Por Héctor A. Rodríguez, PhD
La estampida del dictador sirio abre las puertas a un proceso de paz para el Medio Oriente, el cual podría alcanzarse gracias a la iniciativa de los drusos de Siria, bien gestionada por Israel y respaldada por la comunidad internacional, con la participación de la Liga Árabe, la ONU, la UE y potencias mundiales como Estados Unidos, bajo el liderazgo de Donald Trump.
Las Alturas del Golán son una meseta estratégica que Israel ocupó a Siria durante la Guerra de los Seis Días en 1967, antes de anexarla formalmente en 1981. Durante el primer gobierno de Trump, Estados Unidos reconoció ese territorio como parte de Israel. El paisaje montañoso, que se extiende por unos 1.300 kilómetros cuadrados (500 millas cuadradas), también limita con Jordania y el Líbano. La capital de Siria, Damasco, es visible desde lo alto del rocoso Golán. La región ocupada por Israel está separada de Siria por una zona de amortiguación bajo supervisión de las Naciones Unidas.
Según el derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, los Altos del Golán se consideran territorio ocupado, por lo que Siria continúa exigiendo su devolución. Sin embargo, Israel considera que controlar la región es clave para su seguridad nacional frente a las amenazas de Siria y de los grupos iraníes presentes en el área.
Recientemente, Hezbollah mató a dos personas en la región, lo que llevó al jefe del Consejo Regional del Golán de Israel a exigir represalias «con fuerza». Hezbollah había afirmado que disparó decenas de cohetes Katyusha como respuesta a un supuesto ataque israelí en Siria, que en realidad destruyó almacenes de armas sirias de origen iraní utilizados por Hezbollah.
Los drusos son una secta árabe de aproximadamente un millón de personas que viven principalmente en Siria, Líbano e Israel. Originarios de Egipto en el siglo XI, practican una rama del islam que no permite conversos ni matrimonios mixtos.
En los Altos del Golán residen más de 20.000 drusos. La mayoría se identifican como sirios y rechazaron la ciudadanía israelí cuando Israel ocupó la región en 1967. A quienes se negaron se les otorgaron tarjetas de residencia israelíes, pero no se les considera ciudadanos israelíes. Los drusos comparten el Golán con unos 25.000 israelíes judíos distribuidos en más de 30 asentamientos.
A diferencia de otras comunidades minoritarias en Israel, los drusos suelen ser profundamente patrióticos. Desde 1957, los hombres mayores de 18 años son reclutados por las Fuerzas de Defensa de Israel, ascendiendo con frecuencia a altos rangos en el ejército, la policía y otras fuerzas de seguridad.
No obstante, los drusos sirios del Golán han enfrentado políticas discriminatorias, particularmente en la asignación de tierras y recursos hídricos. Aunque ha habido un incremento en las solicitudes de ciudadanía israelí, las cifras siguen siendo bajas: de 75 personas en 2017 a 239 en 2021.
Este escenario deja abierta una opción: la petición drusa de unir el territorio que ocupan en Siria —con una población de más de medio millón— a las reglas y el gobierno de Israel. Geográficamente, es viable, pues las regiones drusas y cristianas al sur de Siria colindan con el noreste israelí.
Un acuerdo entre las partes podría abrir la puerta a una paz duradera en el Medio Oriente. Israel podría negociar la reubicación de parte de la población drusa en Gaza, permitiendo una convivencia pacífica entre árabes y palestinos, regida por los mismos principios que sostienen a la sociedad judía. Esto eliminaría, de una vez por todas, la amenaza de un nuevo Hamas en la Franja de Gaza.
De materializarse, este plan podría establecer un Estado Palestino offshore, fuera de las fronteras tradicionales de Israel, ubicado en zonas drusas del sur de Siria y el noreste israelí. La comunidad internacional tendría la tarea de construir ciudades, industrias y empleos para los nuevos habitantes palestinos y árabes, estableciendo así una sociedad productiva y autosuficiente.
Los palestinos, alejados de la dependencia de las remesas, podrían desarrollar un Estado propio, ahorrándole al mundo la carga económica que suponen actualmente. Israel, por su parte, se fortalecería, al eliminarse la amenaza iraní y al consolidarse fronteras seguras y estables.
Además, países vecinos como Egipto, Líbano y Jordania se beneficiarían con la integración de la mano de obra calificada drusa, capaz de aportar significativamente a sus industrias.
En definitiva, toda la región ganaría. Si los amantes de la paz aceptan esta propuesta drusa, se abriría un camino hacia una convivencia real y duradera entre árabes y judíos. Como reconocimiento, el pueblo druso podría ser merecedor del Premio Nobel de la Paz por su contribución histórica a la estabilidad del Medio Oriente.
Referencias:
- Wikipedia en español
- Zeena Saifi, CNN en Majdal Shams
- DW Español TV/Video
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