Por Elpidio Granda
Cubano, demasiado cubano:
Si usted ha tenido mandinga de leer a Saco, Martí, Lezama, Carpentier y en la actualidad, Padura, Rojas, Ponte, Díaz de Villegas entre otras hierbas ilustradas de la literatura fantástica, positivista y del saber cubano, como también la displicente literatura de la autoayuda del «buenísmo oriental» y occidental, tengan paciencia, hagan el esfuerzo y lean sin ser secuestrados las 500 páginas de Humano, demasiado humano. ¡No hay libro comparable! No hay libro que mejor explique por qué el ‘pensamiento propio’, el sí mismo, constituido a la manera de leer, interpretar y exponer los libros.
Nadie hasta ahora ha sido original en este sentido, nadie ha proporcionado una dieta para una salud perfecta. Todos los libros son, hasta ahora, «picardía morbosa». Humano, demasiado humano es la experiencia de un viajero que, a través de su laberíntica mente, intenta redimirse de los ideales y metafísicas teo-ontológicas. Aquí no vamos a encontrar, sino ideales en hielo en forma de obstáculos: al menor calor comienzan a derretirse. Nunca se hablará en término de alcanzar la «liberación», el «moksha», la «realización», lo supremo, el nirvana, el más allá. Desde luego, porque constituyen tipos ideales, bloques de hielos. Se hablará, en cambio, en término de salud, de una especie importante de curación. No curase del ego, sino la bibliomanía y de las opiniones ajenas.
Soportar desde el mi mismo más profundo enterrado y amordazado la enfermedad de «tener que oír a otros sí-mismo» en su perversidad. Nadie ha dicho mejor que el «viajero y su sombra» qué significa estar de vuelta a sí mismo. Más todavía, nadie ha dicho con profunda perspicacia cómo el viaje laberíntico del «caminante y su sombra» por la mente humana se da mediante la voluntad y la actividad ascetológica: un rasgo del entrenamiento, la fuerza, el valor cuya gradación es «supera a sí mismo» y no para conseguir nuevos ideales…