Cabaret Voltaire: una heterotopía para existencialistas de variedades

Nietzsche elabora su arquetipo, su modelo de superhombre, situándolo fuera del matrimonio y alejándolo de cualquier laboratorio biológico; lo concibe en el contexto de un embarazo circense, en la obstetricia de un espectáculo de variedades. Esta visión se manifiesta en la fundación del Cabaret Voltaire por Hugo Ball en 1916, concebido como un espacio para engendrar a artistas y escritores que buscan desafiar las convenciones establecidas.

La razón de este enfoque radica en que el «último hombre» nietzschiano, resultado de la ginecología sexual, ha agotado sus posibilidades de supervivencia en el vertiginoso movimiento evolutivo de las especies en la Tierra, entendida en su totalidad como una forma de vida. A lo largo de este proceso, se estima que más del 99% de las especies que han existido han desaparecido. ¿Qué le espera al Homo sapiens?

Este vertiginoso ritmo de extinción genera incertidumbre sobre la capacidad de adaptación de nuestra propia especie para mantenerse viva frente a la dinámica imparable de la naturaleza. La naturaleza misma es un circo en progresión, y su actividad circense no espera por la vida de los seres en la Tierra. Los seres vivos deben adaptarse al progreso circense de la naturaleza para no perecer.

Por tanto, surge la necesidad de hallar una nueva heterotopía —en este caso, de carácter cultural— que permita a la humanidad continuar adaptándose a los cambios y los estragos en la evolución natural, asegurando la supervivencia de la especie humana y, crucialmente, para sobrevivir al kitsch del último hombre.

De este modo, no todo lo que se presume en palabras dadaístas estaba lejos de ese personaje circense, Flametti, que tanto le encantaba a Hugo Ball. Así que el alambre que había que recorrer en las alturas no se podía tener como Alambrito. El dadaísmo, lejos de ser simplemente una vanguardia literaria o una corriente artística tradicional —al menos en la visión de Hugo Ball—, se presenta como un experimento estético de obstetricia circense, una ginecología para existencialistas de variedades.

En este escenario, cada escritor y creador se convierte en un acróbata de su propia existencia, exhibiendo su acto circense como un reflejo de su lucha por perdurar. Esos malabaristas del existencialismo, como diría Kafka, llevan sobre sus hombros el peso de una ética orientada a la salvación, donde cada movimiento, cada acto, se convierte en un gesto de resistencia frente al vacío.

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