Salvar la Historia

Por Galán Madruga

Posponer el fin de la Historia, la misión intelectual del último Heidegger. No sé, puede que yo esté equivocado. El último aliento intelectual de Heidegger consistía en ‘salvar la Historia’ o, al menos, posponerla por un buen plazo.

Primero que Kojeve y Fukuyama, el autor de los Cuadernos negros se percató de que el siglo XX había comenzado con la hecatombe de lo real, el aullido de la modernidad y, por añadidura, con la ineludible posibilidad de fin de la historia. Cómo frenar ese impulso de finitud en la deriva, anti-ontológico-nacional, fue la tarea psico-pedagógica del último Heidegger.

El misterio del socialnacionalismo para Heidegger se revelaba en esa posposición final. Que Heidegger se haya desvinculado del régimen social-nacionalista Nazi, no merma su visión sobre la Historia. ¿Cuál Historia? No la historia de los hechos que abruman el pasado y el presente, sino la historia de las formaciones de los colectivos temporales (conmovido por algo me sumo).

En otras palabras, la formación de estancieros en colectivos temporales ante el sufrimiento de la dispersión o la incapacidad de estar convencido de algo. La ‘estancia’ en una época del tiempo ante la pobreza de los aconteceres reales: aburrimiento y decadencia del goblalismo y la metafísica. Quizás la descripción lineal, superficial, positivista, decadente no tenga la forma de profundar en esto: Seguir el pensamiento de Heidegger: posponer El fin la Historia.

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