Por Carlos Manuel Estefanía
Máster en enseñanza por la Universidad de Estocolmo
En Suecia, un fenómeno inquietante ha comenzado a extenderse: algunos padres llegan a las reuniones escolares de desarrollo acompañados por abogados familiares. “De repente, aparecen en la puerta”, comenta Britt-Marie Selin, presidenta de Sveriges Lärare en Estocolmo. Este comportamiento, que se observa tanto en escuelas privadas de zonas acomodadas como en centros públicos de áreas desfavorecidas, plantea interrogantes sobre la relación entre los padres y el sistema educativo.
¿Es esta desconfianza hacia la escuela una reacción aislada o el síntoma de un problema estructural más profundo? Mientras intentamos descifrar las razones detrás de estas dinámicas, los maestros se encuentran en el ojo del huracán, siendo el blanco más visible y vulnerable en un sistema que parece estar fallándoles.
La creciente presión sobre los docentes
Los maestros, quienes deberían ser reconocidos como pilares del sistema educativo, enfrentan una carga que va mucho más allá de su labor pedagógica. Según una encuesta realizada por Sveriges Lärare, más de la mitad de los profesores han recibido exigencias irracionales de los padres en el último año. Estas demandas, que incluyen solicitudes de ajustes personalizados en la enseñanza, apoyo adicional o incluso mejores calificaciones, no siempre consideran las limitaciones reales de recursos y tiempo que enfrentan las escuelas.
Peor aún, en algunos casos, los abogados no solo acompañan a los padres para expresar preocupaciones legítimas, sino que llegan con la intención de cuestionar calificaciones, evaluaciones o incluso decisiones disciplinarias. “Pueden aparecer sin previo aviso y simplemente estar ahí, de pie en la puerta”, relata Selin. Este tipo de situaciones, percibidas como intimidatorias, socavan la confianza en los profesores y generan un ambiente hostil que afecta a toda la comunidad escolar.
La escuela, ¿un sistema bajo amenaza?
Estas intervenciones, aunque extremas, son solo la punta del iceberg. Según Veronika Fridlund, investigadora de Sveriges Lärare, los docentes enfrentan presiones constantes que incluyen amenazas de demandas legales, denuncias ante la Inspección Escolar y exposiciones en redes sociales. Si bien los padres tienen derecho a velar por los intereses de sus hijos, cabe preguntarse si estas acciones no están poniendo en jaque la autonomía profesional de los educadores y, por ende, la calidad del sistema educativo en su conjunto.
La presidenta de Sveriges Lärare advierte que si esta tendencia continúa, será cada vez más difícil reclutar y retener personal docente. ¿Qué tipo de mensaje estamos enviando a quienes eligen esta noble profesión cuando los convertimos en el blanco de ataques en lugar de aliados en el proceso educativo?
El maestro: eslabón débil, pero no culpable
¿Por qué, en un sistema con múltiples actores responsables, la carga recae casi exclusivamente en los maestros? Es en ellos, no en las políticas educativas ni en los recursos insuficientes, donde se concentra la presión de padres descontentos. Tal vez sea porque son el rostro más accesible del sistema, o quizá porque es más fácil culpar a una persona que cuestionar la estructura misma.
Sin embargo, los maestros no son los enemigos. Son los aliados más cercanos de los padres en el desarrollo integral de los estudiantes. Su labor, lejos de ser un obstáculo, es una herramienta indispensable para construir una sociedad más justa y educada.
En lugar de perpetuar un clima de confrontación, deberíamos trabajar juntos para fortalecer la confianza mutua. Esto implica tanto defender la dignidad y el trabajo de los maestros como cuestionar, de manera constructiva, los aspectos del sistema educativo que podrían estar contribuyendo a esta crisis de confianza.
El futuro de las escuelas suecas no puede depender de un constante desgaste emocional y profesional de los docentes. Si seguimos permitiendo que sean el blanco de estas presiones, no solo estamos fallándoles a ellos, sino también a los hijos de quienes vivimos en Suecia y al futuro de su sociedad.
Fuente: TT Nyhetsbyrån—
”La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan”
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