Por Antonio Ramos Zúñiga
Preludio
Este artículo es como pensar en voz alta. El nuevo año 2025 con Donald Trump no se debe percibir como desgracia para nadie, ni para personas ni partidos, sino como un acontecimiento histórico generado por una democracia viva, de diferencias y de metas grandes que se unifican. El gran ganador ha sido la nación de Jefferson, Washington y Lincoln, de Franklin Delano Roosevelt, Martin Luther King y Ronald Reagan, la república, la fe en la cultura de la libertad y en la Constitución. Ha sido una eclosión de nirvana, un hecho ascensional que vivifica y renueva, que pertenece a todos, fiesta de los sentidos y de la patria, comprensión y abrazo de los opuestos. Ha ganado la democracia. Esta es una fiesta para que todos nos abracemos y podamos enderezar juntos los problemas y peligros de la Babel universal. Pongamos a prueba a Trump, porque no es solo el líder de un partido, también es el presidente de todos los estadounidenses, demócratas, republicanos, derechas e izquierdas, deberá gobernar para cada uno de nosotros y deberá responder a nuestras independencias, reclamos, necesidades, pensamientos y alternativas. La presidencia democrática es mando compartido. También las culpas tendrán que ser compartidas. A persignarse en Notre Dame los que están o no de acuerdo.
Realismo y fantasía de la liberación
Ahora bien, si de verdad la libertad es algo más que una pancarta y un clamor electoral, qué hacer para que la sociedades tiranizadas encuentren un apoyo real, no teórico o mediático, sino de consecuencias prácticas. Liberar un país con lágrimas y consignas no parece funcionar, la crítica no es lo que desalienta a los déspotas. Solo los doblega la rebelión de las masas, como en 1989 en Europa del Este, el boicot internacional, que fue clave para liquidar el apartheid en Sudáfrica, la guerra que llaman justa o necesaria, solución tan drástica como contraproducente, pues sí, las invasiones pueden cambiar regímenes, pero no siempre entrañan libertad, ejemplo Iraq, aunque hay excepciones libertarias: la intervención norteamericana en Cuba, en 1898, y la de los aliados en Normandía, en 1944.
En otros tiempos la guerrilla armada se consideraba recomendable y progre para tumbar dictaduras, hoy ha perdido promotores, se le considera políticamente incorrecta o se le etiqueta de terrorismo, dándosele preferencia a la desobediencia civil y la protesta pacífica, inspirada en Gandhi. Sin embargo, hace un mes, con violencia armada han logrado los sirios deshacerse de la dictadura de Al-Assad. ¿Han podido las mociones y quejas del parlamento europeo y de las Naciones Unidas ablandar a la dictadura cubana? Claro que no. ¿Han podido las protestas pacíficas de los cubanos y el sacrificio de cientos de disidentes presos cambiar al régimen de 65 años en el poder? No ha sido posible, en primer lugar porque ninguna acción internacional contundente ha sido instrumentada, mucho menos una presión disolutiva tajante.
Entonces, ¿qué puede hacer Trump para que la libertad que tanto proclama se haga realidad en Cuba? Nada de invasión militar. Probablemente, apelará a las cláusulas más duras del embargo estadounidense. El embargo siempre ha sido una molestia menor para el régimen, porque lo real es que tal “bloqueo” no existe, como es sabido, hasta que Trump, en 2019, aplicó “disposiciones de mayor impacto”, el llamado Titulo III de la Ley Helms-Burton, que castiga a entidades y personas de cualquier país que trafiquen con bienes confiscados por el régimen. Por supuesto, se armó un torbellino, la Unión Europea se opuso, las entidades comerciales, españolas, canadienses, etc. que lucran en Cuba se sintieron contra la pared. La medida se complementó con restricciones en el envío de remesas y de viajes de Estados Unidos a la isla. Obviamente, para el gobierno cubano significó perder ingresos, endeudarse más, solicitar un salvavidas a sus aliados y brutalizar la represión. De no existir Venezuela chavista, el sistema cubano habría tenido que negociar un cambio o naufragar. Esto no sucedió porque Trump perdió frente a Biden, en 2020, y el castrismo se salvó. Pero, ¿qué pasará a partir de enero de 2025, con Trump de vuelta y el cubano americano Marco Rubio al frente a la diplomacia de Estados Unidos?
Las circunstancias han cambiado, el reseteo ideológico incluye una percepción crítica de los abusos y el fracaso económico castrista. Cuba no es solo un país que no levanta cabeza, es además una prueba de que la ingeniería social comunista no puede impedir que las nuevas generaciones se rebelen contra el soma doctrinario fidelista y el mal gobierno. Según Prisoners defenders, totalizaron 1,148 prisioneros políticos en Cuba, solo en noviembre de 2024.[1] La tiranía, sin duda, puede sobrevivir mediante la represión, pero la quiebra de sus arcas acelera su decadencia y le resta capacidad de maniobras. Lo sabe Trump, y tal vez lo aproveche para que la combinación embargo a rajatabla y diplomacia secreta propicien la transición de la que tanto se habla: la negociación de la libertad (escenario 1) o, por el contrario, podría ocurrir un escenario 2 con actitudes de castrismo recalcitrante y atrincheramiento numantino, como en 1989, lo cual, a estas alturas, conduciría a un peligroso caos en la isla.
El castrismo, con la nueva promoción de líderes e hijos de papá aburguesados, por mucha vesania que haya, debe tener en cuenta que el mundo ha cambiado y la élite, con sus millones, ha de estar pensando que la buena vida vale una buena negociación así sea con el diablo imperialista. En fin, si China, Viet Nam, Rusia, la ex Europa soviética, optaron por una nueva vida con capitalismo, por qué Cuba no ha de acomodarse a los nuevos tiempos. Verdad que es surrealista concebir que Trump y Raúl Castro se estrechen las manos y pacten. Es una fantasía, me han dicho unos colegas. Pero Nixon lo hizo con Mao, y Trump con el coreano del Norte. Claro que esto ocurriría solo si el pacto le garantiza al gobierno cubano la absolución de sus maldades y la nueva democracia, surgida de elecciones libres, se abre al mundo como si nada hubiera pasado. Este final de metamorfosis realista con borrón y cuentas nuevas, ya lo vimos en la extinta Unión Soviética.
El efecto Trump. Socialismo o libertad
Lo que más me ha hecho reflexionar de la victoria electoral de Donald Trump, no es la tribulación del bando demócrata, su silencio fúnebre, especie de mea culpa, sino la cara de carnero degollado que ha puesto la dictadura cubana. Si ahora no les va bien, les irá peor. Trump ha nombrado como secretario de estado al senador Marco Rubio, un cubano de Miami que le ronca, con mucha disposición ideológica para reparar anomalías históricas, empezando por Cuba y Venezuela. Todavía el régimen no ha proclamado la consigna Numancia, socialismo y muerte, como hizo Castro al caer el muro de Berlín, en 1989. Veremos qué sucede en el nuevo tablero geopolítico, porque tal vez a Cuba la dejen para último, pues las prioridades del nuevo gobierno parecen enfilarse a la guerra de Ucrania, y a lidiar con Rusia y China, la troika antinorteamericana más agresiva y de preocupante competencia. A Irán y sus huestes terroristas proxy, se los van a dejar al peleador Israel, que una vez más ha evitado el exterminio con sus cúpulas de hierro. Pax americana, que peleen los involucrados directos. Corolario: un plan de paz, dos estados y coexistencia entre judíos y palestinos, sería otra fiesta de los libres y la derrota del fanatismo y el negocio de las armas.
En México las deportaciones de inmigrantes ya han comenzado, como respuesta a las advertencias arancelarias de Trump. El gobierno mexicano, otra anomalía histórica, bien girado a la izquierda y aliado del castrismo, de seguro termina aceptando las exigencias de Trump, porque la verdad es que México no puede vivir sin Estados Unidos, le debe la prosperidad. Por supuesto, entre muchos intelectuales públicos mexicanos el odio a Trump pasará al subsiguiente melodrama-catarsis, opio sin audiencia, y lo interesante será ver cómo la retórica malabarista explica las predicciones fallidas y el voto hispano masivo pro Trump en Estados Unidos. ¿Cuándo tendremos fiesta de los libres y paz anti narco en la tierra del masón Benito Juárez? Podría ser cuando exista un partido que represente el acto de la libertad y la democracia de la iluminación frente al monopolio del retrógrado estado autoritario y corrupto.
Venezuela es otro problemón, no es fácil reparar un socialismo dañino y un asco de gobierno que apuesta por su supervivencia a cualquier costo, ahí sigue el dictador Maduro, después de perder las elecciones ante los libres. Por tanto, si la diplomacia, la negociación y las presiones económicas fallan, ¿cómo sacar del poder a Maduro, blindado por un ejército leal y apoyado por Cuba, Rusia y China, más el respaldo de Colombia, México y Brasil. ¿Una invasión militar? Debe descartarse, pues el mensaje electoral de Trump no contempla invasiones, al menos que la OEA decida echarse la responsabilidad. Tal vez Marco Rubio logre que Venezuela abandone a Cuba, a cambio de concesiones que quiten presión a Maduro y lo dejen exiliarse inmune y rico, o la CIA resuelva el problema conspirando con las fuerzas armadas, quién sabe. Solo quedan cuatro países con régimenes obsoletos de izquierda en América Latina: Colombia, Brasil, Chile y México, pero no será por mucho tiempo, porque los gobiernos de Milei, en Argentina, y Bukele, en El Salvador, muestran modelos más efectivos que el tradicional modelo corrupto de estado.
Notre Dame y el abrazo de Macron
Europa, después del impresionante espectáculo de Notre Dame restaurada, en París, donde la crema gobernante de Europa, incluido Zelenski, y de otros países compartió con el presidente electo Trump una especie de nuevo espíritu de época, abrazos, empatía, pluralidad, bromas, besamanos, planes, desagravios, respeto y cristiandad, llega al 2025 metida en el despeñadero de una crisis con fea pinta, las super economías de Francia y Alemania por el suelo, la guerra de Ucrania y el fantasma de la tercera guerra mundial, Putin amenazando con misiles atómicos, revueltas anti inmigrantes en Gran Bretaña, los partidos de derecha escalando en los lances electorales nacionales y del parlamento europeo, el gobierno socialista español interpelado por corrupción, la OTAN involucrada en el choque con Rusia y temerosa de que Trump le corte el financiamiento, la competencia comercial cada vez más favorable a China, la inmigración cuestionada como nunca, el miedo a una invasión china a Taiwán, la gente cada vez más crítica con el statu quo, etcétera.
Tantos problemas no se percibían en el glamour de Notre Dame, pero allí estaban. Se resumían en el fuerte abrazo de Macron y Trump, reflejo de avenencias mutuas y de cordialidad entre potencias que deben enfrentar al adversario común, comercial y militar y, asimismo, enderezar la torre de Babel posmoderna. Fuerte abrazo: metáfora de sociedades libres que dan prioridad a la razón de ser como resguado civilizatorio. ¿Quién, sino Estados Unidos, puede sacar a Europa de la angustia existencial, respecto a finanzas y seguridad? Aunque en política a veces no coincidan, no será Trump quien abandone a la principal avanzada defensiva de Estados Unidos en Occidente, la Unión Europea. Hasta ahora, el presidente electo no ha emitido comentarios radicales acerca de imponer aranceles a sus clientes europeos, ni desmantelar la OTAN, esto último ni le pasa por la mente, parece.
El por qué aquellos que lo criticaban y a veces se burlaban pretenden reconciliarse o armonizar políticas, no es porque Trump sea bueno o malo, ni por congraciarse, sino porque Trump ha demostrado consistencia en su desempeño como líder exitoso del mundo libre desde 2016, y su arte de la negociación, the Art of the Deal, ha funcionado como apaga fuegos y palanca de regeneración económica, méritos que se reconocen. Ser el principal vocero de la ideología liberal de la libertad en nuestros días, le ha promovido muchos seguidores en los pueblos que han sufrido o sufren el totalitarismo y entre la intelectualidad de centro y de derecha y partidos verdaderamente democráticos en todo el mundo.
[1] Prisoners defenders, “Informe mensual de prisioneros políticos”, diciembre 2024. Link: https://www.prisonersdefenders.org/2024/12/11/numero-presos-politicos-en-cuba-se-dispara-noviembre-2024/