«The fifht floor» (novela)

Por Galán Madruga

The Fifth Floor comienza con un simple giro en la vida de Lucas, un hombre marcado por el exilio y la necesidad de reinventarse constantemente. Su destino parecía escrito en Cuba, donde era profesor de historia en un instituto superior pedagógico. Su vida giraba en torno a las clases de historia que impartía con una pasión casi obsesiva, entrelazando el pasado y el presente con una mirada crítica y analítica. También era escritor, dedicando largos años a la redacción de ensayos sobre historia, tanto nacional como mundial. Pero el éxodo de miles de cubanos hacia los Estados Unidos en el año 2000, un fenómeno que arrasó con las esperanzas y las vidas de muchos, lo obligó a abandonar la tierra que amaba.

Al llegar a Miami, se encontró en un mundo completamente diferente, un lugar que, aunque lleno de promesas, estaba lleno de barreras invisibles que parecían detenerlo en su búsqueda. Desde los primeros días en la ciudad, Lucas se vio obligado a desempeñar trabajos que nada tenían que ver con su formación académica: de ayudante de construcción a trabajador en una fábrica de muebles, de lavaplatos a cocinero de parrilla en restaurantes, y más tarde, trabajador de mantenimiento en un campo de golf, hasta llegar a cuidador de autos en un concesionario. Cada uno de estos trabajos le dejaba una sensación de vacío, como si estuviera alejándose cada vez más de su verdadera vocación, de la vida intelectual que una vez disfrutó en Cuba.

Sin embargo, a pesar de la dura lucha por sobrevivir, la vida no le permitió olvidar sus raíces. Fue en 2015 cuando, por fin, una oportunidad llegó: consiguió trabajo como Técnico en Salud Mental en un hospital de Miami. Al principio, Lucas se sintió abrumado por la falta de experiencia en el campo y la capacitación mínima que le dieron, pero una necesidad imperiosa de supervivencia lo mantuvo en pie. Lo asignaron al Fifth Floor, un lugar sombrío del hospital donde se atendía a los pacientes psiquiátricos, y fue aquí donde su vida dio un giro inesperado.

Al principio, el ambiente del Fifth Floor lo desconcertó. Era un lugar claustrofóbico, lleno de puertas cerradas y pasillos que conducían a habitaciones pequeñas, donde se alojaban los más afectados por diversas enfermedades mentales. El ruido constante de gritos, murmullos y risas descontroladas lo acosaba a todas horas. Los pacientes, personas que a menudo no podían reconocer la realidad que los rodeaba, lo observaban con ojos vidriosos, algunos gritando, otros susurrando, y algunos en un silencio absoluto, como si se hubiera roto algo en su interior que nunca podría repararse.

Pero Lucas, lejos de sentirse abrumado, comenzó a encontrar una extraña fascinación en ese caos. Algo dentro de él se despertó. Lo que en un principio parecía un lugar de sufrimiento y desesperación, pronto se convirtió en su espacio de reflexión y escritura. Las historias de los pacientes, sus luchas internas y sus traumas profundos, eran tan intensas y complejas que parecían desbordar los límites de la ficción. A medida que pasaba más tiempo en el Fifth Floor, Lucas se dio cuenta de que su verdadera vocación no había desaparecido, sino que había encontrado una nueva forma de expresarse: la escritura.

Inspirado por lecturas de Freud, Jung y Hulex, Lucas comenzó a escribir un diario secreto. Lo hacía en su tiempo libre, aprovechando cualquier momento que tuviera sin ser observado. Su diario se convirtió en un archivo detallado de observaciones sobre los pacientes, sus comportamientos, sus reacciones ante los tratamientos, y sobre todo, las interacciones entre el personal técnico —médicos, enfermeras y asistentes de salud mental— y los pacientes. Cada página que escribía era una nueva revelación, una tentativa de comprender los misterios de la mente humana.

El diario se convirtió en un refugio para Lucas, pero también en algo más grande que él mismo. La escritura le permitió lidiar con sus propias sombras y, al mismo tiempo, le ofreció un propósito en un mundo que parecía haberle dado la espalda. El Fifth Floor comenzó a ofrecerle una nueva perspectiva sobre la locura y la psique humana, una visión que lo llevó a cuestionar conceptos fundamentales de la psicología y la psiquiatría. ¿Era la locura simplemente un síntoma de trastornos mentales, o algo más profundo, algo relacionado con la psique colectiva de la humanidad? ¿Existía un pasado arquetípico que unificaba las experiencias de la locura, algo que iba más allá de las explicaciones científicas tradicionales?

El diario de Lucas creció con el tiempo, convirtiéndose en una obra voluminosa que relataba no solo la vida de los pacientes, sino también los dilemas filosóficos que él mismo enfrentaba. Cada entrada estaba impregnada con su propia lucha interna, su búsqueda por comprender la naturaleza de la locura, la vida y la muerte, y sobre todo, la relación entre el ser humano y la religión. Durante años, Lucas se dedicó a escribir con fervor, como si su vida dependiera de ello.

Pero todo cambió cuando el diario fue descubierto. Un empleado del hospital, celoso de la dedicación y el tiempo que Lucas había invertido en su trabajo, denunció la existencia del diario a las autoridades del hospital. El contenido, que incluía análisis detallados sobre el comportamiento de los pacientes y teorías sobre la psicología y la locura, fue considerado un asunto grave. Lucas nunca había sido autorizado para llevar un registro sobre los pacientes, mucho menos para hacer teorías propias sobre la psiquiatría. Su trabajo, aunque valioso en muchos aspectos, fue visto como una amenaza para la autoridad del hospital y sus protocolos.

Lucas fue expulsado del Fifth Floor y se enfrentó a un largo proceso legal. La primera batalla fue en un tribunal civil, donde las autoridades del hospital trataron de retener el control sobre el contenido del diario. Sin embargo, la lucha no terminó allí. Lucas fue llevado ante un tribunal científico, compuesto por psiquiatras y psicólogos que debían evaluar la validez científica de sus teorías. El diario de Lucas se había convertido en un objeto de estudio, y las implicaciones de su contenido desbordaban los límites de la ciencia establecida.

Durante los juicios, Lucas se vio obligado a defender las ideas contenidas en su diario, presentando testimonios de pacientes que confirmaban sus observaciones. Uno de los temas centrales del debate era la existencia de un «pasado arquetípico» que podía influir en los trastornos mentales, un concepto que iba en contra de las teorías más aceptadas por la comunidad científica. También cuestionó la noción de un inconsciente reprimido, sugiriendo que las mentes de los pacientes no almacenaban recuerdos reprimidos, sino que vivían constantemente en un estado de guerra interna con sus propias realidades.

A pesar de sus esfuerzos y la fuerza de sus argumentos, el tribunal científico no aceptó sus teorías. El diario fue declarado inválido como evidencia científica y, como resultado, fue clasificado como un documento confidencial. Las autoridades del hospital, con el apoyo de la comunidad científica, decidieron sellar el diario durante 20 años. El destino de las ideas contenidas en el diario de Lucas estaba ahora fuera de su alcance.

El juicio finalizó con una sensación de derrota para Lucas, pero también con una extraña satisfacción. Su diario había sido rechazado como un objeto de estudio válido, pero el poder de sus palabras no podía ser ignorado. Había logrado plasmar la locura humana de una forma que no podía ser encajonada ni silenciada, aunque las autoridades quisieran hacerlo.

The Fifth Floor es, en última instancia, una reflexión sobre los límites del conocimiento humano, la lucha entre la libertad intelectual y el control institucional, y la pregunta fundamental de si podemos realmente entender la mente humana o si estamos condenados a vivir con sus misterios. En la narración de Lucas, lo que comienza como un testimonio personal se convierte en un cuestionamiento profundo sobre la naturaleza de la realidad, la locura, la ciencia y la espiritualidad.

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«The Fifth Floor» presents itself as a biographical novel with realistic undertones and touches of fiction. Lucas, the protagonist, is an exile who used to work in Cuba at a higher pedagogical institute, teaching history and writing historical essays. Upon arriving in the United States in 2000, he is forced to take on various jobs unrelated to his original profession.

From working as a construction assistant to working in a furniture factory, dishwasher in restaurants, grill cook, maintenance worker at a golf course, and even car caretaker at a city dealership. It’s not until 2015 that he manages to stabilize, securing a job as a Mental Health Technician at a hospital in Miami.

Upon being hired by the hospital, with minimal training and experience, he is assigned to work on the fifth floor, where psychiatric patients are treated.

Once on the fifth floor, Lucas immediately realizes he is returning to the world of writing. What he observes is worthy of literary depiction. Inspired by readings of Freud, Jung, and Hulex, he begins to write precise notes in a journal about life among the patients and their interaction with the technical staff of the unit, including doctors, nurses, and mental health aides.

The journal of the fifth floor grows and enriches itself with a variety of notes on madness, acquiring over the years its own autonomy that displaces Lucas as the protagonist of the novel. The plot focuses on a dialogue between the journal and Lucas, where the latter constantly questions the journal about the particularities of the sexual and emotional behavior of the patients, admitted for problems such as anxiety, panic attacks, schizophrenia, bipolar disorder, psychosis, alcoholism, drug addiction, and even suicidal tendencies.

What emerges is a detailed report with scientific value. After 8 years, Lucas was never authorized to keep a journal, let alone was the journal allowed to refer to the fifth floor. When the existence of the journal is discovered through an employee’s complaint, the hospital authorities accuse Lucas, expel him from the unit, but wish to retain control over the journal. Lucas must first appear before a civil court and then before a tribunal of scientists, psychologists, and psychiatrists, to defend the scientific validity of the journal, which already has 600 folds.

The civil court rules in favor of the hospital authorities regarding the journal, while the scientific tribunal, in a divided verdict, questions the claims of the journal. Lucas is forced to appear again before the scientific tribunal, where he presents patient testimonies to support two major questions of psychology and psychiatry: the existence of an archetypal past in madness that gave rise to religion, and the nonexistence of an unconscious where supposedly repressed acts are stored.

Despite his efforts, the tribunal rules against the journal and requests that a civil court designate it as a classified document and archive it in a secure location, sealed until its declassification 20 years later.

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