Por Jacinto Pichón
Desde la siguiente perspectiva, se nos presenta una fascinante oportunidad para explorar en profundidad la obra más reciente de Alfredo Triff, titulada ¿Por qué el pueblo de Cuba (aún) apoya el castrismo?, publicada por Exxodus en 2023, la cual será presentada en la Feria del Libro de Miami el próximo domingo 19 de noviembre.
A lo largo de la historia, han surgido innumerables definiciones acerca de la esencia de la música. En ocasiones, se ha concebido como un concepto intrínseco a la temporalidad y la estructura; en otros momentos, se ha visualizado como una amalgama de orden meticuloso y arbitrariedad insondable. En algunos casos, se ha descrito como el punto de convergencia entre una forma estricta y una expresión personal libre. O, de manera más sencilla, como el choque entre el mundo de los números y la pasión.
Sin embargo, ninguna de estas definiciones parece ajustarse plenamente a la célebre afirmación de Thomas Mann en su novela Doktor Faustus. Inspirado por Kierkegaard, Mann llegó a la conclusión de que «la música es un territorio demoníaco». Esta afirmación, que ha perdurado como un mantra para los amantes de la música, resulta intrigante en diversos aspectos y perpetuamente exige una reflexión continua.
Cuando Mann publicó su obra en 1947, su intención iba más allá de iluminar los enigmas de la cultura, donde se decía que la musicalidad y la bestialidad se habían entrelazado de manera enigmática. También parecía intentar resaltar cómo, en la era moderna, la belleza en el arte podía transformarse en algo siniestro. Cómo la astucia del diablo podía transmutar las mejores fuerzas de una civilización elevada en sus contrapartes negativas.
Es en estas relaciones donde debemos centrarnos al considerar la afirmación de que la música es un territorio demoníaco. La naturaleza de este fenómeno demoníaco-musical se comprende mejor cuando se reconoce que, al convertirse en música, la relación sonora con el mundo evoca recuerdos profundos. En el caso de Triff, estos recuerdos se asemejan al estruendo y al bullicio que dejó el totalitarismo cubano en su alma.
El enfoque narrativo de Alfredo Triff es un enigma auténtico en su totalidad. Se sumerge en su labor de una manera única, como un músico que traduce el lenguaje de las notas al de las palabras. Es posible que Triff, al igual que Mann, encontrara en el terreno de lo demoníaco las características más siniestras del castrismo cubano.