Por Mercedes Coteaux
En francés, la discrepancia entre lo que tememos oficialmente y lo que realmente tememos se expresa mediante lo que se llama ne explétif, un «no» que en sí mismo no tiene significado, pero se utiliza por razones de sintaxis o pronunciación.
Suele aparecer en oraciones subordinadas en subjuntivo después de verbos con connotación negativa (temer, evitar, dudar); su función es enfatizar el aspecto negativo de lo anterior, por ejemplo: «Ella duda que él /no/ venga», o «Confío en ti, a menos que tú /no/ me mientas».
El psicoanalista Jacques Lacan menciona el ne explétif para explicar la diferencia entre el deseo y el anhelo: cuando digo «Tengo miedo de que la tormenta /no/ venga», expreso mi deseo consciente de que la tormenta no venga, tengo miedo de la tormenta, pero mi verdadero anhelo está inscrito en el «no» añadido: tengo miedo de que la tormenta NO venga, me siento fascinado por la violencia de una tormenta y la anhelo.
La fascinación de Piñera por el miedo de que la cultura sea administrada por el Estado revela un aspecto enfático entre el deseo y el anhelo: tener miedo de que lo que retumba en el ambiente no se manifieste como una violencia de la realidad. El anhelo de la violencia frente al miedo, la fascinación por la Revolución, por la violencia, ante el rumor, el miedo.
Piñera dijo en aquella reunión de los intelectuales:
«Pero es una impresión que hay, sencillamente, y es porque los artistas hasta ahora trabajaron en condiciones anárquicas, y porque usted sabe perfectamente, y sufriendo explotación como el pueblo, y por los gobiernos que teníamos. Ahora no los tiene, y entonces tiene que preguntarse por qué se especula, y es sencillamente porque se hace cincuenta mil preguntas. Porque todo lo que se ha dicho aquí, al fin y al cabo, si se va a manifestar como se dice, se han manifestado dudas y reservas sobre cómo debe ser la creación artística. Está en el ambiente, lo que pasa es que no lo han dicho, lo han dicho con optimismo. Yo lo digo «ramplán»