Por Carlos Manuel Estefanía
La Secretaría de Educación Pública (SEP) ha introducido la denominada Nueva Escuela Mexicana, un nombre que, al menos a los cubanos, nos recuerda la retórica y las prácticas de la etapa más ortodoxa del castrismo, propagandizada en un clásico de la “Nueva Trova” cubana. Esta referencia no es casual: el presidente mexicano, Manuel López Obrador, es un gran admirador de aquel movimiento ideológico cultural. Para los cubanos, el término “Nueva Escuela” evoca aquellos centros de formación totalitaria que fueron las secundarias y preuniversitarios en el campo. Por desgracia para el pueblo mexicano, incluidos sus intelectuales más destacados, esta no es la connotación, y nadie se pone en guardia frente a lo que puede esconder la expresión.
Desde su sitio oficial, la SEP evita cualquier vinculación con la experiencia cubana, pero presenta esta nueva escuela con siete principios fundamentales que, en teoría, buscan formar una ciudadanía consciente y comprometida. Sin embargo, un análisis más profundo revela inconsistencias y desafíos que cuestionan la viabilidad y autenticidad de esta propuesta educativa. Analicemos críticamente cada una de sus propuestas:
Identidad con México: ¿Un Ideal Romántico?
Si bien nacida de los mitos fundacionales del Estado mexicano y, por tanto, sobre la base de varias falsedades inculcadas a los escolares desde la edad más temprana (pecado del que no escapa un solo país del continente), podría aceptarse que eso de promover lo que a estas alturas denominamos “la identidad nacional” y el aprecio por “la cultura y los valores mexicanos” es una intención noble. Sin embargo, en la práctica, y a partir de la independencia, la educación en México ha luchado históricamente más por la inclusión de la diversidad cultural y lingüística de los pueblos originarios en la formación de un ciudadano común, que por la detención del proceso integrador iniciado bajo el Virreinato de Nueva España, aunque ralentizado con el arribo de los Borbones y la importación desde Francia del despotismo mal llamado “ilustrado”. Lo cierto es que el desguace del imperio no solo mantuvo, sino que, a veces, profundizó las barreras etnolingüísticas, algo que se ha exacerbado en las últimas décadas bajo la égida de esa ideología de importación que es el indigenismo. A esto podría sumarse la crítica que se hace desde esa misma doctrina disolvente al sistema educativo, una vez dispuesto a la tarea de fomentar los regionalismos (como en el resto del mundo de habla hispana, incluida su parte europea) sobre la falta de recursos, materiales educativos pertinentes y formación docente específica, lo que ha impedido una verdadera inclusión de estas culturas en el currículo escolar. Así, este principio parece más un ideal romántico que una realidad alcanzable con las políticas y recursos actuales.
Responsabilidad Ciudadana y Social: Entre la Teoría y la Práctica
La responsabilidad ciudadana y social es crucial para cualquier sociedad democrática. Sin embargo, inculcar valores como la justicia, igualdad y participación democrática va más allá de simples declaraciones en documentos oficiales. La corrupción, la desigualdad económica y social, y la falta de participación ciudadana efectiva en México son problemas profundos que requieren más que palabras. La educación cívica debe ser vivencial y contextualizada, pero el sistema educativo actual carece de las herramientas y el apoyo necesarios para hacer de estos valores una realidad cotidiana para los estudiantes.
Honestidad: Un Principio Difícil de Implementar
La honestidad es fundamental para construir confianza en cualquier sociedad. No obstante, enseñar y practicar la honestidad en un contexto donde la corrupción y la falta de transparencia son endémicas es un desafío significativo. La brecha entre lo que se predica y lo que se practica en muchas esferas de la vida pública y privada en México puede hacer que este principio suene vacío o incluso hipócrita para los estudiantes. La situación se complica bajo un gobierno que ha propuesto enfrentar la criminalidad con abrazos en lugar de balazos.
Participación en la Transformación de la Sociedad: ¿Utopía o Realidad?
La participación en la transformación de la sociedad es un llamado a la acción colectiva y al compromiso social. Sin embargo, este principio se enfrenta a una apatía generalizada y a una cultura de individualismo perpetuada por años de desilusión política y social. La escuela tiene el potencial de ser un agente de cambio, pero necesita un apoyo integral y consistente para motivar a los jóvenes a involucrarse activamente en la sociedad. Sin un cambio estructural y un apoyo real del gobierno y la sociedad, este principio puede quedarse en meras palabras. Por otro lado, lo importante es definir hacia dónde va el cambio, no sea que bajo terminología revolucionaria se inicie un proceso involucionario como el que ha tenido esa Cuba que tanto defiende López Obrador.
Respeto de la Dignidad Humana: Un Desafío Permanente
El respeto de la dignidad humana y la promoción de los derechos humanos son metas loables. Sin embargo, la realidad en México muestra una constante violación de estos derechos, con casos de discriminación, violencia y abuso de poder que afectan especialmente a los grupos más vulnerables. La educación en derechos humanos debe ser transversal y efectiva, algo que actualmente está lejos de ser alcanzado en muchas escuelas del país, y que se alejará aún más mientras no se condene por parte del estado mexicano la violación de esos mismos derechos bajo regímenes aliados como los de Cuba, Venezuela o Nicaragua.
Interculturalidad: Más Allá de la Retórica
La interculturalidad promueve el diálogo y la comprensión entre culturas diversas. Sin embargo, la falta de preparación y sensibilización de muchos educadores, así como la insuficiencia de materiales didácticos adecuados, hacen que este principio sea difícil de implementar. Además, persisten prejuicios y estereotipos que deben ser abordados de manera integral para que la interculturalidad sea algo más que una aspiración retórica.
Cultura de la Paz: Un Camino Lleno de Obstáculos
Finalmente, la cultura de la paz implica promover el diálogo y la resolución no violenta de conflictos. En un país con altos índices de violencia y criminalidad, fomentar una cultura de paz es vital pero extremadamente difícil. Las escuelas pueden ser espacios seguros y promotores de la paz, pero necesitan el apoyo de políticas públicas coherentes y una inversión significativa en programas de prevención y resolución de conflictos.
La presentación de los principios de la Nueva Escuela Mexicana de la SEP, aunque bien intencionada, se enfrenta a una serie de desafíos estructurales y contextuales que cuestionan su viabilidad y efectividad. Para que estos principios no se queden en meras declaraciones de buenas intenciones, se requiere un compromiso real y sostenido de todos los sectores de la sociedad, incluyendo un apoyo robusto del gobierno, una formación docente adecuada y recursos suficientes para transformar verdaderamente la educación en México. Sin estos elementos, la Nueva Escuela Mexicana corre el riesgo de ser una promesa más en el largo historial de reformas educativas incompletas.
Siguiendo Claramente los Pasos Cubanos
Lo más preocupante no es lo que se promulga como fundamento doctrinal de este aparato burocrático con el que el régimen de López Obrador intenta reformar el sistema educativo. Lo alarmante para los mexicanos son las medidas concretas que, desde la misma institución, comienzan a tomarse y que recuerdan el caso funesto de Cuba, concretamente en lo que se refiere a la enseñanza de las ciencias filosóficas en los niveles preuniversitarios. Este saber, eliminado por decreto de los institutos y sustituido por un remedo de marxismo, en poco o nada contribuyó a la formación del necesario pensamiento crítico que necesita un ciudadano en una sociedad democrática, incluida esa que pomposamente se hacía llamar socialista, como la cubana.
Eliminar la Filosofía: Un Retroceso Educativo
La reciente reestructuración del modelo curricular de educación media superior en México, impulsada por la Nueva Escuela Mexicana (NEM), ha suscitado un intenso debate y preocupación entre la comunidad académica y filosófica del país. Adentrémonos en las críticas y el impacto de la eliminación de asignaturas fundamentales como la filosofía, la lógica, la ética y la estética en el bachillerato mexicano, y en la importancia de estas disciplinas en la formación integral de los jóvenes.
Más de 70 profesores e investigadores de diversas disciplinas han alzado la voz en contra de la eliminación de asignaturas filosóficas en el nuevo modelo curricular común de la educación media superior. En una carta abierta dirigida al subsecretario de Educación Media Superior, Carlos Ramírez Sámano, denuncian que las materias de filosofía, estética, ética y lógica han sido sustituidas por progresiones de aprendizajes en el área de humanidades, las cuales carecen de una lógica pedagógica y didáctica coherente.
El profesor Adrián Arrieta, del Instituto Cultural y Educativo Coapa, señala que en las Jornadas de Diálogo “Las humanidades y la NEM en Bachillerato”, celebradas en mayo pasado, se identificaron problemas graves de integración y estructura en la nueva asignatura de humanidades. Esta asignatura pretende aglomerar todas las disciplinas mencionadas, pero su falta de coherencia y estructura pedagógica adecuada ha sido uno de los principales puntos de crítica.
La misiva, respaldada por destacados académicos como Gabriel Vargas Lozano y Elena María Mejía, directora de la Facultad de Filosofía de la UNAM, resalta la necesidad de que las autoridades de la Secretaría de Educación Pública (SEP) reconsideren el nuevo modelo. Enfatiza la importancia de mantener una coherencia pedagógica y didáctica, y subraya que muchos docentes que actualmente imparten contenidos de humanidades no cuentan con una formación filosófica adecuada, lo que demanda un programa serio de capacitación.
Durante el Coloquio «Las Humanidades y la Nueva Escuela Mexicana en Bachillerato: diálogos», realizado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, la comunidad filosófica manifestó su inconformidad con la eliminación de asignaturas filosóficas en el bachillerato. A pesar de la apertura al diálogo mostrada por el subsecretario Carlos Ramírez Sámano, los académicos argumentan que los documentos oficiales de la NEM carecen de una definición clara de ‘humanidades’ y ‘humanismo’, y no abordan la complejidad de estos conceptos de manera adecuada.
La comunidad filosófica también critica la contratación de profesionales de diversas áreas (psicólogos, sociólogos, antropólogos, entre otros) para impartir humanidades, señalando que estos perfiles no garantizan la calidad académica requerida para enseñar filosofía en el nivel de bachillerato. Esto no solo afecta la educación de los estudiantes, sino también a los futuros docentes de filosofía, quienes ven reducido su campo laboral central.
La Necesidad de la Filosofía en la Educación Moderna
Gabriel Vargas, fundador del Observatorio Filosófico de México, subraya la importancia de la filosofía en la formación de los jóvenes, especialmente en un mundo donde los avances tecnológicos y la inteligencia artificial plantean nuevos desafíos éticos. La filosofía, junto con la ética, juega un papel crucial en la construcción de un pensamiento crítico y en la preparación de los estudiantes para enfrentar los problemas contemporáneos. Su eliminación del currículo es vista como un grave error que impactará negativamente en la educación integral de los estudiantes mexicanos.
Conclusión
La eliminación de asignaturas filosóficas en el bachillerato mexicano es una decisión que ha generado una fuerte oposición y preocupación entre académicos y docentes. La falta de coherencia pedagógica en la nueva asignatura de humanidades, la necesidad de una adecuada capacitación docente y la importancia de la filosofía en la formación crítica de los estudiantes son argumentos contundentes que deberían llevar a las autoridades educativas a reconsiderar esta reforma. En un contexto global que exige cada vez más una educación integral y crítica, la filosofía y las humanidades no pueden ser relegadas a un segundo plano.
Si bien es meritorio que desde la sociedad civil mexicana aún se pueda cuestionar lo que se hace desde el gobierno contra la filosofía, resulta lamentable que el debate se desvíe, sin que nadie acabe de ponerle el cascabel al gato. Aquí, el problema no es el desconocimiento de la importancia de la filosofía frente a los nuevos retos, como pueden ser el uso de la inteligencia artificial. Es precisamente por el reconocimiento que, indirectamente, le da el gobierno mexicano al poder del pensamiento filosófico como un arma en manos de la población, un arma que comienza a ser arrebatada, siguiendo el ejemplo del gran mentor de Manuel López Obrador, el régimen cubano. Es aquí donde se demuestra que aquella promesa de formar una ciudadanía consciente y comprometida es solo un cuento de camino de la llamada Nueva Escuela Mexicana.