La camuflada dictadura en España

Por Héctor Rodríguez, PhD

Soy cubano, americano y español. He vivido las dictaduras de Cuba y Venezuela, así como los controles estrictos del primer país capitalista del mundo, mi último lugar de residencia: los Estados Unidos de América.

¿Qué se considera una dictadura?
Es un sistema de gobierno no elegido por el pueblo, alejado de los principios democráticos. En una dictadura, las fuerzas del poder ejecutivo, judicial y parlamentario se subordinan a los intereses de los gobernantes, dejando de servir al pueblo.

Dicho esto, paso a relatar mis vivencias de los últimos dos meses en España, el país que me otorgó la libertad como herencia de mi padre gallego. Recibí la nacionalidad por naturalización y, con ello, mi pasaporte, que me convirtió en un hombre libre… aunque aquí, no tanto.

España actual
España es un país lleno de críticos hacia el gobernante que evitó que se implantara la dictadura más cruel de la historia humana: el comunismo. Sin embargo, coexisten con varias dictaduras del mundo, como Cuba y Venezuela, y aceptan una dictadura solapada bajo el título de «régimen socialista progresista», un calificativo que, en realidad, oculta un sistema que ha frenado el progreso desde la entrada a la Unión Europea.

Sin profundizar demasiado, dejo a los interesados la tarea de analizar cómo los índices económicos actuales no superan los logrados durante el gobierno del Sr. Francisco Franco, tan criticado por estos mismos sectores. El PIB, la inflación, los precios de la vivienda, los intereses bancarios, la salud, la educación y la industrialización no han sido mejorados por el socialismo actual.

¿Cómo he vivido la dictadura actual en España?

  1. Leyes desiguales: Las leyes no se aplican de la misma forma a los ligados al poder que al resto de la población. Los gobernantes eluden sanciones, son perdonados o reciben penas más leves. Además, abusan de su posición otorgando puestos a familiares y amigos, muchos de ellos sin preparación adecuada, replicando los llamados «botelleros» de los años 50 en América Latina.
  2. Corrupción en los tres poderes: La corrupción está tan extendida que el funcionamiento de las instituciones cuestiona la democracia y la libertad.
  3. Restricciones administrativas:
    a) En los restaurantes, no se permite compartir un menú con un acompañante. Esto representa una imposición sobre cómo consumir lo que uno paga.
    b) Si compras alimentos como empanadas o pasteles, no puedes comerlos en el local, solo llevarlos.
    c) Los empleados de servicio, particularmente en museos e instituciones públicas, tratan al cliente con desdén, sin ofrecer información adecuada y en ocasiones regañando al visitante por acciones permitidas.
  4. Mal uso de recursos públicos: He observado cómo se derrocha el dinero de los contribuyentes, como en el caso de unas grúas en la Puerta del Sol que permanecieron sin uso durante semanas para desmontar un árbol de Navidad.
  5. Servicios ineficientes:
    a) Los taxistas dejan a los clientes donde les conviene y no donde estos necesitan.
    b) La Cruz Roja no prioriza la atención sanitaria, limitándose a ayuda “social”.
    c) En los hospitales, las citas son interminables y la falta de medicamentos obliga a los pacientes a regresar repetidamente.
  6. Gobierno no elegido: Aunque los ciudadanos votan, el gobierno se forma con coaliciones de partidos que el pueblo no necesariamente eligió, lo que genera una desconexión entre los gobernantes y los electores.

Comparativa con los Estados Unidos
Estados Unidos se fundamenta en tres principios:

  1. Derecho a la vida.
  2. Derecho a la libertad.
  3. Derecho a la propiedad.

En España, los dos últimos derechos están en peligro. Aquí no se respeta la libertad del cliente ni el derecho a la propiedad. Por ejemplo, los «ocupas» pueden apoderarse de una vivienda y las aseguradoras promueven políticas para protegerse de ellos, mientras que el gobierno no toma medidas firmes.

El Rey de España, en respuesta a las quejas por inundaciones en Valencia, afirmó: “Ustedes votaron por sus gobernantes”, obviando que el gobierno no necesariamente representa al partido más votado.

Conclusión
Si España no cambia, seguirá manteniendo sus normas dictatoriales bajo una monarquía ambigua y poco valiente, que no se atreve a liderar una verdadera transformación hacia una democracia real. Mientras tanto, espero mi regreso a los Estados Unidos, donde el trato al cliente y la filosofía de «el cliente es quien manda» son un recordatorio constante de la libertad que extraño cada día.

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