José Bedia y el laberinto de la eternidad

   Por Elías Permut                          

¡Que descansada vida

                                       la que huye del mundanal ruido

                                          y sigue la escondida

                                          senda, por donde han ido

                                          los pocos sabios que en el mundo han sido; […]

                                                                          Fray Luis de León

La creación interdisciplinaria en José Bedia discursa sobre la idea del viaje como alegoría, su imaginario se basa en la emigración como preludio y fin del exilio sin retorno. Toda su trayectoria se afirma en la sumatoria de las vivencias sufridas por la humanidad en su estado primigenio. La tribu es su obsesión, la comunidad primitiva como estado ideal es su paradigma más preciado. Debido a esa cosmovisión ancestral son sus interrelaciones y su convivencia a través de varias décadas con las comunidades indígenas africanas e indoamericanas, por eso también ha reunido una vastísima colección de objetos tribales que el propio artista equipara a su propia obra visual. Este creador constituye una voz rara avis en el gremio global del arte contemporáneo y vive aislado del bullicio de la farándula de los artistas como un monje tibetano en las cimas del Himalaya. Su vida es como un viaje hacia dentro y transita muy lejos de las modas estéticas del momento y del escándalo de las redes sociales.

Comenzaremos con la instalación ¨Un violín para el ángel de la guarda¨ expuesta en el Museo NSU, Fort Lauderdale de Florida, Estados Unidos, por el año 2018. Aquí la temática del espíritu protector es abordada desde la perspectiva del dogma del Palo Mayombe mezclado con la Ocha, el llamado Palo Briyumba. Entendemos aquí que entre los briyumberos el concepto del ángel de la guardia no tiene el mismo significado ni la connotación que en la mayoría de las religiones. En este culto intrínsecamente animista los guardianes incorpóreos son los mpungos, que son deidades del mundo fenoménico que son el puente entre el mundo de los vivos y de los muertos, entre lo humano y lo sobrenatural.

Instalación ¨Un violín para el ángel de la guarda¨, presentada en el Museo NSU, Fort Lauderdale de Florida, Estados Unidos, por el año 2018.

En la composición una figura pintada en negro está siendo circundada por otra construida a base de líneas que rebasa a la primera en inmensidad y extensión. Estamos ante una representación abstracta del mpungo que está sobreprotegiendo espiritualmente al iniciado. Este ente que puede ser un antepasado difunto, el anima de un congo africano o una fuerza de la naturaleza personificada; preexiste como una sombra gigante que envuelve al hombre terrenal. Al frente de toda la instalación a partir de unos bloques de construcción que funcionan a manera de pilares del infinito nacen múltiples varillas de acero que tejen una simetría cósmica, a manera nervadura o red interdimensional que fusionan al practicante del Palo Mayombe con su guía y protector inmaterial. En el bloque central vemos la representación de una nganga o prenda de brujo, que es el pilar sagrado o altar donde gira toda la vida religiosa de los paleros. Este caldero simbólico podría ser una alegoría de Sarabanda que es el mpungu patrón de José Bedia.

Hay un triángulo místico que crea la sintaxis que construye la pieza: La prenda de brujo, el mpungu y el ngangolero. Estas tres figuras plásticas arman un ajedrez conceptual de las vivencias positivas o negativas que se experimentan en este plano terrenal. Constituyen un círculo simbiótico donde las diferentes partes se retroalimentan y crean un nudo inextricable de interdependencia. El hombre rinde culto y la entidad y su fundamento lo protegen, guiándolo como paladines en el camino de la vida. Esta triple simetría de la necromancia, le concede al iniciado poderes paranormales; puede leer el pasado, profetizar el futuro, sanar enfermedades e incluso salvar de la misma muerte. Aquí en esta obra se manifiesta de forma filosófica como el mayombero se eterniza y se trasmuta en una suerte de gurú alrededor del cual se reúnen discípulos que buscan el verdadero camino de la sabiduría.

Nos detendremos ahora en un segundo trabajo titulado ¨Ex votos de los principios opuestos¨, una instalación concebida por el año 2018 y exhibida hacia el 2023 en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, México. En el libro El Kybalión de Hermes Trigemistus se discursa y se argumenta con largueza sobre los antagónicos. En este texto esotérico se expone que uno de los principios fundamentales de todo lo que existe es la polaridad, en un fragmento afirma: […] los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semi verdades y todas las paradojas pueden reconciliarse. Partiendo de esta sentencia, estamos aquí en esta obra de Bedia ante la dualidad imperecedera hombre-mujer. La idea de la eterna lucha de contrarios y todas las disquisiciones que parten de este fenómeno son representados por las figuras humanas estilizadas que son icónicas en la visualidad de este creador.

Instalación ¨Ex votos de los principios opuestos¨, del año 2018 y exhibida hacia el 2023 en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, (MARCO), México.

En cada uno de los dos extremos del conjunto aparecen varias siluetas marchando en posición de enfrentamiento, mujeres a la izquierda y hombres a la derecha; estas figuras participan tanto de lo bidimensional como de lo tridimensional y crean una dramaturgia como de cuerpos militares que están en conflicto u acometida. A manera de los ejércitos antiguos los dos bandos se confrontan y se lanzan a la carrera unos contra otros en una estampida conceptual. A esto se le suman elementos de naturaleza beligerante; barcos de guerra y tiburones se yuxtaponen a machetes y aviones de combate como un ajedrez de símbolos herméticos. La representación nos muestra como el auto exterminio se convierte en un eterno ciclo, que se repite a través de las edades y que esa violencia nace en la propia familia, que se concibe como la célula fundamental y el cimiento medular de la sociedad; pero que por desgracia desde la misma familia esta brutalidad se propaga hacia cualquier nivel de una nación, continente o a la humanidad toda.

Hasta aquí podemos disertar con creces de los polos masculino-femenino, pero las interpretaciones sobre este montaje instalativo pueden ser heterogéneas y también de muchas connotaciones teológicas. Somos cuerpo y espíritu, somos dos en uno, existe una batalla perpetua entre el alma y la materia. Hasta que punto tenemos dos conciencias, una positiva y otra negativa que pugnan por dominar nuestra personalidad. Como un hombre puede ser bueno o malo y esa posición mental puede transformar y decidir su destino. Sin ninguna discusión esta obra visual es en sí un cúmulo inaudito de disquisiciones sobre los dos polos en pugna que reorganizan en una danza perpetua el equilibrio de lo absoluto.   

En la última pieza de Bedia que nos detendremos es en torno a su instalación ¨Las cosas que me arrastran¨ de los años 1996-2008, expuesta en el Museum Het Domein, Holanda, hacia el año 2012. Aquí el artista crea un autorretrato de poderosa raigambre esotérica y construye una pieza que es una metáfora de nuestra identidad nacional. Dos rostros que coronan un solo cuerpo se unen en un torrente filosófico, dos identidades enfrascadas en un diálogo invisible crean un contrapeso milenario. Esta representación bifronte es similar al dios Jano romano y describe de forma pictórica el hombre que se va y el que se queda en el regazo la patria. Una flecha divide las cabezas y apunta hacia abajo, hacia una dirección que puede ser la tierra o el mar, desde allí el autorretrato es remolcado a través de cadenas por modelos a escala de camiones, aviones, portaaviones y por dos canoas enormes repletas de objetos a manera de ofrendas que nos llevan hacia el viaje definitivo.

Instalación ¨Las cosas que me arrastran¨ de los años 1996-2008, expuesta en el Museum Het Domein, Holanda, expuesta el año 2012.

La tesis principal de esta obra es que cada individuo participa de una carga corpórea, inmaterial y prehistórica que arrastra consigo mismo. Hablamos de un equipaje distintivo que es su karma y todas las proyecciones metafísicas de su identidad como realidad ontológica y como substancia. El hombre es sus ancestros físicamente y los espíritus que lo acompañan, las cosas materiales que posee unidas a las proyecciones mentales de su conciencia. Todo eso lo arrastramos o empujamos, cómo Sísifo el rey de Corinto cargamos en nuestra existencia la enorme piedra que somos. Así de esta manera la humanidad se convierte en transporte de sus propias cosas, hablamos aquí de sus religiones, sus idiosincrasias, sus características étnicas y de toda la maquinaria antropológica que la define.

En toda la instalación se contempla una arquitectura visual de remembranzas insólitas, elementos que recuerdan y hacen homenaje a nuestros padres originarios de hace miles y miles de años. Aquí la voluntad nómada es representada a nivel arquetípico, todo se construye como un mapa astral de las migraciones que han moldeado y definido nuestra evolución. Esta pieza también discursa sobre los sentimientos del desarraigo, la amargura y la soledad que marcan al exiliado; los recuerdos de la tierra donde nació y creció como ser pensante y la casi seguridad de que un retorno al lugar de origen es imposible, se vuelve un estigma en el cotidiano vivir. Ser el extranjero, el otro, el extraño, el trashumante que camina por ciudades, bosques y vastedades, ser como una sombra que siempre vivirá al margen de otra cultura muchas veces totalmente ajena a su identidad. En todo el conjunto de la obra ¨Las cosas que me arrastran¨ se respira una especie de sensación de huida, de un escape vertiginoso desde una zona de desgracia hacia regiones donde la abundancia fluye como un río imperecedero.  

Nos atrevemos a cuestionar aquí de que amén de la ortodoxia afrocubana del artista y de que toda su existencia como iniciado, sacerdote y artista tiene a la nganga como epicentro o eje central; también tenemos que afirmar que su universo filosófico trasciende con creces la sencilles de las creencias animistas de los pueblos originarios. Bedia es un visionario obsesivo que ha convivido con disimiles tribus de África y América, pero su arquitectura conceptual dista mucho de lo que venera. José Bedia en la complejidad creativa se asemeja al poeta José Lezama Lima. Sus piezas funcionan como catedrales barrocas de geometrías metafísicas que dejan confundidos y consternados a la mayoría de los teóricos y curadores. El crítico de arte Héctor Antón discutía conmigo a menudo y reflexionaba sobre ¨la densidad antropológica casi infranqueable de este artista y de su visualidad que le remitía hacia un laberinto de símbolos¨.

En muy pocas obras del arte contemporáneo es representada como en la de este creador la estampida de millones y millones de cubanos con un realismo tan cruel y despiadado. Su manera de representar el desmembramiento de la patria simbólica y física, crean un retrato hiperrealista de nuestra nación destruida por la dictadura de la familia Castro. A pesar de todo esto su visión antropocéntrica crea una sintaxis de remembranzas cósmicas que apuntan hacia un mundo mejor, hay mucho dolor en su cosmos visual, pero también hay una esperanza seráfica que afirma proféticamente el advenimiento de un futuro donde Cuba transitará por los derroteros de la libertad. Bedia es el viaje y el exilio, Bedia es el enigma y la solución del enigma.

Termino este texto afirmando con Juan Manuel Serrat y José Braulio Bedia Valdés:

Escapad gente tierna,

que esta tierra está enferma,

y no esperes mañana

lo que no te dio ayer,

que no hay nada que hacer.

Toma tu mula, tu hembra y tu arreo.

Sigue el camino del pueblo hebreo

y busca otra luna.

Tal vez mañana sonría la fortuna.

Y se te toca llorar

es mejor frente al mar.

Total Page Visits: 990 - Today Page Visits: 4