos surge la conmoción, que casi equivale a una convicción.
Cuando Elias Canetti describió a la «masa como anillo«, no solo estaba caracterizando las condiciones visuales y arquitectónicas de un estadio, sino también la fascinación acústica que se cierne sobre ella desde la reunión. Al igual que los generales atenienses, los modernos directores del consenso comprenden el poder de la música para captar la atención.
Donde se reúnen todos los elementos que contribuyen a tal experiencia, no pueden faltar los medios de síntesis fonotópica. Si estos elementos están presentes, el evento está garantizado, la fusión entusiasta de la multitud.
Desde ese momento, se sabe verdaderamente lo que significa haber estado allí. Quien estuvo presente testificará que el evento proporcionó una especie de verdad. También se de-muestra cómo controlar estrictamente a la multitud dentro del contenedor del pueblo mediante rituales.
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Estaré presente el sábado 20, a partir de las 4 pm, en la tertulia Tinta Verde de la editorial Primigenios para presentar este libro, listo para discutir y compartir ideas con ustedes. ¡Espero verlos allí!
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