Por Victor Lafarge
No estamos viviendo en la distopía que Michel Houellebecq imaginó en Sumisión, sino en la más inquietante realidad que describe en Aniquilación. Houellebecq, a menudo considerado un profeta moderno, ha demostrado una capacidad asombrosa para captar el zeitgeist antes de que los eventos lo confirmen. Desde Plataforma, su novela de 2001 sobre la decadencia occidental y el turismo sexual, su capacidad para anticipar crisis globales ha sido perturbadora. Plataforma predijo la presencia de los talibanes en la agenda mundial antes del 11 de septiembre y vislumbró el atentado en Bali contra turistas.
Serotonina, publicada en 2019, parece haber anticipado los levantamientos de los chalecos amarillos en Francia. Cada vez que surge una crisis que evoca el caos de una guerra civil, como el reciente asesinato de tres chicas en Southport, Reino Unido, y la consecuente tensión con el Islam político, el pensamiento colectivo salta inmediatamente a Sumisión. Publicada en 2015, esta obra de Houellebecq marcó, para muchos, el inicio de un período de profundas divisiones sociales.
Sin embargo, es curioso que, entre las predicciones de Houellebecq, Aniquilación , su enigmática obra de 2022, pase a menudo desapercibida. Esta novela, que recibió críticas variadas y quizá nunca fue completamente comprendida, explora la vida de extremistas de derecha satisfechos, hackers todopoderosos y un terrorismo híbrido que acecha en las sombras. Aniquilación comienza con la aparición de símbolos enigmáticos en espacios públicos, cuya interpretación se confía a Paul Raison. Estos símbolos incluyen deepfakes terroríficos, cuya ambigüedad intencionada les otorga una cualidad casi poética, mostrando la ejecución de un ministro o el descarrilamiento de un tren.
Estamos apenas comenzando a vivir la realidad de Aniquilación. Esta es una distopía que se infiltra lentamente en nuestra percepción, un reflejo del creciente sentimiento de desrealización que permea nuestra sociedad en múltiples niveles. Desde los supuestos «ataúdes de soldados franceses de Ucrania» plantados por el servicio secreto ruso frente a la Torre Eiffel, hasta los triángulos rojos pintados por simpatizantes de Hamas en las universidades, el espacio público se ha convertido en un escenario para ataques híbridos cuyo objetivo es sembrar la duda sobre la realidad misma. En esta sociedad moderna, hiperconectada y frágil, somos cada vez más vulnerables a la aniquilación, porque nuestras limitaciones perceptivas nos impiden comprender plenamente lo que ocurre a nuestro alrededor.
Aniquilación también captura, a través de la historia de la hermana del protagonista, una mujer religiosa y feliz, la extraña inclinación hacia un tradicionalismo cultural que vemos hoy en día. La contrailustración no solo está preparada, sino que ya ha comenzado a tomar forma.