Por Antonio Ramos Zúñiga
En honor a los hechos, dado que las emociones no son tan útiles cuando se trata de enfrentar a los demonios, no creo que el debate haya sido un empate, ni una victoria para nadie, ni tampoco una derrota. Sin embargo, Trump no ganó esta ronda, no se lució y permaneció demasiado estático frente a una mujer que desplegó una verborrea imponente, siempre a la ofensiva, y hábil en esquivar los golpes de su poderoso adversario. No es casualidad que haya sido fiscal, ni que sea una izquierdista radical con ilimitados recursos para la manipulación, lo cual prevaleció sobre la tibieza y convicciones de Trump. Además, tuvo que lidiar con moderadores hostiles, que ignoraron los deslices de Kamala. ABC, lo peor de lo peor en los medios estadounidenses, casi todos controlados por la izquierda, tendió una trampa en la que Trump cayó, aunque es preferible luchar que evitar los retos.
Aunque Kamala se destacó frente a un Trump desprevenido, eso no significa que sea capaz de brillar como estadista, líder moral, o mucho menos como una Juana de Arcos moderna. Esto, por supuesto, dicho desde el punto de vista de quienes queremos un país sin interferencias neocomunistas. Para la izquierda y el nuevo fascismo globalista, ella es la candidata perfecta, ahora convertida en estrella de un firmamento oscuro y decadente. En X, donde la batalla es constante, y en Facebook —o mejor dicho, Fakebook—, los mini pensantes, los autoproclamados demócratas y, por supuesto, los castristas no paran de cantar victoria y degradar a Trump. Creen que Kamala ya ha ganado las elecciones, apuestan hasta el alma a que Trump acabará en la guillotina. Lo desean, lo anhelan, están frenéticos y piden sangre. El editorial de El País fue un claro ejemplo de esa vulgaridad extrema al presentar los hechos.
Sin embargo, en la gran batalla de Twitter, ahora X, una persona que citaba a Newsweek dijo que «Trump lost battle, won war», es decir, perdió un asalto, pero no la guerra. En 2016, todo el mundo daba a Hillary como vencedora, pero perdió. Esto ha sucedido antes, y la gente no dejará de votar por su favorito, con defectos y todo. ¿Quién lo duda? Esperemos a noviembre…
En cuanto al debate en sí, aunque Kamala llevó la ofensiva narrativa, se dedicó a construirse como la autora de casi cuatro años de política impecable, según ella y su sonrisita… Nada más alejado de la verdad: mintió más de seis veces durante el debate. Estados Unidos, según lo que dice el pueblo, mis amigos, las familias, los pensadores y economistas imparciales, así como las tendencias objetivas de opinión y la escena migratoria y geopolítica, ha caído no solo en niveles de inflación y errores en política exterior, sino también en el mal gusto, el wokismo, una cultura de subdesarrollo y anomalías morales jamás vistas en las élites. La decadencia se refleja en la mediocridad de los medios, en el culto fanático a lo políticamente correcto, y en la creciente censura diaria. Lo peor se ve en la demagogia que manejan los políticos de la élite de izquierda y los republicanos vendidos que se ofrecen al nuevo fascismo globalista. El país está enfermo, y en eso Trump tiene razón. También se manifiesta en la división generada, un país partido en dos, para la satisfacción de Rusia y China. Nada de esto fue abordado en el debate. Los moderadores optaron por temas secundarios y triviales, en lugar de un debate real sobre la crisis.
La crisis en Estados Unidos, creada por el Partido Demócrata, no parece preocupar a los fabricantes de mundos felices. Los errores de Biden y Kamala pasan desapercibidos. Los cubanos que creemos en la verdadera libertad y en el fin del castrismo lo vemos con claridad. Si Kamala ganara las elecciones, los cubanos tendríamos otros 100 años de castrismo por delante. El actual gobierno de Estados Unidos está auxiliando al régimen castrista, y si Kamala gana, pasarán a la etapa final de negociación y el fin del embargo. Eso será el cambio: nuevas caras, militares con guayabera al mando y más esclavitud neocomunista. La mala suerte parece más fuerte que las sagradas intenciones de fraguar una patria libre y renovada. Pero tal vez Kamala no gane, y Trump nos escuche. Al menos podemos soñar con esa posibilidad y con el triunfo del espíritu. Quizás sea arar en el mar o en el río Almendares.
¡Saludos, compatriotas!
Viva Cuba libre.
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