NOTAS AL MARGEN: EL AMOR OCULTO DE… ¿LA AVELLANEDA?

Por Waldo González López

La novela del recién fallecido escritor Armando de Armas Avellaneda al atardecer. Historia del amor oculto, publicada por Ediciones Éxodus solo meses atrás, confirma al prolífico narrador, ensayista y periodista entre los más importantes autores cubanos contemporáneos, como justamente informaInternet.

Aunque original es un término de dudosa credibilidad, en este caso se justifica su empleo, pues el tema y el abordaje de la historia que narra el talentoso autor con visos y proyección novedosos, en consecuencia, ganan la atención del comentarista.

Harto conocida es, entre los cubanos, la figura de la poetisa ―que no poeta― Gertrudis Gómez de Avellaneda, cuya obra se incluía en los planes de estudio preuniversitarios, como era al menos mencionada por los lectores, antes numerosos y hoy ya raros, pues la dura vida cubana desde tiempo atrás suspendería las recordadas ediciones tan gustadas.     

Fue, además, prolífica dramaturga narradora y primera en escribir una novela antiesclavista: Sab, por lo que descollaría no solo en la entonces «Llave de las Américas», sino en la colonial España, donde, a pesar de su destaque como escritora (o por ello mismo) sería rechazado su ingreso en la Academia de la Lengua con el veto de la inmensa mayoría de miembros, hecho criticado por la asimismo denegada y reconocida narradora gallega Emilia Pardo Bazán.

LA HISTORIA

La novela ―que se vale de hechos reales como ficcionales de la vida de “La Tula”― abarca seis meses de la década de 1860, etapa en la que la primera dama de la marina ciudad de Cienfuegos, descollara en este ámbito provinciano donde se desarrolla la trama de esta suerte de testimonio literario y social que atrae el interés de todos.

Como en España, devendría centro de atención de la pacata sociedad cienfueguera, pues su vida no transcurre con tranquilidad, sino que, inmersa en un insólito triángulo amoroso con su esposo, el coronel Domingo Verdugo y la bella criada y amante de “La Peregrina”: la mulata Camila, es convertida en objetivo de los independistas, y enfrenta el peligro de muerte.

Todo y muchos otros episodios conforman la audaz trama histórica y romántica que, con violencia y erotismo, no da respiro al lector, por sus inevitables giros que enriquecen la muy movida historia, que se adentra en la siempre oculta masonería, el culto a las reliquias y las misteriosas relaciones entre vivos y muertos, tópicos que la ubican entre las más atrayentes de la narrativa cubana contemporánea, cuando no pocos autores repiten fórmulas gastadas.

OTROS MÉRITOS

Entre otras cualidades de la lectura de Avellaneda al atardecer… ―a pesar de los posibles lectores ¿temerosos? de las 299 páginas en las que, sin embargo, nunca decae el interés―, figuran, en primer lugar, la que considero una característica típica de la aguda prosa del autor: la ironía, como asimismo la riqueza semántica, corroborada en las múltiples lecturas de autores que engrandecen su discurso, tales los constantes juegos de palabras y, sobre todo, los personajes reales como los ficcionales contemporáneos o no, elementos todos que llevan a buen puerto esta historia de alta valía.

Justamente, si mantiene el interés la lectura, es porque De Armas gana el reto con los constantes cambios e intercambios de ámbitos, situaciones y personajes que ofrecen amenidad a su atractiva historia, por cierto, acaso la primera novela en abordar el tema en la narrativa cubana de las dos orillas.

No creo exagerado afirmar que, muy cercana a su novela-río La Tabla ―también publicada por Ediciones Éxodus―, en esta singular narración, Armando de Armas revela su estudio e influjo de Ulysses, el clásico de James Joyce que cambiaría el rumbo de la prosa creadora en lengua inglesa y la que sentenciaría el crítico Edmund Wilson:

«Desde que leí Ulises, la calidad de los demás novelistas me parece insoportablemente floja y descuidada». 

Por su parte, el narrador y ensayista Umberto Eco, afirmaría que lo que hizo Joyce fue «darnos la imagen de un mundo en que acontecimientos múltiples (y está en el libro la suma de las referencia culturales, Homero, la teosofía, la teología, la antropología, el hermetismo, Irlanda, la liturgia católica, la cábala, los recuerdos de la escolástica, los acontecimientos cotidianos, los procesos psíquicos, los gestos, las ilusiones sabáticas, los vínculos de parentesco y de elección, los procesos fisiológicos, olores y sabores, ruidos y apariciones) chocan y se componen, se remiten el uno al otro y se rechazan, como en una distribución estadística de acontecimientos subatómicos, donde el lector puede dibujar perspectivas múltiples sobre la obra-universo».​

Ángel Velázquez Callejas, editor de la novela y cercano amigo del autor, muy bien la define en la nota de contracubierta en apenas una línea, al precisar: «Es una obra que trasciende el tiempo, entrelazando realidad, espiritualidad e historia».

Por fin, sugiero la lectura de esta insólita novela que cautiva desde las primeras páginas. Estoy seguro que me agradecerá el consejo.

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