Por Carlos M. Estefanía
Las recientes acusaciones de acoso y abuso sexual contra una figura pública como Íñigo Errejón han desatado una tormenta política y mediática que continúa acrecentando tensiones en España. Así las cosas, Yolanda Díaz, vicepresidenta y ministra de Trabajo del partido Sumar, creado por el susodicho, se ha visto obligada a regresar de un viaje diplomático a Colombia para enfrentar la crisis, que afecta directamente a su partido, parte de la coalición de gobierno. La situación recuerda un tanto a la de los social-revolucionarios, cuando cayeron en desgracia, tras ser los últimos aliados que tuvieron los bolcheviques antes de implantar su dictadura unipartidaria. Y es que la caída de Errejón, más que una tragedia personal, augura la pronta caída de otras cabezas en una purga interna que, por ahora, no sabemos hasta dónde llegará. Esto no lo frena ni las declaraciones de Díaz, en respaldo a las víctimas de violencia de género, lo mismo da si presuntas o reales. Sin embargo, su omisión del “caso Errejón” no ha impedido la dimisión de Loreto Arenillas, diputada de Más Madrid, quien renunció tras ser acusada de mediar en un supuesto caso de acoso relacionado con Errejón en un festival de música en 2023. En respuesta, Sumar ha asegurado, algo que nadie cree, no haber tenido conocimiento de estas denuncias hasta su divulgación en redes sociales, aunque se dice que el partido aliado Más Madrid ya había informado sobre el incidente.
La reciente rueda de prensa de Sumar[i] para abordar las acusaciones de acoso sexual contra Íñigo Errejón ha suscitado diversas reacciones, y muchos críticos consideran que la respuesta del partido es problemática en varios aspectos, independientemente de la veracidad de las acusaciones. Sumar ha admitido deficiencias en sus mecanismos de detección y prevención de acoso, pero la falta de claridad en cómo se implementarán las nuevas medidas genera dudas sobre su efectividad. Las promesas de establecer protocolos y brindar apoyo a las víctimas son bienvenidas, pero sin un plan concreto, estas iniciativas podrían quedar en simples declaraciones. La ambigüedad en la aplicación de estas políticas podría llevar a una falta de confianza en la organización, tanto por parte de las víctimas como de sus miembros.
Durante la rueda de prensa, hubo múltiples preguntas sobre el contexto de las acusaciones y la gestión de denuncias anteriores. La falta de respuestas claras sugiere una evasión de la responsabilidad más amplia que Sumar debería asumir. Ignorar las inquietudes sobre la gestión de casos previos podría alimentar la percepción de que el partido no está dispuesto a abordar la supuesta cultura de acoso que dice combatir. Al final todo parece indicar que Sumar, está sumando las papeletas para convertirse en el POUM[ii] del actual “Frente Popular”, que rige en España
A esto hay que agregar lo que nadie se atreve a señalar desde la derecha: la manera en que Sumar ha gestionado la situación solo refuerza su oposición a la presunción de inocencia. Al solicitar la renuncia de Errejón de manera tan rápida, el partido parece haber priorizado una respuesta pública ante la presión mediática y social, en lugar de un análisis exhaustivo y justo de las acusaciones. Este enfoque puede interpretarse como una falta de respeto tanto hacia las presuntas víctimas como hacia el acusado, quien merece un proceso justo y equitativo. La situación actual exige una reflexión profunda y un compromiso genuino con la justicia para todos los involucrados.
Aguas revueltas, ganancias de pescadores
En el agitado mar de la política española, las antiguas rencillas entre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias resurgen como ecos de un tiempo en que ambos fueron pilares de Podemos. La historia de su discordia comenzó, al menos en apariencia, como un choque de visiones: Errejón soñaba con una plataforma inclusiva, tejiendo alianzas con otras fuerzas de izquierda, mientras Iglesias se posicionaba con un enfoque más agresivo y polarizado. Con el tiempo, las diferencias se agudizaron, especialmente durante la crisis interna de 2017, que culminó en la ruptura definitiva de Errejón y su decisión de fundar Más País en 2019. Este movimiento fue un claro indicador de su desacuerdo sobre cómo debería navegar el partido y su estrategia de colaboración con el PSOE. Las tensiones no solo se debieron a visiones políticas, sino también a estilos de liderazgo dispares y a una creciente percepción de que Iglesias concentraba demasiado poder.
Recientemente, Iglesias ha compartido su opinión sobre las acusaciones de violencia de género que llevaron a Errejón a dimitir de todos sus cargos. “Esto ya se comentaba hace un año”, afirmó sin rodeos. En una emotiva intervención en el programa «59 segundos» de TVE, Iglesias, quien cofundó el partido morado junto a Errejón, destacó que había «numerosas víctimas que no encontraban un espacio seguro para alzar la voz». Fue la periodista Cristina Fallarás quien se convirtió en el altavoz que muchas necesitaban, publicando un testimonio anónimo en Instagram que, sin nombrarlo directamente, sirvió como detonante para la renuncia del ex portavoz parlamentario de Sumar.
pierde la ocasión de dar un abrazo de oso al afirmar: “Fue mi amigo, y no me alegra ver que su historia haya terminado de esta manera tan trágica”. Sin embargo, esta aparente preocupación parece más un intento de capitalizar la situación que un genuino lamento. Aprovecha la oportunidad para lanzar críticas hacia el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sugiriendo que sus mensajes en redes sociales muestran una mayor inquietud por Sumar que por las víctimas de violencia de género. Con esto, Iglesias deja entrever su intención de desestabilizar el panorama político, revelando sus verdaderas intenciones de reanudar su papel protagónico.
Estas declaraciones se producen justo después de que Errejón anuncie su renuncia a su escaño y a todos sus cargos políticos en una carta pública. Aunque Errejón no aborda las acusaciones directamente, menciona haber alcanzado «el límite de la contradicción entre el personaje y la persona», lo que sugiere una profunda crisis de identidad en su trayectoria política.
Mientras tanto, Iglesias se posiciona en el tablero político como un ave de rapiña, esperando que la caída de Errejón le brinde la oportunidad de recuperar la influencia que una vez tuvo en la izquierda española. En su visión, el colapso de Errejón no es solo un fin, sino una oportunidad dorada para cuestionar la solidez de Sumar y del PSOE, insinuando que la plataforma de Yolanda Díaz carece de la consistencia necesaria para perdurar hasta las próximas elecciones. Para Iglesias, este es un triunfo de valores de “moralidad” y “pureza ideológica”, un eco del puritanismo que ha invadido lo que hoy se conoce como la izquierda.
¿Motivos para el optimismo de derecha?
Hoy, todos hacen leña del árbol caído que es Íñigo Errejón. En la izquierda «woke», algunos se distancian para no verse salpicados, mientras que otros aprovechan su desgracia para vengarse de lo que consideran un «Trotsky» frustrado de la revolución de género en España. Un punto intermedio lo ofrece el comentarista radial Federico Jiménez Losantos, quien, con un tono casi de satisfacción, establece paralelismos inquietantes entre la situación de Errejón y los juicios comenzados por Stalin. en agosto de 1936, cuando se inicia en Moscú un juicio que implicó a dieciséis viejos bolcheviques. Entre aquellos se encontraban sus antiguos aliados Grigori Zinóviev y Lev Kámenev, quienes fueron ejecutados tras confesar bajo presión. Un segundo juicio, tuvo lugar en enero de 1937 donde diecisiete miembros de menor rango fueron juzgados; trece fueron fusilados y otros enviados al Gulag. El tercer juicio, en marzo de 1938, incluyó a veintiún acusados, entre ellos Nikolái Bujarin y Alekséi Rýkov, todos ejecutados. Además, en 1937, varios generales del Ejército Rojo, incluido Mijaíl Tujachevski, fueron ejecutados en un juicio militar secreto.
Losantos se refiere en términos generales a aquellos eventos al paso que compa la estrategia de Podemos con las respuestas de las turbas feministas durante el escándalo de La Manada, donde las opiniones públicas parecieron prevalecer sobre la justicia en un contexto de linchamiento público[iii].
Al mismo tiempo, al equiparar a Errejón con los represaliados, el periodista lo identifica con los depredadores sexuales de la jerarquía soviética, sin tener en cuenta las diferencias de poder y las desventajas que enfrenta en comparación con ellos. Al final, Errejón es, ante todo, un político más dentro de una democracia liberal, y su apariencia aniñada y su complexión frágil probablemente le han presentado más de un desafío en su vida amorosa. Esto podría explicar sus excesos más que las acusaciones que él mismo dirigía al patriarcado y al liberalismo, al estilo de aquellos encausados en Moscú que alegaban actuar contra el pueblo soviético bajo la influencia de sus enemigos.
El escándalo no solo impacta a Errejón y a Sumar, sino que también tiene repercusiones para el PSOE. Se sostiene la creencia de que el desgaste de su socio de coalición reduce las posibilidades de alcanzar una mayoría estable en futuras elecciones. A su vez, temen que la situación se complique si Iglesias decide adoptar un discurso más radical, lo que podría fragmentar aún más el voto de la izquierda. En resumen, se enfrentan a una fractura en la izquierda española que, a largo plazo, podría marcar un punto de inflexión en la política del país.
En otras palabras, el retablo de marionetas que han armado los políticos les fascina, sin que se percaten, ni siquiera tras la lección que les ha dado Errejón, de que lo que dicen y lo que hacen cuando creen que nadie los observa son dos cosas muy distintas. Esta gran ficción ha puesto de manifiesto que el sistema que han instaurado es capaz de devorar incluso a quienes lo defienden. ¿Qué no hará, entonces, con aquellos que se le oponen, ahora que muchos aplauden su voracidad?
Cuando la sed de venganza obnubila
Hoy, todos hacen leña del árbol caído que es Íñigo Errejón. Algunos en la izquierda «woke» marcan distancia para no verse salpicados; otros aprovechan su desgracia para saldar cuentas con quien consideran el «Trotsky» frustrado de la revolución de género en España. Entre ellos se encuentra el comentarista Losantos, quien, basándose en su crítica al comunismo, equipara al joven político español con los grandes depredadores sexuales de la jerarquía soviética, sin tener en cuenta las notables diferencias de poder y las desventajas que Errejón, con su apariencia aniñada, ha enfrentado en su vida personal. Esta situación podría explicar sus excesos más que las acusaciones que él mismo dirigía al patriarcado y al liberalismo, los cuales ahora se vuelven contra él.
Muchos de los influyentes de la despectivamente llamada por la izquierda “faschoesfera” se regocijan con la noticia. No perciben el riesgo que encierra esta situación: están siendo testigos de lo que algunos del fortalecimiento de una “dictadura de género”, aunque intenten distraer a la audiencia con el sacrificio de uno de los suyos.
En Errejón no vemos tanto a un Trotsky, enfrentado hasta la última gota de sangre con su enemigo, como a un Bujarin que, al igual que los procesados en los Juicios de Moscú, ha sido llevado a una autoinculpación. Pero, a diferencia de aquellos bolcheviques, Errejón se ha declarado culpable sin la presión de la tortura, llevándose consigo a todos quienes una vez colaboraron con él. El revolucionario moderno ha cedido con apenas unos pocos testimonios en redes sociales, a pesar de que algunos exponen el grado de complicidad de la supuesta víctima con su supuesto acosador. parece evidente que una muñeca inflable habría mostrado más resistencia, que las compañeras a los requerimientos carnales del alfeñique Errejón.
Estas historias, más que dramáticas, parecen sacadas de algún capítulo del Decamerón de Boccaccio o de Las mil y una noches en su versión original, es decir, erótica. Quien tenga dudas solo necesita escuchar la lectura que hace de uno de estos relatos la abogada Begoña Gerpe en su video: “ERREJÓN PUEDE ACABAR EN PRISIÓN. POCA BROMA»[iv].
Estos relatos trascienden más allá de calificar a Errejón como el «Christian Grey podemita», como lo llama la abogada; ponen de manifiesto no solo las dificultades que enfrentan los hombres de su generación para acceder al acto sexual con consentimiento, sino también los problemas que muchas mujeres de la misma edad encuentran para no ser utilizadas sin su propia aprobación.
En épocas pasadas, la defensa del honor personal era fundamental para las mujeres; sin embargo, hoy, en lugar de la dignidad que caracterizaba a nuestras bisabuelas, parece prevalecer una sumisión lamentable ante el acoso sexual, seguida de una escandalosa cacería de brujas una vez consumado el delito. Esto ocurre incluso cuando la presunta agresión proviene de figuras físicamente débiles, como Errejón, quien, a juzgar por sus escuálidos brazos, no parece haber levantado una mancuerna en su vida y difícilmente intimidaría a una dama con el mínimo de entrenamiento físico que suelen tener las de este tiempo en que las mujeres musculosas están de moda.
Y este asunto no afecta únicamente a las mujeres; basta con observar los consejos de supervivencia para soldados que se comparten en plataformas como YouTube para entender la magnitud del problema, basta con encontrar entre las entrevistas del canal. VeMarkte[v] concedida por Javier, un español que alardea de sus aventuras en la Legión Extranjera francesa. En medio de sus experiencias, el legionario nos vende como alentadora la historia de un camarada apresado por el enemigo y humillado sexualmente a diario por los guerrilleros musulmanes El Zahara, en una suerte de Prisión de Abu Gurayb[vi] a la inversa. La solución salvadora, según Javier, fue besar a uno de sus sodomitas, el cual una enamorado, le dejó escapar. En otra palabra que lo que hoy se recomienda a estos aguerridos hombres de acción, en lugar de quitar o quitarse la vida antes de ser violado por el enemigo, es la repulsiva fórmula de “relájate y goza”. Si así están los consejos y la moral de esos “viriles legionarios”[vii], ¿qué podremos esperar del resto de los mortales, “mortalas” y “mortalos” que absorben sus mensajes en redes?
Volviendo a Errejón, parece que, en esta situación, tanto la derecha como la izquierda coinciden en pedir castigo para el presunto acosador. Que la izquierda lo haga es predecible; sin embargo, que un sector de la derecha lo celebre, solo para atacar a un enemigo caído, da que pensar. Evidentemente, se trata de un grupo apasionado que, al exigir la aplicación en este caso de las leyes de género vigentes, termina apoyando aquello que hasta ahora había combatido en nombre de la justicia y la equidad auténtica entre géneros. Es como si los derrotados en la guerra civil rusa aplaudieran los procesos de Moscú en los años treinta, ya que, en vez de ser acusados monárquicos, liberales, social revolucionarios, mencheviques o anarquistas, las cabezas que se pedían pertenecían a algunas figuras importantes del régimen que les había derrotado.
Al final, lo que se pasa por alto es que lo que se observa es un giro de tuerca en el sistema represivo, y no es tan buena noticia como parece que la revolución devore a sus hijos; al contrario, es una señal de que está más hambrienta y, por ahora, va tras las cabezas de quienes aplauden su espectáculo. Algunos opositores al régimen de Sánchez aseguran que España ha vuelto a 1936, cuando se iniciaba la guerra civil, pero podrían matizar y decir que el país se ha desplazado en tiempo y espacio a la Rusia de esa época, aquella Unión Soviética en la que entre 1936 y 1938, miembros del Partido Comunista fueron acusados de conspiración y traición, resultando en juicios y ejecuciones.
Como Stalin justificaba en sus purgas de antiguos bolcheviques, sostenía que, al avanzar el socialismo, la lucha de clases no desaparece, sino que se intensifica. Según su visión, las resistencias internas y los enemigos del socialismo se vuelven más activos y peligrosos conforme el sistema se consolida, lo que, en su interpretación, justificaba una vigilancia y represión constantes para asegurar la pureza ideológica y la supremacía. Ahora que el caído en desgracia es un enemigo político, tanto sus ex camaradas y como enemigo adoptan el mismo discurso feminista, que tiende a infantilizar a la mujer y a convertir al hombre en villano en las relaciones heterosexuales.
Lo peor de todo no es que Errejón hiciera en privado lo que condenaba en público, sino que quienes defendían en público lo que él censuraba como pecados ahora aceptan esos supuestos pecados solo por ejecutar sus venganzas. Con ello, fortalecen en España un nuevo puritanismo, que no viene de fanáticos protestantes, sino de una progresía que, en el fondo, es lo más reaccionario en cuanto a libertades y derechos humanos que pueda concebirse en este siglo.
Como se suele decir, la historia se repite, primero como tragedia y luego como comedia, que es lo que parece haberse desatado con el caso Errejón, por el momento. Pero más cierto que esa expresión es que quienes desconocen esa misma historia terminan repitiéndola. Estad alerta, pueblo español.
Referencias
[i] La Respuesta de Sumar ante los Acosos Sexuales de Íñigo Errejón
[ii] Partido Obrero de Unificación Marxista; organización que por su postura antiautoritaria y crítica hacia la URSS resultó perseguida y suprimida por parte del mismo bando republicano.
[iii] Federico a las 7: Todo es turbio en el caso Errejón – es Radio
[iv] https://youtu.be/KPbr6WAB1AI?si=oEfXD5nzCUgutE17
[vi] La prisión de Abu Ghraib, ubicada cerca de Bagdad, Irak, fue escenario de torturas infligidas por soldados estadounidenses a soldados iraquíes, según se revelo en el 2004. Los prisioneros fueron sometidos, entre otros tratos crueles, a abusos sexuales.
[vii] https://youtube.com/shorts/if_RSbsPaKQ?si=-Sb5jEcDK-iOGKPx