Auto-exilio cultural

Por Locomotriv

No hay forma de medir las consecuencias que se avecinan, pero el impacto será demoledor. El espíritu guerrero y conquistador de lo que fue antiguamente Occidente peligra, resquebrajándose frente a la nada, inoculando el sistema inmunitario de defensa con el virus de la santa trinidad espiritual india: no luchar, no esfuerzo, no defensa. Sumarse a lo anterior, y apoyar la pasividad ante la vida, transforma el sujeto en devoto del estrafalario agradecimiento.

Hemos llegado a construir, por medio del buenismo, un discurso dramático contra el carácter bio-afirmativo de la vida occidental y por eso ahora practicamos, al no tener otra cosa que el psicoanálisis, las técnicas de Yoga, Tantra, asimilando maneras ascéticas como budismo, zen y taoísmo sin comprender que todas esas enseñanzas son parte también del universo de los ejercicios disciplinantes ascéticos morales de la vida.

Abandonamos Occidente a su suerte, elaborando una manera de escritura protuberantemente cínica, dejando de pensar en la ira de Aquiles, en la ansiedad thymoica de Sócrates, en la hiperacrobacia ateniense de Alcibíades, en el virtuosismo renacentista de Miguel Ángel, en la democracia bastarda de Shakespeare, en el eros de la procreación libertina de Sade, en el vitalismo y egoísmo artístico de Nietzsche, en el juicio zoo vital de la hominización de Kafka y en el egoísmo fitness de Ayn Rand. Poco a poco dejamos de ser fuertes….

De lo que se trata es de apoyar la cultura cubana en el exilio y la diáspora. Basta continuar invirtiendo en una cultura que poco representa «libertad». La cubana, la que se desarrolla en Cuba en sus diferentes manifestaciones (oficial, popular e independiente), causa fuga de capital innecesario. Mi punto de vista es que si fortalecemos al máximo la cultura cubana al margen de las que suceden en la isla, la primera por si sola se convertirá en el gran acontecimiento anticastrista per se.

No sé debido a qué, pero la situación cultural cubana dentro de la isla nos absorbe hasta el último pelo. En La montaña mágica del escritor Tomás Mann aparece un personaje circense que se ve obligado a cruzar el aro ardiente de la existencia haciendo malabares estrambóticos para ganarse el pan. Logra hacerlo varias veces, pero a fin de cuenta cae y aterriza de cabeza en el suelo. Pronto el funámbulo se da cuenta de que la inversión del ejercicio debía haber sido por otra dirección…

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