LA LÓGICA COMO INSTRUMENTO

Por Juan Carlos Recio

Si no te defines para ser respetado – ethos – porque no confías en tu propia credibilidad, es que no comprendes una de las categorías fundamentales de la lógica: solo puedes dar consejo cuando no has desarrollado un perfil crítico capaz de expresar un criterio propio. Lo esencial puede ser invisible porque lo que afirmas ya tuvo su fundamento y estudio en el pasado, cuando buscabas descubrir su ubicación en este lado del mundo. La jerarquía de tu pensamiento solo puede ofrecerse cuando distingues ante los demás aquello que ya tienes formulado y que no necesita ni rechazo ni aprobación; es un asunto de otro nivel.

No puedes explicar lo que ofreces en términos de formulaciones básicas, porque lo que alcanza la eudaimonía siempre está sostenido por la seguridad con la que tu carácter singular se apropia de un discurso que no es general, sino que abarca e infunde un logro infinito. Por tanto, no llegas a ninguna parte con consejos o generalidades, ya que detractores y seguidores de reglamentos desperdician gran parte de su energía aplicando lo que otros descubrieron siglos antes.

La autorrealización no es autoengaño; es la máxima expresión de tu creatividad, una identidad que ya contiene la práctica de su virtud. Si Dios no te ha dado una respuesta sobre lo que buscas o lo que no sabes que eres, significa que no hay un talento que puedas imponer. No se exige ni se impone lo que ni Dios ha considerado entregarte. Conjugar los bienes de la inteligencia y la búsqueda tiene su derecho adquirido como ejercicio de pensamiento, no mitigado por el cansancio de los demás. La razón por la cual lo lógico instruye tu permanencia es la importancia que ya dominas desde lo empírico. En ese campo en expansión, lo concreto sería obtener tu análisis a partir de la lógica del efecto sobre los demás, y el camino es el uso del ethos como solidez del pathos. Si no dominas ambos vehículos de la conciencia, no lograrás que tu logos sea creíble, aceptado e identificador del contenido con el que asumes la coherencia entre decir, pensar y hacer.

La credibilidad no se obtiene jamás como consecuencia de las afirmaciones de terceros. La estructura lógica de lo que expresas debe formularse desde lo que ya ha ocurrido en tu mente, porque no necesitas convencer, solo persuadir. La recepción automática de una respuesta sobre lo que ofreces no puede tomarse como garantía de que has sido comprendido. El pensamiento es la única estructura humana que no puede ser caricaturizada desde su presencia emocional o dialéctica; los imitadores de la moral, por ejemplo, solo logran oponerse desde una posición amanerada de la ética.

Como decía Nietzsche, preocuparse por un pensamiento colectivo sobre un bien común, como lo es tu estado natural de sapiencia, es perder una conexión lógica que te llevaría a la muerte cerebral como ser creativo. Si no tienes objeciones sobre la igualdad, incluso la del colectivo de correcciones que solo son objetos inservibles en tu camino, y no eres capaz de reivindicar tu aporte con un acto, una obra, una estética o su contenido, estarías despersonalizando la voz que se supone has construido para hacer, literalmente, lo que te da la gana.

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