Están los poetas cuyas voces salen de las cuerdas vocales, un mecanismo biológico que combina el empirismo y el lenguaje naturalista de la poesía. En esta naturaleza, anida casi todo el mundo. El verso por el verso, la poesía de mermelada, el deseo de la expresión verbal en el mundo, construyendo lógicamente palabras en versos. El poeta y el lector están separados, pero vuelven a encontrarse en la cercanía.
En un segundo nivel, encontramos los poetas cuyas voces emergen de los sentidos, generalmente, poetas visuales (la «imago»), auditivos, degustativos y olfateadores, aunque son pocos y escasos. Viven bajo una existencia desnudada, con un egocentrismo inherente a la poesía, pero se acercan a sus lectores con empatía.
En un nivel más profundo, están los poetas cuyas voces emergen del laboratorio del Ser y son escuchadas por una pequeña comunidad de vecinos. Su poesía tiene un objetivo pastoral: salvar a la humanidad del agresor racionalista. Es una poesía inmunitaria, una poesía en actos que funciona como el sistema inmunológico del alma humana.
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