Perú: Un crisol de religiosidad y multiculturalidad

Por Carlos Manuel Estefanía

La iglesia y la Identidad Peruana

El Día de la Bandera en Perú se celebra el 7 de junio para conmemorar la Batalla de Arica en 1880, donde figuras como Francisco Bolognesi y Alfonso Ugarte defendieron el Morro de Arica frente a las fuerzas chilenas durante la Guerra del Pacífico. Esta fecha no solo recuerda el sacrificio y el patriotismo de estos héroes, sino que también simboliza el compromiso nacional con la defensa de la soberanía y la identidad peruana. Lamentablemente es el signo de los conflictos y separaciones sembrador a partir de las sacrosantas independencias dentro de pueblos que ya habían hecho las paces, unificados, en un proceso de tres siglos, y con la participación indiscutible de los pueblos originarios,  por la religión Católica, una lengua franca: la castellana y la pertenencia a un mismo imperio, aquel que en su momento llegó a ser el mas poderoso, temido y envidiado del mundo occidental, el Español.

Desde una perspectiva crítica, el carácter nacionalista de esta celebración puede ser visto como una reafirmación de la identidad nacional peruana, destacando los valores de la valentía y la resistencia ante la adversidad. Sin embargo, históricamente, el enfoque antichileno de algunas conmemoraciones podría perpetuar tensiones históricas entre Perú y Chile, especialmente considerando el contexto de conflictos pasados como la Guerra del Pacífico.

Es importante señalar que, en la actualidad, muchos esfuerzos se centran en promover la reconciliación y la integración regional en América Latina. Mientras se honra la memoria de los héroes nacionales, también es crucial fomentar un entendimiento más amplio y pacífico entre países vecinos, basado en el respeto mutuo y la cooperación internacional.

En la reciente conmemoración del día de la Jura de la Bandera en Piura, el 7 de junio pasado, Mons. José Antonio Eguren Anselmi, arzobispo de Piura y Tumbes, reafirmó la importancia de la raíz católica en la identidad peruana, desafiando la noción de un Perú meramente «multicultural».

Durante su discurso, el Prelado destacó la simbología de la bandera nacional, enfocándose en el color blanco que ocupa un lugar central. «¿No nos indica esto que la identidad cultural del Perú tiene un sólido y profundo sustrato cristiano y católico?», cuestionó Eguren. Insistió en que la fe católica ha permeado la vida social y cultural del Perú durante más de cinco siglos, moldeando desde los valores hasta las manifestaciones culturales del pueblo peruano.

En respuesta a visiones que defienden una visión pluricultural del país, el arzobispo advirtió sobre los peligros del relativismo cultural, argumentando que tal enfoque podría fragmentar la unidad nacional. «El Perú estaría carente de cohesión y se sumiría en un relativismo absoluto, perdiendo así su identidad nacional», añadió.

Iglesia Católica Peruana: Defensa de la Democracia y Crítica a las Amenazas Institucionales

En un contundente pronunciamiento titulado «La autoridad es un servicio y una autoridad que no es servicio, es dictadura», la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS) y la Pastoral Social Nacional de la Iglesia Católica en Perú han lanzado una advertencia clara sobre el estado de la democracia en el país.

Según el diario La República, fechado el 12 de julio de 2024, los líderes eclesiásticos han declarado que ya no se puede considerar al Perú como un país democrático donde se respeta plenamente la dignidad de las personas. Este posicionamiento surge en medio de preocupaciones por lo que describen como «grandes sombras» que cubren a la nación peruana, impulsadas por intereses particulares que amenazan las instituciones democráticas y socavan los derechos humanos y la dignidad nacional.

El comunicado de la Iglesia Católica destaca varios puntos críticos. Critica la captura de algunos órganos constitucionales autónomos, los intentos de influenciar la Junta Nacional de Justicia y manipular los organismos electorales. Además, señala la aprobación de leyes que favorecen la amnistía de militares y policías involucrados en crímenes de lesa humanidad, así como normativas que promueven la economía ilegal y la deforestación en la Amazonía.

Los obispos también lamentan la falta de atención de la clase política hacia los problemas fundamentales del país, mencionando incidentes específicos como las desafortunadas declaraciones ministeriales sobre violaciones a niñas awajún, que fueron minimizadas como «prácticas culturales».

Sin embargo, el pronunciamiento no es solo crítico. Reconoce acciones positivas como la destitución de la fiscal de la Nación y sentencias contra militares en casos emblemáticos, destacando la independencia de algunos sectores del Ministerio Público y el Poder Judicial.

El mensaje final de la Iglesia hace un llamado urgente a la acción justa, citando al papa Francisco para enfatizar la necesidad de proteger la esperanza de las nuevas generaciones en un futuro mejor.

Este pronunciamiento no solo resalta la preocupación de la Iglesia Católica por el estado de la democracia en Perú, sino que también refleja su compromiso con la defensa de los principios democráticos y la dignidad humana frente a los desafíos actuales.

Por su parte la Conferencia Episcopal Peruana ha tomado distancia de algunos de los puntos de vista recientemente publicados, reafirmando su compromiso con una democracia plena y el respeto por la dignidad humana.

En un comunicado emitido el 12 de julio, la Presidencia de la Conferencia Episcopal enfatizó su apoyo a una cultura de legalidad, solidaridad social y bien común en el país.

«...La Presidencia de la Conferencia Episcopal Peruana toma distancia de la publicación aparecida en el Diario La República, edición de hoy, con el titular: Los Obispos se pronuncian: “Ya no podemos llamar al Perú un país democrático”. Debemos afirmar categóricamente que ese contenido no refleja el pensamiento de los Obispos. Rechazamos, además, el uso desfasado y anacrónico de las fotografías de personalidades que representan a la Iglesia…»

En resumen, mientras el debate sobre la identidad peruana continúa, las reflexiones del arzobispo Eguren subrayan la importancia de reconocer las raíces históricas y religiosas del Perú, al tiempo que invitan a una reflexión sobre cómo estas influencias se entrelazan con la diversidad cultural actual del país.

Raíces ancestrales

El Perú, nación con una historia milenaria y una geografía diversa, se caracteriza por una profunda religiosidad y una rica multiculturalidad. Esta dualidad, lejos de ser una contradicción, es la esencia que define a la nación peruana.

Antes de la llegada de los españoles, el Perú albergaba una fascinante diversidad de creencias y cosmovisiones. Las culturas prehispánicas adoraban a diversas deidades asociadas a la naturaleza, los animales y los ancestros. Entre las más importantes se encuentran la religión Inca, que veneraba al dios Sol Inti, y las religiones de las culturas Chimú, Paracas y Nazca, cada una con sus propios panteones y rituales.

La influencia europea

La colonización española en el siglo XVI marcó un punto de inflexión en la historia religiosa del Perú. La Iglesia Católica impuso el catolicismo como religión oficial, erradicando las religiones prehispánicas y convirtiendo forzosamente a la población indígena. Este proceso de evangelización fue complejo y conflictivo, generando resistencia por parte de los pueblos indígenas. Sin embargo, con el tiempo, el catolicismo se arraigó en la sociedad peruana, mezclándose con las tradiciones y creencias preexistentes, dando lugar a una religiosidad popular única y sincrética.

Un mosaico religioso actual

Si bien el catolicismo sigue siendo la religión mayoritaria en el Perú, en las últimas décadas hemos visto una diversificación religiosa significativa. Otras denominaciones cristianas, como el protestantismo y el evangelismo, han experimentado un crecimiento importante, al igual que las religiones afroperuanas. Esta pluralidad religiosa refleja los cambios sociales y culturales que ha experimentado el Perú en las últimas décadas, incluyendo la migración interna y externa, la globalización y la mayor apertura a nuevas ideas.

La Iglesia Católica: un actor social relevante

A lo largo de su historia, la Iglesia Católica ha jugado un papel importante en la sociedad peruana, no solo en el ámbito religioso, sino también en la educación, la salud, la asistencia social y la política, como hemos visto con la nota de actualidad con la que iniciamos este artículo. En la actualidad, la Iglesia Católica sigue siendo una institución influyente en el Perú, aunque su papel ha cambiado en comparación con el pasado. Enfrenta desafíos como la disminución del número de sacerdotes, la secularización de la sociedad y la competencia de otras religiones. Sin embargo, la Iglesia Católica también está adaptándose a los nuevos tiempos y buscando nuevas formas de conectar con la sociedad peruana, como a través de las redes sociales y su trabajo en áreas como la justicia social y la defensa de los derechos humanos.

Identidad peruana: entre la fe y la diversidad

La identidad peruana es compleja y multifacética, moldeada por diversos factores, incluyendo la historia, la cultura, la geografía y la religión. Si bien el catolicismo ha tenido una profunda influencia en la identidad peruana, no es el único factor que la define. A pesar de que el catolicismo sigue siendo la religión mayoritaria, la realidad del Perú actual es la de un país multirreligioso y multicultural, donde diversas creencias coexisten y enriquecen la sociedad.

Conclusión

El arzobispo Eguren argumentaba que la identidad cultural del Perú es inseparable del catolicismo, utilizando incluso los colores de la bandera nacional para sostener su punto. Este argumento, aunque evocador, ignora la complejidad y la riqueza de la identidad peruana. La cultura peruana no es monolítica, sino un mosaico vibrante de influencias indígenas, africanas, europeas y asiáticas, por no hablar de la presencia cada vez más poderosa de confesiones de origen protestante, algo que podrá no gustar mucho a los hispanoamericanitas pero que es ya un hecho sociológico a tomar en cuenta.

Cada una de estas influencias ha contribuido al Perú que conocemos hoy. Reconocer y celebrar la multiculturalidad, tanto en lo positivo como en lo negativo, del Perú es esencial para construir una sociedad más justa, inclusiva y respetuosa de la diversidad realmente existente, convirtiéndola de una amenaza, en una fortaleza que puede y debe ser abrazada y promovida.

El Perú se encuentra en un camino hacia un futuro donde la religiosidad y la multiculturalidad coexisten en armonía. La comprensión de la relación entre estos dos aspectos es fundamental para construir una nación más unida, próspera y respetuosa de las diferentes expresiones culturales y religiosas. Al abrazar la diversidad y promover el diálogo interreligioso, el Perú puede fortalecer su identidad y avanzar hacia un futuro más brillante.

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