¿Guevara en Conflicto con la Cúpula Cubana?

Por Carlos Manuel Estefanía

Introducción

El artículo de Martín López Ávalos, Geopolítica y revolución en África. Cuba en la mira global de la Guerra Fría, 1962-1965*, publicado en la Revista de la Red de Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea, examina el intervencionismo cubano en África durante un periodo crucial de la Guerra Fría y el conflicto chino-soviético. El material resulta interesante, sobre todo por el modo en que reconstruye la época a nivel global. Sin embargo, este análisis, aunque informativo, presenta una visión idealista que minimiza las verdaderas motivaciones y las consecuencias de las acciones de Fidel Castro y Ernesto «Che» Guevara. Es fundamental cuestionar no solo la efectividad de sus intervenciones, sino también los principios morales que supuestamente guiaban su política exterior.

Contexto Geopolítico y el Sueño Revolucionario

Tras el triunfo de la revolución cubana en 1959, Cuba buscó expandir su influencia más allá de América Latina, impulsada por el idealismo de Guevara y el pragmatismo de Castro. Según López Ávalos, esta expansión no solo pretendía apoyar movimientos de descolonización en el «Sur Global», sino también desafiar a Estados Unidos y el aislamiento diplomático que enfrentaba Cuba. Sin embargo, esta narrativa oculta la realidad de que, a pesar de su retórica antiimperialista, Cuba se alineó con intereses que, en última instancia, beneficiaban a potencias colonialistas como Francia, enfrascada en el proceso de neocolonizar sus posesiones africanas.

Es notable que, a pesar del apoyo cubano a la independencia de Argelia, la relación entre Cuba y la Francia de De Gaulle se mantuvo sólida. De Gaulle, lejos de ser un enemigo del régimen cubano, actuó como un protector en Europa, mientras Castro buscaba legitimar su gobierno a través de un juego decolonizador que, en efecto, sacrificó vidas cubanas en conflictos ajenos. Este doble discurso revela una falta de sinceridad en los ideales proclamados por Castro y Guevara, quienes parecían utilizar la lucha de liberación como una herramienta para consolidar su propio poder y prestigio internacional.

Otros objetivos del desgaste internacionalista del castrismo fueron las posesiones portuguesas e incluso países que llevaban más de un siglo de independencia, como los de América Latina, algunos de ellos con democracias bien establecidas, e incluso con gobiernos técnicamente de izquierda, como serían los de Venezuela o la propia Bolivia, convertida en la tumba de Guevara. Todo un rasgo de la incoherencia de esta estrategia que el régimen desarrollaba por cuenta propia, es decir, sin la aprobación de la Unión Soviética. Lo que sí hay que destacar es que nunca la emprendió con una posesión colonial o neocolonial de Inglaterra, y por el contrario, terminará alineándose con el imperio británico en las disputas territoriales entre la hermana Venezuela y la Guayana inglesa. Todo un hilo del que tirar para descubrir las inconsecuencias de la época.

Guevara y su Choque con la Realidad

Guevara, como uno de los principales arquitectos de la intervención africana, soñaba con replicar la experiencia guerrillera de la Sierra Maestra. Sin embargo, su enfoque fue profundamente ingenuo. Subestimó la falta de cohesión entre los grupos revolucionarios africanos y las diferencias culturales y políticas que existían. Su insistencia en una estrategia de insurrección armada no solo reveló su desconexión con el contexto africano, sino que también expuso su incapacidad para adaptarse y aprender de las circunstancias. Más que un revolucionario comprometido, Guevara se convirtió en un símbolo de un idealismo romántico que rara vez se ajustaba a la dura realidad del continente.

Tensiones con la URSS y Marginalización

El distanciamiento de Guevara de la élite cubana, especialmente del sector alineado con Moscú, también merece un escrutinio crítico. Durante su gira diplomática en 1964, cuestionó la subordinación económica que la URSS exigía a sus aliados. Aunque su postura de cooperación basada en principios de igualdad parece noble, en realidad, este enfoque ignoraba las complejas dinámicas de la política internacional y la dependencia que Cuba había cultivado con la Unión Soviética. Su crítica a la relación con Moscú no solo resultó imprudente, sino que también lo llevó a una confrontación con sectores que entendían las limitaciones de la revolución cubana en el contexto de la Guerra Fría.

La Misión en el Congo y el Fracaso

La misión de Guevara en el Congo en 1965 es un claro ejemplo de su idealismo mal dirigido. Intentó establecer un foco guerrillero, pero su esfuerzo fue frustrado por la falta de compromiso de los líderes locales y las divisiones internas. Este fracaso, considerado como un «exilio político», revela que su visión romántica de la revolución era incompatible con las realidades en el terreno. Mientras Castro se enfocaba en consolidar su poder y mantener relaciones pragmáticas con la URSS, Guevara se aferraba a un idealismo que lo llevó a un inevitable conflicto con la cúpula. Pero, en lugar de ser visto como un héroe marginado, Guevara debe ser reevaluado como un personaje cuya visión fue manipulada por Castro, lo que lo llevó a sacrificar vidas cubanas en una lucha que, en muchos sentidos, servía a intereses ajenos.

Conclusiones

La incursión de Guevara en África, presuntamente impulsada por el deseo de apoyar luchas de liberación nacional, revela serias contradicciones en la moralidad de Castro y del famoso Che. Su retórica antiimperialista se convierte en una fachada para encubrir un juego geopolítico que, en última instancia, comprometió la soberanía y la vida de muchos cubanos. A pesar del apoyo a la independencia de Argelia, las relaciones con la Francia de De Gaulle mostraron que la revolución cubana estaba más interesada en mantener alianzas estratégicas que en los verdaderos principios de autodeterminación y justicia social.

Hablar, como se suele hacer de conflictos del Che con sectores del régimen es desconocer su monolitismo. Si algún conflicto tuvo Guevara, fue con Fidel Castro, y de esto no se enteró hasta que fue dejado en la estacada. Tal fue su culto por el dictador que, aun después de muerto, se le ha podido instrumentalizar sin demasiados adornos para mantener impoluta la figura del hoy extinto dictador.

El fracaso de Guevara en África y su desastrosa aventura en Bolivia no sólo expusieron las tensiones internas dentro del liderazgo cubano, sino que también revelaron cómo tanto él como Castro estaban más interesados en la propaganda y en el control ideológico que en la verdadera liberación de los pueblos. Esta «revolución», que se presentaba como un modelo internacionalista, se desmoronó bajo el peso de su propia incoherencia y las ambiciones de sus líderes. En última instancia, la aventura africana de Guevara no solo puso de manifiesto su ambición, sino que también destacó las limitaciones de una revolución que, en su desde su arribo al poder, había comenzado a involucionar hacia un sistema totalitario, aunque aún persista de manera edulcorada en la propaganda, incluso entre ciertos intelectuales hasta cierto punto bien informados que, como López Ávalos, estudiosos cuyos escritos parecen obviar las realidades de una Cuba en crisis desde hace más de 60 años, incapaz de liberar a otros cuando ella misma era sometida como nunca en su historia lo había estado.


Nota:

*Geopolítica y revolución en África. Cuba en la mira global de la Guerra Fría, 1962-1965 | Revista de la Red Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea

 ”La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan”

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