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Un volumen esencial: «El libro rojo del marxismo cultural: reflexiones, refutaciones y análisis» (Ponencia leída en la séptima Convención de la Cubanidad)

Por Waldo González López

«Todo totalitarismo es simplemente una fuerza bruta […]

un animal de presa que actúa en su territorio de caza».

                                         Dario Fertilio 

Buenas tardes, amigos. Ante todo, confieso que me place participar en esta séptima Convención de la Cubanidad, creada y auspiciada desde su inicio por el historiador, investigador y colegamigo Ángel Velázquez Callejas.

   Justamente, por ser quizás quien primero escribió sobre el esencial volumen El libro rojo del Marxismo Cultural. Reflexiones, refutaciones y análisis,invitado por él, comentaré del que subrayaré algunos tópicos que confirman la valía del significativo volumen que, publicado en el 2020 por la «Colección Ensayo» de Ediciones Exodus, y constituye un formidable y necesario título.

   Sí, tras adquirirlo y leerlo, publiqué en Ego de Kaska una de mis Notas al margen, con el único propósito de que los lectores constataran que, la cada vez más visible presencia de la Agenda 20-30, dirigida por la extrema izquierda antidemocrática, invade cada vez más a Occidente, incluido este gran país que nunca imaginé llegara a esta peligrosa encrucijada actual.

   Por ello, tal aseveré entonces, hoy insisto que El libro rojo del Marxismo Cultural. Reflexiones, refutaciones y análisis es un título de máximo interés en este tiempo arriesgado, cuando se define el inmediato futuro de los Estados Unidos y Occidente, mientras los demócratas de la extrema izquierda [¿solo tontos útiles?] siguen deslumbrándose con ¿el fascinante Socialismo? por desconocerlo y jamás sufrirlo, tales muchos exiliados cubanos ¿olvidadizos? que padecieron y parecen haber olvidado, si bien me excluyo de tal grupusculo].

   Quizás ignoran [¿u olvidan?] que el obsoleto fantasma surgido en la Alemania de 1848: el aborrecible panfleto, escrito y publicado por Marx y Engels: El Manifiesto Comunista, en este nuevo siglo reencarnaría bajo otros disfraces, como los ya nada ocultos nombres de Marxismo Cultural, Nuevo Orden Mundial y Agenda 20-30 (que se muestra en la web de la ONU), apoyados por sus seguidores neomarxistas, marxianos y marxólogos, como por presidentes, guerrilleros y demás «personajes», entre los que figura nada menos que el Papa, de quien escribí en Facebook, tiempo atrás, una irrefutable verdad: el apoyo del prelado argentino  a la absurda Teología de la Liberación, propagada por el cura guerrillero colombiano Camilo Torres. Algunos torpes kubanos (con K) llegados años atrás a Miami, se indignaron conmigo. Mi respuesta fue muy clara y rápida: los eliminé de mi muro de FB.

   Asimismo, en junio del 2022, durante un viaje de quince días con Mayra del Carmen a España, comprobé la inquietante presencia de la maléfica Agenda en los más vistos canales de TV, como también supe, por amigos uruguayos que compartían la gira con nosotros, un secreto vox populi en la Argentina preMilei: que la eliminación física del ex Presidente Néstor Kirchner había sido concertada y pagada por su ¿fiel? cónyuge Cristina, porque complicaba sus ¿secretos? amores con el también asesinado venezolano Hugo Chávez, cuya muerte, cáncer mediante, sería adelantada en La Habana por su traidor [¿amigo?], el multiasesino Castro. 

   Mas, regreso al volumen que me trae aquí. En su breve «Introducción», con su aguda prosa, Ángel Velázquez Callejas, puntualiza que El Libro Rojo 

«… se propone demostrar cuán notable es la falacia de los argumentos expuestos por los representantes de la «izquierda» en este punto de los llamados temas culturales. En este libro tendremos la oportunidad de visitar textos que abordan la situación social más reciente de la política cultural y de género».

   A lo largo de las 370 páginas, la antología —y no «compilación», tal escriben con modestia sus editores Ángel Velázquez Callejas y Antonio Ramos Zúñiga— se disfrutan 18 trabajos de igual número de destacados pensadores, narradores y periodistas de los Estados Unidos, Australia, España, y cubanos, cuya nómina incluye sus hondos y muy valiosos textos.

   En consecuencia, si me pidieran seleccionar los más agudos ensayos, resultaría una abrumadora tarea, pues, de uno u otro modo, todos sobresalen al llenar las expectativas, por su rigor, hondura y poder de análisis, según corresponde a un volumen de tanta enjundia, que me recuerda a otro que igualmente vale mucho: Memoria del Comunismo. De Lenin a Podemos, del notable escritor y periodista español Federico Jiménez Losantos, extraordinario ensayo biográfico e histórico, que me facilitara el poetamigo e historiador tunero, exiliado en Illinois, Rigoberto Díaz Cutiño.

  Sin ánimos chovinistas [que nunca he padecido], destaco un aspecto: la mayoría de los autores incluidos son —como muchos de ustedes y quien les habla— cubanos que escapamos por razones políticas de la Isla-Cárcel y, apenas llegados a este exilio salvador, de una u otra forma, continuamos las tareas que creemos nos corresponden, sin acomodarnos y abandonar las realizadas en la patria.

  Bien, acaso pueda servirles de guía a quienes aun no han leído este certero volumen, subrayar los textos incluidos, como el de la premiada narradora, poeta, periodista y defensora de los derechos humanos Zoé Valdés («El marxismo cultural a la cubana y su determinación mundial», en el que revela la canallesca adulación y consecuente ¿amistad o amor? del ¿intelectual? Alfredo Guevara con el asesino Castro); Dario Fertilio («Del marxismo-leninismo al radicalismo de masas», que resulta una valiosa introducción); los doctores Allen Mendenhall («El marxismo cultural es real»), Rafael Marrero («Pandemia global, recuperación económica y lucha contra el marxismo cultural») y Rob Smith («Marxismo cultural: ¿conspiración imaginaria o realidad revolucionaria?»)

   Asimismo, subrayo los ensayos de Almudena Negro Konrad («No es Feminismo, es Marxismo Cultural»); María Teresa González Cortés («El maoísmo, un cuento chino»); Armando de Armas («Occidente, marxismo cultural, tiranía y neolengua»); José Rey Echenique («Marxismo cultural y postverdad en el siglo XXI»); Carlos Carralero («Marxismo Cultural: el otro Gramsci y el caso italiano»); San Justo (seudónimo de quien intuyo su verdadero nombre por su estilo, con su «Manifiesto inacabado. De la hegemonía, nomenclatura y nomenklatura de nuevo cuño y coña»; Ángel Velázquez Callejas («La culturalización del marxismo») y Antonio Ramos Zúñiga («La superestructura como arma. De Gramsci al progresismo anti Trump»].

   Los mencionados textos les proporcionarán a los lectores neófitos la entrada iniciática en este tema necesario y urgente, como igualmente complacerán a quienes ya poseen alguna información, en tanto les servirán para ampliar la temática, por cierto analizada en la muy valiosa web argentina Prensa Republicana y, en particular, por dos brillantes analistas antes mencionados: Nicolás Márquez, autor de la mejor biografía del asesino Ernesto Che Guevara, La máquina de matar, y Agustín Laje, de quien  conocemos su indetenible labor con su clara posición ideopolítica y sus excelentes libros reveladores de los propósitos de la extrema izquierda.

   Y ya comento algunos de los ensayos: justamente con el último de los autores mencionados, Antonio Ramos Zúñiga y su antológico trabajo, verdadera síntesis de la amplia engañifa comunista: «La superestructura como arma. De Gramsci al progresismo anti Trump», doy inicio a mis breves apuntes, en los que resumiré algunos de los temas abordados en el libro.

   El historiador con gran sencillez define el tema y el libro que me ha convocado aquí:

Marxismo Cultural no es una filosofía, ni una invención de Marx, Lenin, Stalin o Mao. Tampoco fue una expresión utilizada por el filósofo marxista Antonio Gramsci, ni una formulación de la Escuela de Frankfurt (neomarxista). Es más bien la puesta en práctica de las ideas de todos ellos, principalmente de las […] que enfatizan el valor hegemónico de la cultura como actor transcendental de la lucha política, ideas que se convirtieron en un tipo de influencia ideológica, subversiva y viral. Típica y sutil labor de zapa transpolítica. 

   Ramos Zúñiga subraya un rasgo esencial: aunque lo denominen con con varias etiquetas, como neo marxismo, nuevo socialismo, izquierdismo moderno, comunismo light, socialismo humano, progresismo posmoderno y marxismo cultural, todas intentan enmascarar la continuación de los ideales de Marx por conseguir el poder, sin recurrir a la revolución armada. A fin de cuentas, iguales opciones son teorías, voces, disidencias o alternativas dentro de las estructuras capitalistas (la cultura, el discurso, el sistema parlamentario y electoral, la burocracia e, incluso, el estado).

   Nuevas formas, asimismo, son el populismo de cambio, la corrección politica, la falacia mediática, la lucha identitaria, la sociedad abierta de Soros, la open mind, la filantropía Bill Gates, el “socialismo del siglo XXI” castrista/chavista, la socialdemocracia radical, la nueva izquierda, el modelo chino, la reactualización trotskista, la contracultura, los movimientos de identidad, el multicularismo, Silicon Valley, Bernie Sanders, el hedonismo extremo, el antisemitismo, la politización de Hollywood y Disney y el factor generacional millenials, entre otras.  

   De los antecedentes, remontados al reformismo del pasado siglo y la metodología de la lucha superestructural, se llega a las nuevas “opciones”: el posmodernismo, la ideología-utopía marxista remodelada como nueva oferta progresista y de liberación del hombre (ya no liberación del proletariado) contra el capitalismo demoliberal.

   Mas, afirma, contundente: «Nunca hubo una izquierda tan disruptiva. Ni cuando Reagan hubo tanta discordia y frenesí magnicida. [Trump] es el presidente más impopular y vilipendiado por la izquierda internacional», si bien su nombre aparecía en Google, cuando el autor escribió este ensayo, como la persona más famosa, por encima de Jesucristo, Dios, Kennedy, Hitler, Marx, Mao, etcétera. 

   El problema mayor son las contradicciones de una sociedad intoxicada, enferma de falacia, izquierdismo y liberalismo a ultranza. Siempre hubo desencuentros, pero la polarización ideológica (demócratas vs. republicanos, iberales vs. conservadores, izquierda vs. derecha se ha ido ahondando por años sin que hasta ahora rebasara ciertos marcos de connivencia, ponderación y respeto.

   Y asimismo se pregunta: ¿Qué dispara la confrontación? Y se responde: Se trata de la rebelión del proyecto neoliberal poscomunista a escala mundial, que tomó cuerpo con la admisión de China en el mercado capitalista a fines de 1971.      

   No en vano recuerdo yo que este pandemonium lo provocaría el llamado con tino por Karl Popper «falso profeta» y por otros en 1999, «pensador del milenio», como denominado por uno de sus exégetas El Prometeo de Treveris, tal titulara su apologética biografía, publicada en  Cuba, Günter Radczun, quien, por arte de birlibirloque, presenta al siempre holgazán Karl Marx como un virtuoso, a tono con sus admiradores: “tontos útiles”, que ignoran esta “virtud” del mantenido por su inseparable Federico Engels, quien solo le achacara a Marx su rechazo al yerno “mulato”, tal llamara con no poco desprecio a Pablo Lafargue, nacido en Santiago de Cuba, al que, asimismo, le escribiera en 1866 una carta conminatoria, en la que le advertía: si quiere seguir relaciones con mi hija Jenny, «tendrá que reconsiderar su modo de hacerle la corte» e, incluso, llegará a decirle a su hija: Ya no tolero «al maldito Pablo» ni «sus ideas ni modales».

   En su “intento de ensayo”, según define con modestia su excelente «Marxismo cultural y postverdad en el siglo XXI», otro cubano, José Rey Echenique, realiza un análisis de envergadura sobre esta pandemia ideológica que ataca a Occidente desde años atrás y da título al su trabajo.

  Otro texto tan certero, como la flecha que da en la diana, es «Marxismo Cultural: el otro Gramsci y el caso italiano», de Carlos Carralero, quien, por residir durante años en la bota itálica, ofrece su particular visión. 

   En tal sentido, subraya Carralero, un hecho hoy común en no pocos países europeos y latinoamericanos: el avance de la izquierda contra la derecha. En consecuencia, ni tonta ni perezosa, la realizan intelectuales y periodistas por los medios masivos, en su mayoría, una suerte de comisarios: si la izquierda está en el poder, se oponen a la oposición, y si el poder está en un partido o coalición de derecha, arremeten contra el gobierno. Así, ejercen, sin exageración, una oposición y una influencia mayor que el partido de izquierda en cualquier condición.

   Mas, añade que, a menudo, en Italia y Europa meridional, la derecha se confunde con la socialdemocracia. Por ello, aclara el escritor que la mentalidad de la mayoría de los europeos «está contaminada con la cultura marxista, hasta la de muchos que votan por la derecha e, incluso, la de militantes de partidos de esta alienación política».

   Asimismo, su agudeza alcanza al influjo del marxismo cultural en los Estados Unidos, que a menudo visita y del que subraya: «La penetración del marxismo cultural en Estados Unidos, a mi juicio, con los mandatos demócratas y seguramente alguno republicano, llegaría a su punto crítico en la era de Clinton y Obama [y en la de Biden, añado yo: WGL], con los satélites que en torno a ellos giran y constatan su ningún apego a los Estados Unidos y los valores occidentales. Y, en particular, ningún amor por los principios que hicieron grande a los Estados Unidos de América.»

   A propósito, quien las habla recuerda que, a pocos días de nuestro arribo a Miami, el primero de julio, 2011, constatamos, sorprendidos, un torpe y rascista gesto de arrogancia que nos asombró e indignó: en sus apariciones televisivas, el entonces presidente Obama, ya en su segundo mandato, jamás saludó la bandera americana, cuyas 50 estrellas y 13 franjas, como sabemos, evocan la historia de la gran patria de Abraham Lincoln, ¿olvidando o desdeñando? la signficación de ser el primer negro que presidía este país, tan envidiado por millones en el mundo.

   Otro texto que enriquece el volumen es «Del marxismo-leninismo al radicalismo de masas», en el que el escritor, periodista y profesor italiano Dario Fertilio, a través de su agudo análisis, incursiona en los totalitarismos y sus períodos, a partir de los puntos de vista ideológico, político, religioso y moral, según lo enfrentaron varios pensadores, como Eric Voegelin, Hermann Rauschning, Luigi Sturzo y Augusto del Noce.  

   Fertilio no olvida los sistemas semi totalitarios, como el nacionalismo turco, el nazicomunismo, el tercermundismo, el radicalismo de masas, que, según el autor, «pretende, perseguir un renacimiento del planeta, arrastrado por sus aspectos egoístas, violentos y contaminantes, de diversidad y desigualdad».

  Durante su etapa destructiva, impone la liquidación del pasado y la erradicación de las raíces: religiosas, nacionales y tradiciones paternas (incluido el apellido de la familia que conecta a las personas con las generaciones pasadas) y los futuros se presentan como residuos destinados a deslizarse hacia el olvido.

   Incambiable ironía, tácita capacidad comunicativa y convincente estilo, son tres de las virtudes de la sagaz narradora Zoé Valdés, evidentes en su ensayo: «El marxismo cultural a la cubana y su determinación mundial», que inicia de esta suerte:

En cuanto se menciona el marxismo cultural enseguida aflora la descripción burlona y de menosprecio que tilda al término de teoría ‘conspiranoica’. Es como cuando alguien expone sus ideas acerca y/o en contra de la izquierda, que automáticamente pasara a ser catalogado de derechista, o direcmtamente de fascista. El marxismo cultural es una realidad palpable y cada día nos empantanamos más las mentes en ese potente y ciego pozo ideológico que atrae de manera fatal e irrevocable hacia su fondo de oscurantismo en el que la nueva izquierda intenta hundirnos hasta ahogarnos y callarnos.

   Solo líneas después, muestra ampliamente cómo, en Cuba, el marxismo cultural ha trabajado [y aun lo hace] a lo largo de 65 años, destruyendo nuestra cultura y libertades, maniatándola al servicio de un régimen autoritario- totalitario, disminuyendo las capacidades de pensamiento, controlando y anestesiando las reacciones emocionales de sus protagonistas: artistas, escritores, pensadores.

   El laureado economista Rafael Marrero —único cubano reconocido por la Revista Forbes— analiza con su habitual lucidez tres urgentes temas en su ensayo: «Pandemia global, recuperación económica y lucha contra el marxismo cultural».

   A partir de 5 premisas: “Relaciones Estados Unidos-China”; “Woke culture en EE.UU. y Occidente”; “Economía de EE.UU. antes del COVID-19”; “Economía global antes del coronavirus”; “Economia de EE.UU. tras impacto del COVID-19” y “Por la América 2.0”, el conocido especialista y escritor introduce su fino escalpelo en las entrañas de los temas y subtemas cuestionados, en los que advierte la necesidad de enfrentar pandillas marxistas y anticapitalistas, apoyadas por intereses globalizadores, a las que conviene la mano de obra esclava de China y que no se repatrien a los Estados Unidos, capitales e industrias estadounidenses.

   En otro orden de cosas, aclara que los movimientos woke culture o cancel culture son expresión del marxismo cultural, que ejemplifica con los asesinos brazos militares y armados de la vieja izquierda radical: los Black Live Matters y Antifa que, marxistas y anticapitalistas, saquearon propiedades y agredieron a ciudadanos, incluso en las comunidades de negros como ellos, quemando pequeños negocios. Solo en Minnesota, fueron destrozadas por las mortíferas pandillas 270 pequeñas empresas y que en otras ciudades, muchas fueron vandalizadas, como numerosas patrullas policiales fueron quemadas y derribadas estatuas históricas. Todo un claro intento por frenar el repunte en la enonomía, a pesar del reto pandémico y desbancar a Trump en las elecciones del 2020.

   No es ocioso recordar que, con su odio irracional, el presidente de BLM, sin ápice de temor, amenazaría a la policía que quiere eliminar, según confesara públicamente: «Si este país no nos da lo que queremos, quemaremos el sistema».

   En tal sentido, Marrero subraya que «más de 40 millones de estadounidenses perdieron sus empleos» durante las revueltas provocadas por estas destructoras bandas que complicaron más la ya problemática situación económica de este gran país, solo respetado como siempre lo fuera hasta el final del mandato del “odiado” Trump, por la inmensa mayoría de los gobiernos, incluso los comunistas.

   Por su parte, el Dr. Rafael Piñeiro, en «Marxismo Cultural y racismo», da una clara y contundente respuesta a un artículo que —a propósito de la muerte de George Floyd, «por una sobredosis, combinada con problemas de salud», como otros aspectos de la negritud— publicara la exlíder del polémico partido Panteras Negras, Angela Davis, a quien espeta que, a diferencia de Cuba, en los Estados Unidos existe un racismo cultural, pero no institucional, pues «no existe una sola ley que soporte la discriminación racial del negro en términos legales», ya que el racismo que susbsiste en la sociedad norteamericana es cultural y se manifiesta en las variantes posibles: del blanco al negro y viceversa, del negro al negro, del negro al chino, del chino al latino y así consecutivamente

   Y adjunta Piñeiro: «Olvida la Davis que […] en términos estrictamente legales, la realidad es distinta. En América las leyes establecidas en base a la composición etnografica de las personas privilegian desde hace años las minorias en detrimento de los blancos».

   Lo anterior es apoyado por la Ley de Acción Afirmativa, «que es el ejemplo clásico, pues al aplicarse el rasero de la distinción racial como mérito, se soslayan valores de otra índole, como son la competividad, el talento y la destreza». Y añade el autor que no sorprende que la ONU «secunde alegremente el establecimiento de este tipo de leyes alrededor del mundo».

   Todo y más conforman la clara respuesta del cubano a la hoy ya «carcomida futilidad de los años […] por el ostracismo impermeable del fanatismo a ultranza», de la exlíder comunista, quien ignora los notorios cambios acaecidos, desde sus ya lejanos tiempos de permitida luchadora comunista en la sociedad americana, que la llevarían, incluso, al apoyo del ignominioso régimen del sátrapa Fidel Castro.

   Antes de concluir, vale recordar que, a diferencia de la ascendente economía con el odiado Trump, quien evitó las guerras durante su provechoso mandato, por solo mencionar dos de sus cuantiosos méritos; hoy, ahora mismo, tras casi cuatro años del fracaso del desgastado Biden, «el mundo está al revés», parafraseando la vieja pero siempre viva canción de Joan Manuel Serrat.

   Si apenas evoco algunos de los numerosos dislates que siguen destruyendo el prestigio de la primera potencia mundial, constatamos, entre muchos otros: la absurda donación de millones de dólares al peligroso gobierno enemigo de Irán; el fracaso de la operación militar y los millones de dólares en material de guerra y los ciudadanos americanos, abandonados tras la penosa fuga de Afganistán; el absurdo cierre de los pozos petroleros en nuestro país autosuficiente del llamado Oro Negro y las onerosas peticiones de crudo a Irán y Venezuela; el altísimo costo de vida desde los inicios del bandolerismo, digo: «baidismo».    

   Y ya finalizo, amigos, pues como les dije al inicio, con estos apuntes, solo pretendo incitarlos a que adquieran y lean este invaluable t tulo de Ediciones Exodus. Muchas gracias.

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