La virtud natural del «egoísmo»

Por Pedro Jova Pérez

La virtud del egoísmo no radica ni en la racionalidad ni en el objetivismo, sino en el entrenamiento poético del perspectivismo de la voluntad de poder. Todas las consideraciones sobre la acción racional egoísta provienen de aquellas tentativas de Nietzsche suscritas en su Cuaderno de notas (1887) y en la Genealogía de la moral con el objetivo hermenéutico de naturalizar el egoísmo de cara a la falsificación del altruismo.

La nota No. 12 del Cuaderno dice: «Quiero incluso volver a hacer del egoísmo algo natural: cambiando el propósito de negación por un propósito de fortalecimiento».

El texto Nietzsche llega a decir que la existencia del fortalecimiento se ve fundamentada en el ejercicio y la movilidad, prevista del training para nuevas virtudes morales, donde se pondría a prueba la fuerza de poder mantener la palabra. La objetivación en La virtud del egoísmo es atravesada por la ética racional del interés personal y no por el fortalecimiento per se.

Ayn Rand, quien tomó la perspectiva anterior de Nietzsche, postula en La rebelión de atlas:

«La cuestión del egoísmo versus el autosacrificio se origina en un contexto ético. La ética es un código de valores para guiar las elecciones y acciones del hombre, las elecciones y acciones que determinan el propósito y el curso de su vida. Al elegir sus acciones y metas, el hombre enfrenta constantemente alternativas. La elección requiere una norma de valor, un propósito al que deben servir sus acciones o hacia el cual deben estar encaminadas. Valor presupone una respuesta a la pregunta: ¿Valor para quién y para qué?»

Naturalmente, ¿cuál ha de ser la meta o el propósito de las acciones de un hombre? ¿Quién debe ser el beneficiario de estas acciones? Su principal propósito moral tiene que ser el logro de su propia vida y felicidad, ¿o acaso debería serlo servir los deseos y necesidades de otros? El choque entre el egoísmo y el altruismo reside en las respuestas conflictivas de estas preguntas. El egoísmo sostiene que el hombre es un fin en sí mismo; según el altruismo, es un medio para los fines de otros. El egoísmo postula que, moralmente, el beneficiario de una acción deberá ser la persona que la efectúa; el altruismo afirma que, moralmente, el beneficiario de una acción debe ser alguien distinto de la persona que la realiza.

Éticamente hablando, qué significa cambiar la acción racional del egoísmo por el propósito de fortalecimiento. Aun cuando la fuerza se ha rebelado e impuesto, el fortalecimiento en La virtud del egoísmo no aparece ni como una acción ni como un ejercicio. Este fortalecimiento del egoísmo alguien lo ha nombrado Egofitness, una suerte de mantener en forma las aptitudes individuales y personales. No se trata de la racionalidad moral o ética del egoísmo desnaturalizado por las religiones, sino del fitness egoísta: del entrenamiento para mantener en forma las capacidades competitivas, habilidades y talentos.

Por tanto, la virtud del egoísmo no radica en la racionalidad, sino en la acción del entrenamiento para alcanzar nuevos y altos rendimientos. No es objetivista, sino existencialista. El egoísmo natural existe en virtud del entrenamiento y la competencia consigo mismo. Si no ea así, visiten que pasaba en el agón de los griegos helénicos…

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