Por Javier Rubio Nomblot
(Prólogo del catálogo de Gregorio Vigil-Escalera: Microcosmos Galácticos de Felipe Alarcón Echenique. Star Wars (Exodus, 2025))
Star Wars… Qué tiempos. Recuerdo perfectamente cuando vi la película recién estrenada en un cine de la Gran Vía y, como siempre en aquellos años de despertar adolescente en pleno kaos de la movida —en aquella época, el rollo—, perfectamente preparado para alucinar en colores; no recuerdo nada, evidentemente; salvo a mi colega gritando cosas: en los setenta los adolescentes, que eran el único público de este tipo de películas, hablaban en los cines; y fumaban y ligaban. Cuando estaba en la treintena y ya tenía trabajo, mujer y niños (el mayor tenía una Estrella de la Muerte en la estantería), los capítulos de la saga seguían llegando, el merchandising ya era infinito y la cultura Star Wars, con legiones de adeptos incondicionales en todo el planeta, nada menos que el fenómeno más potente jamás generado por Hollywood.
Me gusta el enfoque que le ha dado Felipe Alarcón a este asunto; vale decir a este imaginario, fabuloso en todos los sentidos: para el aficionado a la gran ciencia ficción, Star Wars es una fábula, es un cuento de hadas, con su caballero, su princesa y su malo (y su orden moral perfectamente asequible: la «fuerza» contra su «reverso oscuro»); es, como toda leyenda, un relato que empieza «hace mucho tiempo en un lugar muy lejano»; si la saga se sostiene no es gracias a su argumento, que es muy débil comparado con los que desarrollan los maestros de la Sci-Fi, sino al imaginario inabarcable creado por Lucas y sus epígonos.
Lucas se inspiró en las películas de samuráis de Kurosawa —de ahí los duelos épicos con katanas láser— más que en los caballeros andantes europeos, y la traslación a un futuro hipertecnificado de la novela de caballerías —y desde luego, el western— proviene de los cómics de Flash Gordon (aunque Lucas no recurre a la estética modernista, como hizo Barry). El recurso narrativo es sencillo: basta con trasladar al futuro a personajes del presente; y hasta del pasado: Han Solo es una mezcla de vaquero y pirata del espacio. Hay también una pervivencia de los órdenes y los valores: monarquías, repúblicas, colonias que se rebelan… E idealistas, y aventureros a los que sólo les importa hacer negocio con el asunto. De nuevo: Star Wars funciona porque su galaxia de personajes encantadores, lugares maravillosos y acción trepidante es colosal.










Es esta complejidad la que ha plasmado Felipe Alarcón en sus lienzos. Estos son magmáticos, intrincados, como la serie infinita de personajes, escenarios y enredos de la saga (ojeo la Wiki y me maravilla la lista de planetas, ciudades y peripecias que aparece). Efectivamente, todo esto es un puzle, como sugieren algunos de los cuadros. También un mosaico: el recurso al orfismo es oportuno porque la miríada de personajes queda atrapada en una estructura ondulante que los une mediante lazos misteriosos pero coherentes. Estas espirales, estos círculos imaginados por los Delaunay para expresar la vida, su movimiento, su pálpito, en las entrañas del paisaje, son la metáfora perfecta del gran entramado galáctico de Lucas, atravesado siempre por una sucesión vertiginosa de acontecimientos.
Imposible concentrar mejor este Microcosmos galáctico, en acertada expresión de Vigil-Escalera, que inscribiéndolo en un laberinto traslúcido que ordena y establece vínculos entre todos los protagonistas. Larga vida a Star Wars.

Microcosmos Galácticos de Felipe Alarcón Echenique. Star Wars
Autor: Gregorio Vigil-Escalera
Obras de Felipe Alarcón Echenique
Prólogo: Javier Rubio Nomblot
Colaborador: Enrique Flores
Editor: Ediciones Exodus, 2025
Ediciones: 50 ejemplares
Javier Rubio Nomblot. Licenciado en Bellas Artes y miembro del Instituto de Arte Contemporáneo. Crítico de arte y Comisario. Como crítico de arte colabora con los siguientes medios: ABC Cultural, Guadalimar, ArcoNoticias, Ubicarte.com, Radio Círculo, etc. Desde 2009 imparte clases en cursos de postgrado y ha comisariado varias exposiciones en Museos y Centros de Arte como el Museo de Bellas Artes de Badajoz o el MEIAC. Ha escrito centenares de textos para monografías, catálogos de artistas españoles contemporáneos, enciclopedias, etc. Participa en decenas de jurados de premios de artes plásticas y desarrollado labores de asesoramiento para diversas galerías y colecciones.
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