Por Carlos Manuel Estefanía
Trabajo con jóvenes adolescentes y he de reconocer que muchos ni quieren ni deberían estar obligados a estudiar, al menos según este modelo uniformador educativo, surgido con las industrias y que tan pocos de adapta a las características de cada individuo. Qué bien harían algunos, en particular los más hiperquinéticos, en canalizar sus energías trabajando manualmente, aunque fuese a medio tiempo, aprovechando el resquicio para esta saludable actividad física que nos deja el que aún no se haya establecido el monopolio de la inteligencia artificial y la tecnología. Pero no, muchos, a causa de las inflexibilidad del mercado laboral y del sistema educativo están condenados a hacer cada día exactamente lo mismo y al mismo tiempo que decenas de compañeros de clase y si no aguantan se les diagnostica y a empastillarles a fin de que entren por el redil.
Por eso, me parece aceptable cualquier medida que facilite la combinación del estudio y el trabajo, siempre que represente un beneficio material y formativo del carácter del joven. De ahí mi interés, a pesar de la distancia, en la reforma laboral para la Florida.
El proyecto, que amplía las oportunidades de empleo para los adolescentes, ha sido objeto de un intenso debate. Sin embargo, las críticas que ha recibido se basan en argumentos que ignoran tanto las necesidades del mercado laboral como la capacidad de decisión de los jóvenes y sus familias.
Los opositores sostienen que esta reforma expone a los adolescentes a la explotación laboral y que el Estado debería restringir sus horas de trabajo para garantizar su bienestar. Pero este argumento parte de la premisa errónea de que los jóvenes carecen de agencia para decidir sobre su propio empleo y que sus familias son incapaces de orientarlos. En realidad, la reforma permite que más adolescentes adquieran experiencia laboral y responsabilidad financiera, elementos fundamentales para su desarrollo personal y profesional. Lejos de ser explotados, estos jóvenes están ganando habilidades valiosas en un entorno donde sus derechos laborales siguen protegidos.
Además, la economía de Florida depende en gran medida de sectores como el turismo, la hostelería y el comercio minorista, donde la disponibilidad de trabajadores es clave. Restringir el acceso al empleo juvenil en un contexto de escasez de mano de obra no solo perjudica a las empresas, sino también a los propios jóvenes que buscan ingresar al mercado laboral. La experiencia laboral temprana no solo beneficia a los adolescentes en términos de independencia económica, sino que también contribuye a mejorar sus habilidades interpersonales, su ética de trabajo y su capacidad de organización, cualidades que serán esenciales para su futuro profesional.
Uno de los críticos más vocales de la reforma es un antiguo profesor de jurisprudencia en Cuba y actual propagandista del Partido Demócrata, Guenadi Rodríguez, alias «Guena Rod». El agitador cubano, radicado en Miami, ha manifestado en su canal de YouTube* que esta medida es un retroceso en los derechos laborales y que fomenta la precarización del empleo juvenil. Sin embargo, su postura parece ignorar deliberadamente que los jóvenes y sus familias tienen la capacidad de decidir qué es mejor para su futuro.
Rod asume erróneamente que el trabajo juvenil es sinónimo de explotación, cuando en realidad representa una vía legítima para el crecimiento personal y profesional. Además, su crítica no considera que la legislación laboral de Florida sigue asegurando la protección de los trabajadores adolescentes, evitando situaciones de abuso. Si bien Rod ha insistido en que la reforma debilita las protecciones legales existentes, su postura ignora el hecho de que la supervisión gubernamental sigue vigente y que los jóvenes trabajadores pueden reportar cualquier irregularidad ante las autoridades competentes.
Rod también ha señalado que esta reforma podría aumentar la deserción escolar, pero sus afirmaciones carecen de evidencia sólida. En otros estados donde se han aplicado medidas similares, no se han registrado impactos negativos significativos en el rendimiento académico. Su argumento, más que una crítica fundamentada, parece responder a una visión paternalista que subestima la capacidad de los jóvenes para administrar su tiempo y responsabilidades.
De hecho, numerosos estudios han demostrado que los adolescentes que trabajan de manera responsable desarrollan una mayor capacidad de organización y aprenden a equilibrar mejor sus prioridades, lo que a menudo se traduce en un mejor desempeño académico y una mayor preparación para la vida adulta.
Los detractores también argumentan que un aumento en las horas de trabajo podría afectar el rendimiento académico. No obstante, ignoran que los adolescentes y sus familias pueden equilibrar sus horarios laborales con sus responsabilidades escolares, tal como ocurre en otros estados con regulaciones similares. La evidencia no muestra que una mayor flexibilidad laboral tenga un impacto negativo generalizado en la educación; al contrario, puede fomentar la disciplina y la gestión del tiempo.
Además, en muchos casos, los jóvenes trabajadores desarrollan una apreciación más profunda del esfuerzo y el valor del dinero, lo que los motiva a esforzarse aún más en sus estudios y a planificar mejor su futuro.
Otra crítica frecuente a la reforma es que promueve una cultura de empleo mal remunerado para los jóvenes, privándolos de oportunidades de formación académica superior. No obstante, este argumento es falaz, ya que el trabajo adolescente no es un obstáculo para la educación, sino un complemento que les permite adquirir experiencia práctica mientras continúan su desarrollo académico.
Muchos de los jóvenes que inician su trayectoria laboral en empleos de baja remuneración utilizan esa experiencia para escalar a mejores posiciones, desarrollar habilidades empresariales o incluso financiar su educación universitaria.
Históricamente, las sociedades que han fomentado el empleo juvenil han mostrado un mayor grado de independencia económica entre los jóvenes, lo que repercute en una menor dependencia de subsidios estatales y una mejor capacidad de planificación financiera a largo plazo.
Lejos de ser una medida regresiva, la reforma laboral en Florida representa un paso hacia una sociedad en la que el trabajo y la educación pueden complementarse, ofreciendo a los adolescentes un terreno fértil para su crecimiento.
Es importante destacar que las oportunidades de empleo juvenil no solo benefician a quienes las aprovechan, sino que también tienen un impacto positivo en la sociedad en su conjunto. Un adolescente que aprende a trabajar desde una edad temprana desarrolla hábitos de responsabilidad, puntualidad y compromiso, características que serán cruciales en su vida adulta.
Esta reforma permite precisamente que más jóvenes tengan acceso a este tipo de experiencias enriquecedoras.
A su vez, el hecho de que los adolescentes puedan participar más activamente en el mercado laboral también tiene un impacto en la movilidad social. Para muchas familias de bajos recursos, la posibilidad de que sus hijos trabajen más representa un alivio financiero significativo, permitiendo que el hogar en su conjunto prospere materialmente.
Negarles esta posibilidad en nombre de una supuesta protección resulta, en última instancia, una barrera artificial que impide su avance físico, económico, moral e incluso intelectual. Es por demás concederle espacio a tentaciones hijas del ocio como son las drogas y la actividad criminal.
Referecnia
Genadi Rod: ¿Trabajo Infantil en Florida? La Nueva Propuesta de DeSantis Que Causa Indignación
https://youtu.be/l0YH-NHYbtM?si=vJJF_rn8PQkxj_2y—
”La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan”
Redacción de Cuba Nuestra
Visita las secciones de Cuba Nuestra
en
https://tertuliastockholm.wixsite.com/tertulia/inicio
http://cubanuestrasecciones.wordpress.com/
https://www.youtube.com/user/CubaNuestra
https://www.facebook.com/CubanuestralaprimeradeEscandinavia
http://www.ivoox.com/podcast-podcast-cuba-nuestra_sq_f177460_1.html