Por Ñiquiñiqui Sato
En el Capítulo X, (a casi ¾ de novela, lo cual precisa leer un largo tramo), Lezama pone en boca del personaje Fronesis y Foción las expectativas de un duelo intelectual al estilo Stendhal contra la doctrina de la transvaloración de los valores de Nietzsche.
Una muy buena plática acontece de pronto con la intervención de Cemí en la conversación. Todos contra uno, uno contra todos. He aquí la desmesurada y desequilibrada lucha en la literatura actual.
«El mayor error de Nietzsche –sostiene Lezama en Paradiso – fue en materia religiosa, como ha demostrado Scheler, lo guiaba no la plenitud de su sentimiento, sino un resentimiento, dependiendo más de una acción, de una nueva creación de valores».
Me permito decir que es al revés. Claro, Lezama se refería al Anticristo, polémico texto donde Nietzsche atacaba al resentimiento del cristianismo como el mal instinto proveedor de nuestra decadencia y valores.
Y a continuación, párrafos después, Lezama peca de incorrección perfeccionista:
«Su vogelfrei, su fuera de ley, no era nunca su vogelón, su acto sexual, su acto en una palabra».
La procreación de la palabra –diría Nietzsche- no es en lo horizontal. A mi modo de ver, aquí se discute el núcleo duro de la novela Paradiso. Contra Dios ha muerto, el hombre es -según Paradiso– para la resurrección.
Entonces, a partir de aquí, la novela sigue el curso natural:
«Nietzsche creía –continuo Fronesis- que en el sufrimiento había una raíz de sumisión, por eso su desprecio a la compasión por todo lo que sufre».
¿Verdad o mentira? Puedo seguir comentando, pero me basta. Paradiso, la novela para sufridos, acongojados… Contra el espíritu fuerte y libre. La onto-teología de Paradiso no resiste el análisis de la onto-metafisica del ser hacia la muerte. Pero Paradiso es la mejor novela cubana de todos los tiempos.