Por Juan Carlos Recio
Me siento orgulloso de estos amigos sinceros; los considero transparentes y no puedo entender cómo alguien, después de conocerlos, pudiera pensar lo contrario. Rosario Martínez es una persona sensible y bella, una lectora talentosa. Denis Fortun es poeta, narrador, ensayista, y posee un sentido del humor que no teme expresar sus ideas ni debatir con honorabilidad. Armando de Armas es narrador y politólogo, sin pretensiones académicas; su pensamiento crítico abarca múltiples niveles e intereses, siempre desde una perspectiva lúdica, lo que incluye su seriedad y compromiso con una total coherencia. Acaba de dar una charla magistral en la 6ta Convención de la Cubanidad, dirigida por Ángel de Velázquez Callejas, líder de Ediciones Exodus y la Fundación Ego de Kaska. La ponencia de Armando fue fluida, amena y sencilla, abordando un tema actual, polémico y contundente.
Ahora bien, si alguien es su oponente de turno, mezclando rivalidades de antaño con terceros amigos e involucrando, aunque sea indirectamente, tanto a Denis como a Armando en cuestiones que deberían ser competencia ética del autor de un libro, que busca difamar con sombras chinescas de una opacidad rutinaria, padeciendo de un trastorno bipolar no tratado, entonces, además del expediente clínico, según lo veo, la cobardía radica en usar la demagogia o razones mezquinas para conjeturar sobre sus proyecciones políticas o sobre la máxima de ser amigos de sus amigos y de algunos enemigos. Si esto se usa como excusa para escrutar a todo el mundo, es lo más bajo. En este libro, expongo cómo el autor intenta difamar a personas, acusándolas de ser alcohólicas y de bullying, alegando un supuesto caos que afecta al autor porque estas personas ya no están bajo su control, si es que alguna vez lo estuvieron, al menos en su mente. (Amén de que los bebedores han practicado un humor corrosivo que se apega más a la universalidad de su tesis; el humor no es condescendiente ni se modera fuera de una severidad que busca hacer reír o reflexionar, y nadie en su sano juicio debería tomarlo como algo personal).
Regresemos al autor para investigar un poco la dirección de sus supuestas malas intenciones y falta de seriedad investigativa. Este agente no contratado parece ser solo uno más de sus continuos berrinches, porque un grupo de individuos avanza independientemente de su idea de ser cabeza abarcadora de estados de opinión y otras sandeces. Estos individuos no están dispuestos a relacionarse con alguien que carece de liderazgo y que se ocupa más de intrigas contra quienes le caen mal, u otras tonterías alejadas de la realidad, lo que lo convierte en un zombi de la matrix. No solo creo que el autor del libro necesita autoanálisis o conectarse con un profesional psiquiatra para recibir terapias mentales más invasivas; el periodismo cultural, al igual que el investigativo, necesita un seguimiento escrupuloso para verificar con hechos válidos y concretos, sean sociales, culturales o de otras complicaciones éticas y estéticas. Esto es una prioridad obligatoria.
Sin un trabajo profesional que conduzca a resultados infalibles, no existe periodismo serio, y todo se reduce a conjeturas y odio hacia aquellos que no aceptan tu imposición. Hace dos años, cuando llegué a Florida, en mi primera incursión a Tinta Verde por un homenaje a Raúl Rivero, el autor del libro se tomó la atribución (a la que jamás someto a nadie) de intentar, de manera cínica y descompuesta, coartar mi libertad de reunión y asociación al viejo estilo estalinista, diciendo que «todos son los peores y saldrás lastimado». Mi respuesta fue afirmar mi derecho a seguir siendo una persona independiente, relacionándome con quien desee, porque no trabajo para ninguna institución que deba ser garante de ningún tipo de seguimiento basado en teorías conspirativas u otras rencillas personales. Mi decisión de cortar relaciones de amistad, como hice con los organizadores de la feria de Tampa, se debe a que no admito imposiciones en mis asuntos personales, no acepto militancias de grupos que se arroguen el derecho de ser la supuesta cabeza o avanzada cultural u otros términos de falacia mediocre. Cada individuo, como los de la foto, debe tener la capacidad mental de pensamiento creativo y valerse por sus propias características de independencia y manejo de su conciencia creativa, y todo aquello que estimule su interpretación de la vida y los intereses a comunicar, con pleno juicio de libertad total, sin censura, basado en imposiciones de amistad o creencias. A la foto se pueden añadir diferentes personas que, a lo largo de los años, me han brindado una relación de intercambio en todos los campos en los que me interesa este tipo de comunicación, principalmente en el arte, la promoción y la literatura.
Con todos ellos he tenido y concretado una garantía de intercambiar críticas, oposiciones, intereses afines o no, y una amplitud plural de pareceres que no implican situaciones impositivas en ningún caso. Cuando un libro se publica y uno termina de leerlo, lo más lógico y transparente, sea su supuesta importancia un hecho, es escribir sobre ello con justicia. Y si sus valores, como parece, están basados en contenido falso y malintencionado, traerá consigo una polémica de la negación que, en mi no humilde opinión, es un ejercicio de mortificación pública y la crítica debe ser contundente. No estamos en condiciones de aceptar interpelaciones de trampas y lavados de imagen solo por cuestiones de desprecio interpersonal y ataques que no sostienen ningún discurso que aporte a la tensión polarizada que se vive cuando se ha llevado un currículum de obras mal escritas, no por falta de talento, sino por creerse el personaje que ha emigrado para continuar con la misma cizaña misógina de la que sufrió en su país de origen.
Todo daño antropológico, como apuntaba recientemente en la convención de la cubanidad Yanetsy Pino, con una intervención certera y de denuncia en el periodismo de testimonio, influye en la necesidad, según ella, de otras narrativas para enfrentarnos a la desgracia cubana de vivir y exportar dictadura e ideologización del miedo. Esto no puede ser tratado a la ligera ni puede faltar un estudio serio que analice el conflicto que se ha enquistado en los individuos más flojos y acomplejados, ya sea por su micro universo de trauma familiar, fealdad física, infidelidad también familiar, u oportunismo para obtener beneficios rápidos y dudosos. Desde la naturaleza de sus intenciones personales hasta el hecho de que su trauma es corrosivo y este comportamiento casi siempre termina siendo suicida, que, en mi opinión personal, es la mejor manera de evitarnos el mal rato de perder el tiempo con aquellos que nacieron torcidos y ni tronco tienen ni un carajo que les permita ser un árbol frondoso y no la sombra de un perdedor aniquilado.
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