Jordi Griset es un personaje que, con esfuerzo y dedicación, ha sabido transformar la timidez y falta de seguridad de su juventud, en pasión y amor por el arte. Hoy, en su madurez, después de vivir unas duras, y por ende enriquecedoras, experiencias durante la época franquista, da un giro a su vida y publica El Arte del Mosaico Hidráulico, la versión castellana de su obra literaria dedicada a la historia, proceso de fabricación y forma de conservación de las baldosas hidráulicas.
En su libro, Griset, nos cuenta cómo esta práctica casi no ha evolucionado con el paso de los años y nos adelanta un poco de su contenido, para deleite de los amantes del arte y la historia.
¿Dónde y cómo empieza la historia de las baldosas hidráulicas?
Las baldosas hidráulicas tienen su origen en Italia, donde se fabricaron mediante un proceso muy rudimentario llamado al banchetto, que consistía en poner mortero de cal dentro de un marco de madera y golpearlo con una maza para darle consistencia.
De Italia pasó a Francia, concretamente a Viviers, donde ya existían fábricas de cal (Lafarge) y luego de cemento. Etienne Larmande, contratista de obras públicas, hizo un descubrimiento muy parecido al del inglés Joseph Aspdin sobre el cemento portland. Larmande descubrió que la cal hidráulica mezclada con arcilla calcinada, arena y agua, producía un material duro como una roca sin necesidad de cocción. Aplicó este descubrimiento a la producción de baldosas y, para decorarlas, encargó al cerrajero de Viviers, Auguste Lachave, que le confeccionara unos separadores, que ahora llamamos trepas, para los dibujos de su cara vista. Para ello, Lachave, usó las cintas de acero con que se hacían los miriñaques, esas mallas metálicas que usaban las mujeres bajo las faldas en el siglo XIX, pero luego se hicieron de bronce fundido y actualmente suelen ser de latón.
¿De dónde toman el nombre de hidráulicas?
Aparte de baldosas hidráulicas, también se conocen como baldosas de cemento, losas hidráulicas, baldosines hidráulicos, mosaicos hidráulicos para pavimentos y pavimentos hidráulicos y el adjetivo hidráulicas es porque se fabrican con cemento, material que, igual que la cal y el yeso, tiene la cualidad de la hidraulicidad, es decir, que se endurece mediante una reacción química con el agua, de ahí este nombre. Es muy importante recalcarlo, porque generalmente se cree que proviene de las prensas hidráulicas que se utilizan para su compactación, sin embargo, en sus principios, las prensas eran de palanca, de volante o de tornillo mientras que las hidráulicas tardarían todavía unos años en hacer aparición, por lo que no pudieron dar nombre a este producto.
¿Es difícil fabricar estas baldosas?
No es que sea difícil pero sí es un proceso laborioso y bastante duro. A pesar de que ha pasado más de un siglo, la forma de fabricación no ha variado en absoluto y se siguen haciendo de forma manual, una a una.
A lo largo de la historia ha habido varios intentos de mecanizar el proceso, pero al tratarse de pastas de cemento, acaban obturándose los inyectores y, hasta ahora, nunca han funcionado, así que la única máquina que interviene en su fabricación es la prensa.
¿Cuál es el proceso de fabricación?
La baldosa se hace invertida, mediante tres capas, dentro de un marco de acero que suele estar partido, de manera que se pueda abrir para desmoldar fácilmente. El marco se encaja sobre una placa base de acero, muy lisa, que será la que dará la textura de la cara que vamos a ver, luego se coloca la trepa, o molde del dibujo, y se vierte una primera capa semilíquida de cemento blanco pigmentado y polvo de mármol, cada color en su respectivo compartimento. Cuando ya están todos los colores se retira la trepa y se echa una nueva capa de cemento portland seco, que absorbe el exceso de agua y, finalmente, se rellena con otra capa húmeda de cemento portland y arena. El proceso termina con la colocación de una pieza de acero, llamada tapón, y con el consiguiente prensado. Por supuesto hay que deshacer la secuencia, retirar los elementos de acero y abrir el marco para conseguir sacar la baldosa recién fabricada que tendrá que esperar al menos 28 días, para su completo endurecimiento, antes de poder ser colocada.
¿Cómo nace tu pasión por este material?
Hace unos treinta años, mientras paseaba con mis perros, encontré un vertedero donde emergían tres o cuatro baldosas y me quedé prendado de sus dibujos. Pensé que era una pena que se perdieran, así que las recogí, las limpié, las enmarqué y las colgué en una pared de mi casa y, sin darme cuenta, empecé lo que algunos llaman colección.
Después quise saber cómo se fabricaban, de dónde provenían, en qué momento surgieron… y me encontré que no había casi nada publicado sobre el tema, así que empecé a investigar por mi cuenta y, unos 15 años más tarde, con todo el material que tenía, decidí escribir un libro para compartir todo lo aprendido. Lo que nunca imaginé es que otros copiarían mis ideas, se apropiaran de mis descubrimientos y los harían suyos sin siquiera mencionarme.
Lo que estoy haciendo es salvar un patrimonio que forma parte de la cultura catalana. Admito que viene de Francia, pero fue en Barcelona donde adquirió su máximo esplendor, porque coincidió con la corriente higienista, el Modernismo y el desarrollo del ensanche barcelonés.
De las mil piezas que conforman tu colección, ¿Cuántas proceden de Cataluña?
En realidad no llegan a mil piezas distintas, aunque faltan pocas para ese número, y tengo otras dos mil repetidas. Cerca de trescientas están colgadas en las paredes de mi casa, las otras las tengo en un pequeño almacén. La gran mayoría provienen de Cataluña, pero también hay algunas de Albacete, Madrid, Mallorca, Navarra, la Rioja, y hasta me he traído algunas de mis viajes fuera de España, por ejemplo, de Francia, Bélgica e Italia.
¿Qué es lo que quieres conseguir con tu libro?
Básicamente pretendo informar y sensibilizar a los que tienen un pavimento hidráulico en su vivienda. Que se den cuenta que tiene arte en su casa y no lo cambien por otro de cerámica, vinilo o madera, tal vez más de moda, pero sin ningún, o muy poco, valor. Y quiero enfatizar en la palabra “arte” porque personajes como Alexandre de Riquer, Josep Pascó, Domènech i Montaner, Puig i Cadafalch, Arturo Mélida, Rafael Masó y tantos otros, diseñaron maravillosos pavimentos hidráulicos. Es decir, artistas que diseñaron arte, industrial, sí, pero arte al fin que, como está en el suelo y lo pisamos, no le damos ningún valor.
¿Y con tu colección?
Personalmente no me defino como un coleccionista si no como un salvador o recuperador de arte. Evidentemente acumulo baldosas y otros objetos y, por definición, se podría llamar coleccionismo, pero entiendo que el coleccionista atesora objetos de su admiración para disfrute propio mientras que yo estoy recopilando, además de baldosas, todo tipo de materiales relacionados con este arte, como catálogos, documentos, moldes, trepas, etc., para que no se pierdan sus diseños ni su historia, puesto que forman parte de nuestra cultura.
Soy uno de los pocos, si no el único, que no solo no comercializa o hace negocio con las baldosas si no que he invertido más de 60.000€, que nunca voy a recuperar, para salvar este patrimonio y todo lo relacionado con él.
Mi deseo es donarlo todo a un museo que se comprometa a exponer permanentemente una parte considerable del fondo, pero, lamentablemente, hasta ahora, aunque la oferta les ha parecido muy interesante, todos han declinado aceptarla.
¿Muestras tu colección de forma particular o privada?
Si alguien me lo pide no tengo ningún inconveniente en mostrarle, con mucho gusto e ilusión, todo mi material y hasta hacerle una explicación parecida a la de esta entrevista.
A parte de la historia y fabricación de baldosas ¿Qué más incluyes en tu libro?
Además de definir qué es el mosaico hidráulico, detallar los pavimentos anteriores a éste, su origen e implantación, explicar la historia de los principales fabricantes, mostrar algunas de las inscripciones en el Registro de la Propiedad así como su proceso de fabricación al detalle, su evolución y una larga lista de locales donde ver estos pavimentos todavía en uso, incluyo una extensa reproducción de publicidades, documentos, etc., decenas de fotografías de los mejores pavimentos que todavía pueden verse in situ, una selección de varios catálogos antiguos y la reproducción completa del Álbum-catálogo núm. 6 de la casa Escofet, publicado en el año 1900 y, finalmente, explico varias curiosidades o anécdotas, como las diferentes medidas y formatos de estas baldosas, “el Misterio de Vilassar de Dalt” y los pavimentos acanalados para interior y/o exterior.
¿Cómo crees que reaccionará el público con tu libro?
Hay que tener en cuenta que es el único libro en el mercado que trata sobre el mosaico hidráulico. Tardó unos cuatro años de gestación, entre selección de imágenes y maquetación, aunque llevaba ya unos 20 de investigación y recopilación de datos, lo que significa que su edición está muy cuidada. En 2015, aprovechando la exposición itinerante Catifes de ciment (Alfombras de cemento), se publicó la versión catalana, con una primera edición de 1.800 ejemplares y una segunda de otros 1.000, que se agotaron en cuatro años.
Esta versión, en castellano, que tenía que haber salido en primavera de 2020, le da la posibilidad de una mayor difusión y universalidad, y me ha permitido corregir algún error e incluir alguna pequeña ampliación y actualización sobre la versión anterior.
Se trata de un libro de arte de gran formato, con tapa dura, muchas imágenes y un precio muy asequible, por lo que creo que se va a vender muy bien. Se da la circunstancia que varias personas me estaba pidiendo una reedición porque no llegaron a tiempo de comprar la primera versión así que, antes de salir al mercado, ya había unos diez o veinte ejemplares “vendidos”.
¿Tienes pensado publicar algo más?
La semana próxima saldrá a la venta un pequeño libro con cinco itinerarios por el centro de Barcelona donde se pueden ver todavía los pavimentos hidráulicos in situ.
Hace tiempo preparé un libro sobre las constelaciones celestes y también hice un trabajo sobre la Exposición Universal de 1888, aunque están durmiendo en un cajón pendientes de publicación. Ahora estoy trabajando en mi autobiografía, no porque sea alguien importante o famoso como una estrella de cine o un futbolista, sino porque en mi juventud viví una situación muy represiva que quiero dar a conocer, pues me parece importante que las nuevas generaciones conozcan lo que sucedía durante el régimen franquista y que quede constancia escrita antes de que alguien diga que me lo inventé y que nunca sucedió.
¿Cómo quisieras que te recordasen después de muerto?
Creo que a todos nos gustaría que nos recordaran como a alguien que hizo algo positivo por los demás. Para mí es esto, haber sido sólo un ladrillo más, un grano de arena más.
El poeta cubano José Martí dijo que “hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. A lo largo de mi vida he plantado un montón de árboles; libros, llevo ya dos publicados (el segundo es El Modernisme per pintar: Mosaics hidràulics d’autor.); en cuanto a lo de tener un hijo, si bien no lo he engendrado genéticamente, sí creo tener unos cuantos hijos espirituales, así que creo que puedo irme muy tranquilo de este mundo y que cada cual me recuerde o diga de mí lo que quiera pues, ya muerto, poco me va a importar.
Jordi Griset, modelo, actor, delineante, empresario, profesor de Yoga, investigador y amante de los animales, ha dejado de lado su polifacética vida para traer el arte a nuestras manos con su obra y con ella nos demuestra cómo el más pequeño grano de arena puede llegar a convertirse en la pieza de arte más bella e imponente. Solo él podría ver arte dónde los demás no vemos más que simples baldosas. Lo que para nosotros no es más que un elemento de nuestras viviendas que pisamos y que hay que barrer y fregar, para él es arte y una pieza fundamental de nuestra historia.
(Entrevista no firmada por divergencias con el periodista, que abortaron su publicación prevista en 2012… actualizada en 2022)