Youtuberos en disputa: ¿Son “comunistas” los corruptos en Cuba?

Por Carlos Manuel Estefanía

Nace una estrella en la Youtubesfera

Hace poco, me topé en las redes con «MOLINOS por la Libertad», uno de los canales en YouTube liderado por el influencer Yamil Cuéllar. Según la breve información en su sitio «Lecturas de Yamil Cuéllar» [1], este personaje es natural de Cuba, con experiencia como productor, editor y mecenas, habiendo trabajado en proyectos teatrales, radiofónicos y televisivos. Esta trayectoria explicaría tanto la calidad de la interpretación que hace en sus lecturas de libros [2] como la calidad de edición de sus videos. Llama la atención el tipo de fuentes que Cuéllar parece tener en Cuba, equiparables, en términos de relevancia y audacia, a las que utiliza su colega Juan Juan Almeida. Resulta impactante que, gracias a sus informantes, Molino pueda revelar que la caída del Ministro Gil no se debió tanto a la corrupción como al hecho de ser una especie de agente 007 al servicio del Estado Español [3]. ¿Es esta otra maniobra de distracción, como me sugirió un amigo al enviarle el enlace? El régimen, a través de sus agentes, bien podría estar suministrando información falsa a estos líderes de opinión para luego desacreditarlos con evidencias de esa misma falsedad suministrada sembrando así la duda en todo lo que digan quienes le hacen resistencia en las redes. Podría serlo, ya que en el mundo de humos y espejos que es internet, nada resulta descartable.

Sin embargo, todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Mientras no encuentre algo concreto que refute lo que nos cuenta Cuéllar, trataré sus revelaciones de la misma manera que las de Juan Juan Almeida: las tomaré como «bombas informativas» que aún deben ser demostradas. Lo mismo haré con su igualmente impactante reportaje titulado «La Mafia de Cienfuegos-Gobernador Expuesto» [4], estrenado el 11 de marzo de 2024 en su canal. Más allá de si es realidad o ficción, no tiene desperdicio como programa policial, al exponer convincentemente casos de corrupción que involucran al Gobernador de la provincia, jefes del MININT, la Contrainteligencia Militar, dirigentes municipales y sus testaferros, e incluso al Primer Ministro de Cuba y su presidente, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez. Algunos pueden pensar que es una maniobra desinformativa del régimen que podría beneficiarlo a largo plazo, pero por ahora, sus efectos resultan desastrosos para el mismo. Formalmente, el reportaje es impecable y, hasta que aparezca una fuente confiable que lo contradiga, lo consideraré cierto y lo recomendaré.

Conflicto en la trinchera

Lo inesperado fue que este reportaje, digno de la máxima atención, generara una ácida disputa entre dos youtubers que, por su condición de críticos del gobierno cubano, no deberían ser contrincantes entre sí. En la esquina azul tendríamos al antiguo pedagogo y actual fisicoculturista Karlito Madrid, y en la roja, el mencionado Cuéllar. Por suerte, la confrontación fue verbal y no física, algo en lo que los contendientes estaban igualados, casi tanto como en el tufillo de arrogancia con el que se proyectan como ilustradores de las masas desorientadas de navegantes que naufragan en sus respectivas páginas. La disputa, publicada en el canal de Madrid, lleva por título: “La mafia de Cienfuegos es COMUNISTA. Debate intenso con Molinos de Cuba, autor del video” [5], comenzó con una entrevista aparentemente cordial. Sin embargo, la tensión se elevó cuando empezaron a discutir la naturaleza de quienes son llamados «comunistas» en Cuba. Para Cuéllar, los mencionados en su reportaje no son comunistas, mientras que para Madrid sí lo son, definiendo el comunismo como una estafa. Esta definición no es original, ya que circula por lo menos desde que se publicó el libro «La Gran Estafa», subtitulado «La penetración del Kremlin en Iberoamérica» [6], prologado por primera vez en 1952 por su autor. Se trata de Eudocio Ravines, político peruano, que pasó de aprista a comunista, pero finalmente se desilusionó del comunismo tras la Guerra Civil Española y el Pacto Ribbentrop-Mólotov. Volviendo al debate Madrid-Cuéllar, lo que exacerbó la situación fue la referencia del entrevistado al padre de Cuéllar, excombatiente en Angola, a quien Madrid calificó de mercenario. Evidentemente la cortesía con el invitado no fue el plato fuerte de la mesa, desconocemos el por qué, no sabemos si por miedo del anfitrión a la competencia o por su necesidad de postureo como influyente vertical ante la clase de seguidores que se ha creado. En cualquier caso, todos sabemos en el habla de los cubanos, esta palabra, la de «mercenario» guarda una connotación particular, ya que el régimen la utilizó, con excesiva insistencia, como algo negativo, para denigrar a quienes combatieron en Bahía de Cochinos en 1961, aunque muchos lo hicieron por ideales más que por dinero. Recientemente, el término ha sido empleado por el exilio, quien se ha desquitado para referirse a los cubanos involucrados en la guerra Ruso-Ucraniana, a todas luces por motivaciones materiales. Así las cosas, la carga negativa de la palabra, para nuestra nación está fuera de toda discusión, aunque en el fondo sea neutral. Mercenarios los ha habido en todas nuestras guerras y en ambos lados, incluidas esas sacrosantas que llaman de independencia. En cuanto a los llamados oficialmente en Cuba: «combatientes internacionalistas», sus motivaciones variaban: algunos lucharon por obligación como fue el caso de muchos reclutas, otros por ideales, como parece haber sido el caso del padre de Cuéllar, y algunos por oportunismo. La respuesta de Cuéllar no fue la mejor, cayendo en la trampa de la provocación y retirándose abruptamente de la escena sin contraargumentar como es debido. Esto demuestra lo mal preparados que estamos los cubanos para el debate, especialmente al tomar como ataques personales las expresiones del contrario. Y la riña verbal no terminó ahí. Cuéllar respondió con un nuevo video titulado: “Ni Blanco ni Negro. También hace falta pensar” [7], una suerte de declaración de principio donde hace lo que debió haber hecho antes de terminar intempestivamente su debate con Karlito. Sin mencionar a Madrid, Cuéllar le responde indirectamente y reclama que no sea él quien a quien apunten los cañones reciba los ataques, sino el régimen de La Habana, recordando que parte de ese pueblo que se está muriendo, incluye a niños que aún tienen que jurar por el Che, militares solicitando la baja, empleados obligados a participar en marchas y excombatientes de Angola como su padre, engañados para ir a la guerra. Sin duda, es un punto válido, pero ambos youtubers podrían influir positivamente en convertir a ese sector en aliado consciente de la oposición y no del gobierno por miedo. El problema semántico

Tras ver la infortunada entrevista intenté poner un poco de luz en el malentendido dejando este comentario debajo del video: «Los dos usan la palabra comunista con significados diferentes, ese es el problema». Entre otras respuestas, un tal Juan de la Torre respondió a mi comentario: «Ud. me disculpa, pero comunista tiene un solo significado, lo que sucede que cada cual lo interpreta acorde a sus intereses o a la formación ideológica que haya recibido». Lo anterior, no solo no contradice lo que escribí, sino que no me parece del todo desacertado. En cambio, un tanto más dogmático, resulta el comentario que deja más abajo, el propio Karlito Madrid afirmando lo siguiente en referencia al concepto en debate: «Tiene un solo significado, otra cosa es que él no lo conozca”. Esto me sonó a algo así “como la verdad es solo una y es la mía”, es decir la típica forma de pensar sectaria con que se nos educó en Cuba. Tal posición me ha estimulado a ser más didáctico matizando mi comentario con el siguiente texto: «Supongamos que existe un solo significado de la palabra comunista y, por ende, de comunismo. En lugar de utilizar los sentidos contrapuestos que le dan en el debate tú (Karlos Madrid) y Yamil Cuellar, apelemos como jueces supremos a los distinguidos académicos de la Real Academia de la Lengua. Su diccionario define, en términos resumidos, al comunista como partidario del comunismo o de las diferentes doctrinas que lo han elaborado, definiendo en otra entrada al comunismo, en su primera aserción: «Movimiento y sistema político, desarrollados desde el siglo XIX, basados en la lucha de clases y en la supresión de la propiedad privada de los medios de producción». La palabra «estafa» usada en el video no aparece por ningún lado. Analizar la realidad cubana desde esa aserción es darle la razón a tu invitado, no solo porque el régimen cubano ha reactivado la propiedad privada entre acólitos y extranjeros, siempre sirviendo a sus intereses (nada nuevo bajo el sol, lo mismo hicieron Alemania e Inglaterra en su momento), sino también porque aquello que parecía «socializado» al inicio del régimen, más allá de lo que digan formalmente sus leyes, de facto funcionó y ha funcionado como propiedad privada de una élite, lo cual niega la afirmación de que se pone fin a la privatización de los medios. Evidentemente, de ustedes dos, quien demostró dominar el término comúnmente aceptado de comunismo y, por tanto, puede cuestionar su manifestación en Cuba es la persona que se fue de tu entrevista, la que con profundo y actualizado conocimiento de causa expone el descarado uso privado de los recursos que se suponen públicos en Cienfuegos. Otra cosa es que en la algarabía política y en la propaganda se llame comunismo a esa negación práctica del concepto que ha sido el modelo soviético y sus derivados, un pecado que cometen por igual tanto los defensores como los detractores de esos sistemas, lo que termina haciendo que la palabra tenga dos significados contrapuestos.”

Teoría versus práctica

A lo anterior deberíamos agregar otras observaciones, por ejemplo, a la afirmación un tanto a la ligera que hace Madrid de que lo que existe en Cuba se ajusta a lo que se promovió en el Manifiesto Comunista [8]. Por supuesto que para la persona poco avezada en dicho manifiesto o en lo que pasa en Cuba la aseveración podría ser cierta, no quiero pensar que sea el caso del youtuber. Quizás su confusión se deba al hecho de que sea posible ver en Cuba algunas recomendaciones del Manifiesto, como la confiscación de la fortuna de emigrados y rebeldes, la centralización del crédito en el Estado a través de un banco nacional con capital estatal y un régimen de monopolio, así como la educación pública y gratuita para todos los niños. Sin embargo, falta lo esencial para considerar a Cuba como la realización de la visión de Marx y Engels. Para ellos, el primer paso de la revolución obrera sería la exaltación del proletariado al poder, centralizando los medios de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y fomentando las fuerzas productivas. Me gustaría saber en qué momento de la historia de la llamada «revolución cubana» el proletariado accedió al poder, por no hablar del lamentable estado de las fuerzas productivas, para decir que aquella se atiene a lo planteado poco más de un siglo atrás en el documento mencionado. El poder real en Cuba perteneció, desde el principio del nuevo régimen, a una fracción del sector de clase media que enfrentó al régimen batistiano, y luego elementos reclutados sin verdadera conciencia de clase (salvo lo que terminaron como disidentes) entre algunos trabajadores, tanto urbanos como rurales, así como entre los empleados del estado, incluidos los militares, los mismos que se entregaban en masa a las minúsculas partidas guerrilleras sin disparar un tiro o que, luciendo todavía el uniforme de la vieja república, manejaron los tanques con los que los rebeldes entraron en la Habana en enero del 1959. En resumen, aquellos que se convirtieron en partidarios del régimen tras haber sido batistianos, como el afamado burócrata cultural Lezama Lima. Esta base creó una casta que se autocalifica de comunista, bautizando con el mismo término a los más fieles de sus explotados, es decir, a los que creen en ella del mismo modo que creían en sus déspotas las comunas esclavas del llamado modo de producción asiático. En cuanto a la cuestión referida en el título de esta nota, la respuesta dependerá del significado elegido dentro de la polisemia de «Comunista» y del conocimiento de la historia real de Cuba y del mundo. Una solución provisional podría ser utilizar un concepto más integrador y rico, como el comunismo como utopía basada en la creencia de que es posible la construcción de una sociedad basada en la propiedad común y bajo el control de los trabajadores. Esto, como demuestra Ravines en su libro, ha devenido en una ideología que ha sido utilizada para estafar a sus seguidores por aquellos que buscan ambiciones de poder. Así pues, encontramos innumerables ejemplos de aquellos que han sido estafados, como el caso de Eudocio Ravines, quien logró despertar, o el padre de Cuéllar, al que al parecer ni las balas angolanas sacaron de su ensueño. También sobran aquellos que han actuado como estafadores. Desde los autores del Manifiesto Comunista, el dúo Engels y Marx, quienes vivían como burgueses a costa de los mismos obreros cuya emancipación profetizaban, hasta líderes destacados que aparecen en el reportaje sobre la supuesta mafia en Cienfuegos. Tanto estafadores como estafados suelen ser etiquetados con el mismo calificativo de “comunistas”. Aunque a primera vista puedan parecer similares, no todos son iguales. Es fundamental tenerlo claro antes de entrar en este tipo de debates.

Referencias:

[1] http://www.yamilcuellar.com/ [2] https://www.youtube.com/@lecturasyc [3] https://youtu.be/TgKKo40VZqI?si=v3dHMN2drnpxAv_e [4] https://youtu.be/TCcp0E9r6Q8?si=5jK0pzCzYLCPIPcK [5] https://youtu.be/VDwpSAUcugA?si=6YMnQbV-drv1nxKr [6] https://archive.org/details/la-gran-estafa-eudocio-ravines/page/n5/mode/2up [7] https://youtu.be/7VeV7914PGc?si=gAkbTUFqzHKAnHIz [8] https://centromarx.org/images/stories/PDF/manifiesto%20comunista.pdf

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