Relajamiento Dadá* (¿una caída hacia adelante?)

Relajamiento Dadá (¿una caída hacia adelante?)*

En su Historia de Dadá, Hans Richter ofrece una descripción detallada del colapso del movimiento Dadá en Zúrich, específicamente del evento crucial que tuvo lugar en la Saal zur Kaufleuten el 9 de abril de 1919. Esta velada representaba el punto culminante de un ciclo de creación y destrucción propio del espíritu de Dadá, un movimiento artístico y filosófico que nacía de la desilusión de la Primera Guerra Mundial y buscaba desafiar las convenciones del arte, la moral y la lógica establecidas. En esa noche, los pocos miembros restantes del movimiento en Zúrich, como Tristan Tzara, Jean Arp y el propio Richter, estuvieron acompañados por figuras como Susanne Perrotet, Viking Eggeling, Käthe Wulff, Hans Heusser, y Walter Serner, un miembro destacado del Dadá más radical y anárquico.

En una fotografía icónica de la velada, Serner aparece leyendo su manifiesto Dadá Letzte Lockerung, que puede interpretarse como la “última relajación”, un texto que invoca la esencia del movimiento dadaísta en su forma más cruda y desconcertante. La obra de Serner, y especialmente este manifiesto, expresa el intento de liberar a la humanidad de las estructuras opresivas y de la lógica de la razón a través de lo absurdo y lo caótico.

El evento comenzó con Serner transportando un maniquí de sastre sin cabeza al escenario, un primer acto cargado de simbolismo que reflejaba la deshumanización y la alienación en el contexto de la guerra. La ausencia de la cabeza del maniquí, tan característica del surrealismo, mostraba la desconexión entre el cuerpo humano y su sentido racional. Luego, Serner se dirigió hacia un ramo de flores artificiales, una elección que mezcla lo artificial con lo orgánico, desafiando las fronteras entre lo natural y lo creado. Al hacer que el maniquí oliera las flores en el espacio donde debiera haber estado su cabeza, Serner reforzaba la paradoja de la vida y la muerte, la razón y la ausencia de sentido.

Pero la acción no se detuvo ahí. Después de colocar el ramo a los pies del maniquí, Serner introdujo una silla, se sentó de espaldas al público y comenzó a leer extractos de su manifiesto Letzte Lockerung (La Última Relajación). Este texto no solo era una manifestación de la filosofía dadaísta, sino una proclamación de la anarquía y la ruptura con cualquier forma de estructura establecida, tanto en la sociedad como en el arte. La audiencia, que previamente había sido cautivada por el absurdo de la escena, sintió la tensión crecer. El silencio en la sala era el preludio de una explosión emocional, porque lo que Serner estaba proponiendo no era simplemente un acto de arte, sino un desafío directo al orden establecido.

La reacción de la audiencia fue inmediata y violenta. Gritos, insultos y tumultos comenzaron a llenar la sala, y el caos que se desató era la manifestación física de la furia contenida contra la provocación dadaísta. Este tipo de reacciones no era inusual en los eventos dadaístas, que buscaban precisamente la ruptura de las normas y la incitación al desconcierto. Sin embargo, lo que parecía un caos descontrolado era en realidad una performance cuidadosamente orquestada por Serner para involucrar al público en el proceso creativo. Tras una pausa de veinte minutos, la velada continuó sin más altercados, dejando a la audiencia con una sensación agridulce de frustración y desconcierto, pero también de fascinación por la transgresión que acababan de presenciar.

El momento culminante de la velada llega cuando, después del desbordamiento de emociones y del desorden, los asistentes comenzaron a comprender que lo monstruoso de la escena no se encontraba solamente en los desafíos lanzados por Serner, sino también en los accesos de furor provocados por esos mismos desafíos. Es decir, los mismos gritos y furias del público se convirtieron en el material necesario para que Serner pudiera llevar a cabo su hazaña literaria. Al final, la violencia de la reacción y el caos generado por el acto no eran sino la confirmación de la efectividad del mensaje dadaísta: la destrucción de lo antiguo para dar paso a lo nuevo, la liberación del pensamiento de las cadenas del orden y la lógica.

En este contexto, el concepto de “relajamiento” de Serner cobra un significado más profundo: no es solo una invitación a la disolución de las convenciones sociales y artísticas, sino también una liberación de la tensión existencial misma. La idea de “relajamiento” representa, por tanto, la renuncia a cualquier estructura preestablecida, una invitación a abrazar el caos como una forma de liberación creativa. La «última relajación» no solo era la culminación del Dadá como movimiento, sino también un paso hacia un espacio donde el absurdo y la lógica se funden en una única experiencia compartida: el vacío como liberación.

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*Texto tomado de BCN DADA, 21 de junio 2019

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