Por Coloso de Rodas
Porque, y aquí tocamos la novedad de su actitud. En su obra, la artesanía representa realmente un modo de poeta en actos, de ser-activo-en-el-mundo, y la imagen de la artesanía sirve constantemente para expresar un acuerdo activo con el mundo. Michel Quesnel, que quiere ver en Correo del sur una oposición radical entre la casa y el plano, es decir, entre la felicidad y la acción, y que intenta demostrar que la primera es natural mientras que la otra es una ilusión lírica, afirma que Saint-Exupéry «prefiere convencerse de que hay una oscura grandeza en su reducción a una tarea que sólo explota lo más banal de sus cualidades1».
Para apoyar su afirmación, cita el siguiente texto del Correo del sur como si expresara su desilusión: «Ahora sólo soy un trabajador, escribo el correo desde África». Por el contrario, creemos que la referencia a las operaciones manuales siempre se refiere a una relación activa con el mundo y sirve para situar la experiencia del aviador en este contexto. El resto del texto citado subraya claramente este carácter activo: «Y cada día, para el trabajador, que comienza a construir el mundo, el mundo comienza».
Al contrastar el mundo de Tierra de hombres con el de Vuelo nocturno, Michel Quesnel escribe: «Pero las metáforas más frecuentes apelan al campesino. Y su propósito no es embellecer estilo: traducen el movimiento de un pensamiento que, renunciando a la celebración de unos pocos, se abre finalmente al mundo y lo toma en sus manos».
Ya en Correo del sur, observamos que la experiencia del piloto se abre a horizontes más amplios. A partir de Vuelo nocturno, el aviador se sitúa entre otros oficios para mostrar una relación significativa y activa entre el hombre y el mundo. El mundo del campesino, por supuesto, pero también el del carpintero y el del herrero, como el del aviador, es un mundo activo. Cada uno de estos artesanos se convierte con sus actividades concretas. Relaciones concretas y directas entre el hombre y el mundo, los actos del oficio hacen el mundo y el propio sujeto.
Después de comparar al piloto con un obrero en Correo del sur, Saint-Exupéry utiliza la imagen del carpintero para describir el trabajo del mecánico en Vuelo nocturno, y evoca al farero, al jardinero y al prospector para describir Rivière. La experiencia del piloto estará a la altura de la del herrero, el campesino, el carpintero, el jardinero, el pastor y la sacristía del campesino», en Piloto de Guerra. En el barco que llevó a Saint-Exupéry a América después del armisticio, los miembros de la tripulación eran los únicos que le parecían tener alguna densidad.
Y de todos aquellos cuyo planeta visita, el farolero es el único al que el principito quisiera hacer su amigo. Por último, cabe señalar que el soberano de la Ciudadela siempre trata con respeto a quienes construyen su mundo, a quienes captan su relación con el mundo a través de las actividades de su profesión. Hay una metáfora muy significativa en Ciudadela, la del escultor. Más activa que la metáfora del poeta, que también se utiliza varias veces, más matizada y más completa que las referencias a los oficios ordinarios porque implica tanto la actividad del escultor como la riqueza de la imagen de la estatua, la metáfora de la escultura está entre las experiencias del oficio y los grandes arquetipos del desierto, la casa y el árbol; los conecta y los completa.
La estatua aparece siempre en íntima relación con el gesto del escultor; sirve a la vez para marcar la unidad indisoluble de las partes en un sentido global y para significar un sentido que se crea con los actos en el mundo, un sentido que depende de los actos y que sólo aparece a través de ellos: «Porque no hay verdad que pueda demostrarse de cerca, más que la de la estatua que esculpo». La escultura es la imagen de una relación total del ser con el mundo, el ejemplo de una verdad y un sentido que escapan al análisis porque están vinculados a la existencia activa.
Las obras de Saint-Exupéry exploran ante todo las relaciones concretas con el mundo que exige su propia profesión. Este es el aspecto específicamente fenomenológico de la obra. Quizás Saint-Exupéry no fue tan lejos (o tan sistemáticamente) como algunos filósofos en la descripción del núcleo sujeto-mundo, pero en este sentido su obra tiene la ventaja de ser una conciencia dentro de las relaciones activas del ser-en-el-mundo. El uso que hizo de ella un fenomenólogo tan entendido como Merleau-Ponty y la importancia que le concedió Jean-Paul Sartre en la evolución de la literatura, dan fe de la exactitud de la observación y de la autenticidad de la experiencia que estos filósofos supieron descubrir en Saint-Exupéry. A un aspecto importante de Piloto de Guerra y de todas las demás obras podría aplicarse casi literalmente la expresión de Merleau-Ponty: «La fenomenología se deja practicar y reconocer como una manera o como un estilo, existe como un movimiento, antes de haber alcanzado la plena conciencia filosófica».
La profesión plantea en términos a veces urgentes el problema de la relación entre la acción y los valores, entre el actuar y el ser. ¿Cuál es el sentido de esas acciones que ponen en juego la felicidad y la vida misma? ¿Debemos descubrir o crear este significado? Este es el gran y fundamental cuestionamiento de obras como Vuelo nocturno y Piloto de guerra, ambas concebidas como una toma de conciencia dentro del propio ejercicio de la profesión, que revela el corazón de la actitud exuperiana.
El aviador descubre una multitud de relaciones más particulares que acompañan y profundizan la actitud problemas existenciales. Los problemas de ansiedad, conocimiento e intersubjetividad se exploran a través de las acciones diarias del piloto. El avión se convierte en un medio de conocimiento. El espacio y los seres se organizan según los nuevos valores que aporta la profesión. Las realidades se revelan a través de la confrontación, y el tiempo se construye según una nueva duración. El vuelo descubre una geografía concreta que ya no es la de los geógrafos.
Como el trabajo requiere acciones diarias concretas, los valores
de interioridad deben complementarse con las de compromiso y la confrontación. Y el Grupo de Aviación siguió siendo para Saint-Exupéry, hasta el final de su vida, la experiencia más auténtica de la intersubjetividad.