Por Carlos Manuel Estefanía
“Días después de darse a conocer la orden ejecutiva del presidente Donald Trump de suspender la ayuda financiera de Estados Unidos a organizaciones extranjeras, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, acusó a periodistas y medios de noticias que se han beneficiado de esa ayuda de ser parte de “una operación mundial de lavado de dinero” y de impulsar una agenda globalista.”
Fragmento de un artículo* aparecido en LatAm Journalism Review
escrito por César López Linares.
LatAm Journalism Review se presenta como una revista digital trilingüe publicada por el Centro Knight para el Periodismo en las Américas en el Moody College de Comunicación de la Universidad de Texas en Austin. El Centro Knight, creado en 2002 por el profesor Rosental Calmon Alves, ha trabajado para capacitar y fortalecer el periodismo en América Latina y el Caribe, expandiendo su alcance a nivel global mediante cursos masivos en línea y conferencias.
El Centro defiende la importancia del periodismo libre e independiente como un pilar fundamental de la democracia, una afirmación con la que muchos estamos de acuerdo. Sin embargo, resulta problemático cuando ciertos medios equiparan regímenes abiertamente represivos, como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela, con gobiernos democráticos simplemente porque estos últimos desafían a una prensa que en ocasiones se alinea con intereses políticos y económicos específicos. Tal es el caso del gobierno de Nayib Bukele en El Salvador, que ha sido señalado injustamente como una amenaza a la libertad de prensa, pese a que su administración ha logrado desmantelar el control de pandillas criminales que por años aterrorizaron a la población sin apelar a la censura de los medios de comunicación los cuales incluso visitan las cárceles donde son guardados en masas los criminales que hasta el otro día aterrorizaban a la población.
Un artículo tendencioso de LatAm Journalism Review
Un claro ejemplo de este sesgo es el artículo «Periodistas explican por qué líderes autoritarios se equivocan al decir que el periodismo financiado por USAID no es independiente«, publicado por LatAm Journalism Review y escrito por César López Linares. En él se aborda la financiación internacional de medios de comunicación y las acusaciones de injerencia extranjera por parte de varios gobiernos latinoamericanos, incluyendo el de Bukele. La pieza defiende el financiamiento externo de medios independientes y critica a los líderes que lo cuestionan.
El artículo mete en un mismo saco diferente situaciones, lo hace presenta testimonios de periodistas y expertos en libertad de prensa de diferentes países que argumentan que recibir fondos de USAID u otras agencias internacionales no compromete la independencia editorial de los medios beneficiarios. Entre otras voces el columnista apela a la de José Nieves, director del medio digital cubano El Toque, quien declara lo siguiente en referencia a la presunta falta de independencia de los medios financiados por otros países: “Es una narrativa tramposa porque supone que el financiamiento norteamericano es el que condiciona la agenda y eso es una falacia”.
Es bueno aclarar que es El Toque . Se trata de una plataforma multimedia independiente fundada en 2014 como un proyecto del departamento latinoamericano de la organización no gubernamental holandesa RNW Media (antigua Radio Nederland Wereldomroep). Después de que RNW Media cesó su presencia en América Latina en 2017, sus participantes crearon la Fundación Colectivo Más Voces para financiarlo. La sede está registrada en Polonia. Esto se debe a que no fue posible obtener personalidad jurídica en Cuba, por lo que se optó por registrar la fundación en Polonia para poder operar legalmente. La Fundación financia a El Toque a través de subvenciones internacionales, convenios con medios internacionales y servicios profesionales de su agencia comercial, CATAO. El equipo de El Toque asegura opera en nueve países, incluyendo Cuba, Estados Unidos, España y varios países de América Latina. Sin embargo, su redacción, – a diferencia, por ejemplo, de una plataforma disidente como 14 y medio, periódico digital creado en La Habana el 21 de mayo de 2014, por la bloguera Yoani Sánchez y el periodista Reinaldo Escobar-, no parece estar en Cuba, operando principalmente desde el exterior de la isla. Aunque su contenido está dirigido a la audiencia cubana. Como El Toque está bloqueado dentro de Cuba, la plataforma ha desarrollado aplicaciones móviles para que su contenido pueda ser accedido sin censura por su audiencia, que principalmente se encuentra fuera de la isla. Esta situación externalidad podría dificultar su posición en la agudizada competencia por los subsidios que ahora defiende en sus declaraciones para LatAm Journalism Review.
Si Bukele ya no es comunista, que lo saquen de la lista
Ciertamente, en los orígenes de su actividad política, Nayib Bukele estuvo vinculado al movimiento de inspiración castrista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Sin embargo, hay que reconocer en Bukele a una de las figuras más disruptivas de la política salvadoreña en las últimas décadas. Su ascenso al poder estuvo marcado por la ruptura con la organización procubana, un enfrentamiento con la prensa tradicional alineada con el bipartidismo y la lucha contra el pandillerismo, entronizado tras la guerra civil auspiciada desde La Habana, que desangró a El Salvador por años. Su evolución política, desde sus inicios como alcalde hasta su reelección en 2024, refleja un cambio significativo en el panorama político de El Salvador.
Evolución política
Nayib Bukele nació el 24 de julio de 1981 en San Salvador. Su incursión en la política comenzó en 2012 cuando fue electo alcalde de Nuevo Cuscatlán bajo la bandera del FMLN. Posteriormente, en 2015, fue elegido alcalde de San Salvador, consolidando su imagen de líder joven y renovador dentro del partido.
Sin embargo, su relación con el FMLN comenzó a deteriorarse debido a diferencias ideológicas y conflictos internos. Bukele criticó abiertamente la dirección del partido, lo que eventualmente condujo a su expulsión en 2017. Este hecho fue un punto de inflexión en su carrera, ya que le permitió presentarse como un outsider, alejado de los partidos tradicionales que habían dominado la política salvadoreña desde el fin de la guerra civil.
Tras su expulsión del FMLN, Bukele fundó su propio movimiento político, Nuevas Ideas, en 2018. Con una estrategia basada en redes sociales y un discurso de renovación, logró canalizar el descontento popular hacia los partidos tradicionales.
En las elecciones presidenciales de 2019, debido a problemas legales con la inscripción de su partido, Bukele se postuló bajo la bandera de la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), un partido de centroderecha. Con un 53.10% de los votos, logró una victoria contundente, rompiendo el bipartidismo entre el FMLN y la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) que había dominado el país durante décadas.
Es verdad que desde su llegada a la presidencia, Bukele ha implementado una serie de medidas, polémicas y a su vez respaldada por la población, que han fortalecido su control sobre el Estado. En 2021, destituyó a corruptos magistrados de la Corte Suprema y al fiscal general, lo que generó críticas por lo que sus detractores calificaron de “tendencia autoritaria”. Además, impulsó la adopción del bitcoin como moneda de curso legal y llevó a cabo una dura campaña contra las pandillas, lo que le granjeó tanto apoyo popular como preocupaciones de parte de grupos por los grupos de derechos humanos y otras organizaciones no gubernamentales que financiaba desde el extranjeri la recientemente desmantelada USAID.
Más rigor y menos comparaciones injustas
El problema del artículo que nos ocupa surge cuando se equipara a Bukele con regímenes verdaderamente autoritarios como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua. La situación en estos países no admite comparación: mientras que en El Salvador los medios siguen operando y publicando información crítica, en los regímenes mencionados la prensa independiente ha sido clausurada, los periodistas han sido perseguidos, encarcelados o forzados al exilio, y la censura es absoluta.
El trabajo de López Linares es una defensa del financiamiento internacional de medios, un debate válido, sobre todo para los periodistas independientes que ejercen bajo regímenes totalitarios como el cubano, por ejemplo. Sin embargo, incluir a Bukele en la lista de «líderes autoritarios» carece de fundamento sin una contextualización adecuada. La prensa debe mantener su independencia y su papel fiscalizador, pero también debe ser rigurosa y justa en sus análisis. Equiparar al gobierno de Bukele con dictaduras represivas como las de Nicaragua o Venezuela no solo resulta impreciso, sino también un insulto a la realidad que viven millones bajo los regímenes de países tan desgraciados.
Referencia:
*Para leer el artículo completo en Latham Journalism Review, puedes acceder a través del siguiente enlace: https://latamjournalismreview.org/es/articles/autoritarios-dicen-que-el-periodismo-financiado-por-usaid-no-es-independiente-periodistas-dicen-que-eso-es-una-falacia/ —
”La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan”
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