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Descanse en Paz, Cubaencuentro: con sus virtudes y defectos

Por Carlos M. Estefanía

Muerte anunciada

Me entero, gracias al último boletín de la revista Árbol Invertido, que Cubaencuentro está por desaparecer. Lo hará siguiendo los pasos de su director, Alejandro Armengol. Así es, se nos muere Cubaencuentro. A la hora de su extinción, y como antiguo colaborador censurado, debería sentir cierta y perversa satisfacción. Sin embargo, no puedo hacerlo ni permitírmelo. A pesar de sus defectos -la revista siempre fue limitada en su tolerancia, excluyendo a quienes se apartaban de una estrecha línea de pensamiento- he de reconocer que, hasta su último respiro, Cubaencuentro fue capaz de publicar buenos artículos y, por tanto, seguía siendo una alternativa a la prensa oficialista, especialmente en lo que se refiere a temas culturales cubanos.

Mi desencuentro con Cubaencuentro

A nivel personal, me sorprendió que se retiraran los comentarios que dejaba como lector bajo notas con las que no compartía criterio. Lo hacía bajo un alias, más para evitar problemas a la redacción que por miedo a defender mi opinión. Nunca recibí una explicación oficial sobre qué comentario había causado tanto escozor. Sospecho que mi condena no fue tanto por mis opiniones sobre Cuba, sino por cuestionar la falta de fundamento científico de las políticas autoritarias implementadas durante la pandemia del coronavirus. Finalmente, no solo desaparecieron mis comentarios, sino también mis colaboraciones, que de manera sistemática solían publicarse en el medio.

Inicialmente, atribuí esta censura a algún editor intermedio, hasta que el difunto Armengol, que en paz descanse, se reconoció como responsable, sin dar lugar a la menor negociación. Curiosamente, debo reconocer que fue el mismo Armengol quien, en un momento anterior, levantó otra censura impuesta por la administración previa, posiblemente debido a la publicación en la revista que yo editaba, Cuba Nuestra, en su versión digital de «El extraño encuentro de Jesús Díaz con la muerte», un artículo de Servando González escrito a raíz de la muerte de Jesús Díaz, donde se sugería que el fundador de Encuentros de la Cultura Cubana era un agente de la Seguridad del Estado. Aunque no compartía esta teoría, permití su publicación por un respeto, quizás ingenuo, a la libertad de expresión, aunque lo mantuve pocos días como hacía con artículos de poca importancia y para economizar un espacio que entonces nos costaba mantener. A pesar de esto, la nota de Servando llegó a provocar una fuerte reacción, especialmente de Elizabeth Burgos, quien hasta ese momento había sido una gran colaboradora de Cuba Nuestra y a su vez resultaba ser una de las primeras adquisiciones de Cubaencuentro.

Por otra parte, debo agradecer que durante dos largas etapas, sin más ambición que divulgar ideas y opiniones personales, mis artículos, si bien ad honorem, resultaron publicados de manera casi inmediata en Cubaencuentro, plataforma que al menos por entonces contaba con infinidad de lectores. No obstante, también debo reconocer que, dada la premura con la que escribía, mis textos incluían erratas o problemas de puntuación que nunca se corrigieron, facilitando la crítica de detractores que, incapaces de contraargumentar, se limitaban a destacar estas faltas, por lo general intranscendentes. A estos críticos también les agradezco, pues ahora, con la paciencia que dan los años, dedico más tiempo a revisar mis textos para otros medios, que han demostrado ser más tolerantes que la agonizante Cubaencuentro.

Obituario

Según el boletín de Árbol InvertidoCubaencuentro fue fundada en Madrid en 1996 por Jesús Díaz y Annabelle Rodríguez; por cierto, es hija del veterano político e intelectual comunista cubano Carlos Rafael Rodríguez. Recuerdo cuando vino a Suecia buscando fondos para su proyecto; por lo visto, era una experta en ello. Según Árbol InvertidoCubaencuentro se concibió como un foro integrador para todos los cubanos, sin importar su lugar de residencia o ideología. Sin embargo, mi experiencia demuestra que esa integración solo funcionó por momentos. Además, como señala Árbol Invertido, la financiación provino de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y otras instituciones europeas, lo que inevitablemente condicionó la línea editorial.

El boletín también menciona las divisiones internas de 2009, cuando Pablo Díaz Espí, hijo del fundador, y Antonio José Ponte decidieron romper con Cubaencuentro para fundar Diario de Cuba. A pesar de sobrevivir a estas fracturas, Cubaencuentro no pudo sobreponerse a la pérdida de sus últimos dos directores editoriales: la muerte de Armengol en marzo de 2024, seguida por la de Carlos Espinosa en julio del mismo año, parece una maldición.

Creo que aquellos que siempre se beneficiaron del espacio bien podrían hacer un esfuerzo económico para financiar la continuidad del proyecto, si realmente consideran necesario lo que se declara en el boletín que anuncia su defunción. Pero no es solo cuestión de dinero; con un poco de esfuerzo podrían encontrar alternativas gratuitas en la red. Lamentablemente, lo que falta es interés, tanto para rascarse el bolsillo como para aguzar el ingenio y salvar Cubaencuentro, del mismo modo en que se han salvado, a pesar de los embates y faltas de financiamiento, publicaciones independientes cubanas como Cuba Nuestra y otros medios culturales realmente abiertos y comprometidos con la amplitud de opciones para sus lectores, como Zoe Post o Ego de Kaska. La desidia de quienes hasta ahora escribieron en ese medio es una noticia aún más triste que el propio entierro de Cubaencuentro.

Referencias:

 ”La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan”

Redacción de Cuba Nuestra
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