Por Héctor Rodríguez,
Anoche disfrutamos a lo ancho del musical preparado por el maestro Roberto Berrocal, director artístico del programa de esta iglesia, recientemente galardonado con la Orden de los Caballeros, otorgada por el rey de España, Felipe VI, por su contribución a la cultura española en América.
El maestro Berrocal derrochó histrionismo, madurez y virtuosidad al interpretar El Fantasma de la Ópera como piano obertura al abrir el segundo acto con la obra de Andrew Lloyd Webber. Unido al nuevo piano Steinway clase D, que resonó en aquella iglesia de acústica refinada, logró emocionar a más de uno, provocando vítores de “¡Bravo!” y una ovación de pie.
El programa comenzó con musicales de Broadway, interpretados por el afamado Franc D’Ambrosio, Cavalier O.S.I., incluyendo memorables canciones como Bring Him Home (Les Misérables), Speak Softly, Love (El Padrino) y Smoke Gets in Your Eyes (Roberta), entre otras. El repertorio mostró la experiencia y las dotes vocales de un cantante que ha llevado este arte a los escenarios de Nueva York y Europa.
Sus virtudes le hicieron merecedor del Lifetime Achievement Award del Festival de Cine de Cannes, y en Italia, el presidente de la república le otorgó el título de Caballero de la Orden de la Stella d’Italia.
Como si fuera poco, este actor ha interpretado más de 2,100 veces el musical El Fantasma de la Ópera, y anoche completó su función número 2,102, ya que el público los obligó —por aclamación— a repetir la interpretación de la canción central junto a María Aleida.
El público reconoció su actuación en este primer acto con continuas ovaciones y se puso de pie al final de varias de sus presentaciones.
La apertura del segundo acto, luego de la obertura ya mencionada, estuvo a cargo de la afamada soprano coloratura cubana María Aleida, catalogada como la voz de notas más agudas del mundo en la actualidad, comparable solo a Mado Robin —soprano sfogato francesa que brilló a principios del siglo XX, famosa por alcanzar sin dificultad el do6 y, en ocasiones, el re7 (2,320 vibraciones por segundo)—.
Históricamente, este estilo de canto se ha considerado el epítome de los extremos vocales.
María Aleida demostró anoche lo ya dicho: una destreza técnica excepcional que requiere vocalización atlética, extensión de rango, entonación prístina, precisión articulatoria y un control soberbio de la respiración. Es el cuerpo cantando en una coordinación física casi perfecta.
La capacidad de ejecutar rápidamente secuencias de notas —a menudo con pequeños intervalos— fue fundamental. La ejecución de los adornos y ornamentos fue precisa y limpia, y su capacidad para alcanzar notas agudas y sobreagudas con fluidez y elegancia fue una característica clave de su presentación, reafirmando su virtuosismo vocal.
En el video se puede corroborar todo lo aquí expuesto.
La actuación y dramatización conjunta de María Aleida y D’Ambrosio fue espectacular, despertando un multitudinario reconocimiento de los asistentes.
Mención especial para el organista Edgar Sanfeliz Botta: sin el órgano, la evocación del ambiente del Fantasma de la Ópera no habría sido posible.
Por último, nuestro agradecimiento a quienes hicieron posible este espectáculo: al pastor Largaespada, a la Sra. Lourdes Figueroa, a la Sra. Águeda Solarana, al Sr. Carlos Domínguez y, por supuesto, al maestro Roberto Berrocal, por ofrecernos una velada clásica de altísima calidad.