Por Héctor A Rodríguez PhD.
Hace unos días escribí en estas páginas sobre la reubicación del pueblo druso en Gaza y el traslado de los palestinos a otros países, entre ellos Siria. Me equivoqué por unos metros: la reubicación de los palestinos será en Egipto, Jordania y otros países, según las noticias derivadas de las conversaciones entre el primer ministro israelí, el Sr. Netanyahu, y el presidente Trump, celebradas ayer en Washington.
Estados Unidos se compromete a limpiar todos los escombros y a reconstruir la Franja con una superestructura moderna y bella, que dará empleo a millones de israelitas y árabes honestos que se consagren a la verdadera razón de ser de Israel: la paz. Esa paz tan anhelada, pero siempre postergada por la obstinación palestina y su preferencia por vivir de la caridad mundial.
Sin embargo, la jugada maestra radica en que, estratégicamente, se abre la puerta a la construcción de un canal, cuyo posible nombre sería el canal de Eilat, la ciudad más septentrional de Israel, situada en el golfo de Áqaba.
¿Por qué no llamarlo el canal de Gaza, que desemboca en el mar Mediterráneo? Para no avivar el odio ni recordar una plaza históricamente conflictiva. Es mejor que los rencores se desvanezcan con el tiempo. En cambio, Eilat, que se abre al mar Rojo, es un puerto de mar por excelencia y merece ese nombre por su función natural.
La genialidad de Trump no consiste en haber realizado en 16 días la deportación de delincuentes anunciada, ni en haber cerrado el flujo de dinero para financiar óperas trans o bibliografía trans, ni en haber reducido el costo de la gasolina en apenas 15 centavos—lo que equivale a casi un centavo por día—, ni en haber liberado rehenes en Israel o en Estados Unidos, donde los detenidos del 6 de enero no fueron otra cosa que rehenes de los demócratas.
Afortunadamente, los demócratas siguen obsesionados con la política de cambio de género. Ahora deben elegir el 30% de sus líderes de un sexo distinto a hombre o mujer. ¿Qué les parece? Esto fortalece a los republicanos, pues han olvidado que Trump trabaja por America First, mientras ellos priorizan el cambio de género.
En política internacional, se ha hecho lo que él ha planteado y todos los implicados han seguido sus designios: México, Canadá, Colombia, Panamá, Venezuela, Centroamérica, etc. El respeto a Estados Unidos ya es una realidad. Pero la verdadera genialidad de su estrategia con Israel radica en el canal de Eilat.
¡Felicidades, presidente Trump!