Por: ACDV
En el encuentro del sábado 3 de junio, en la Casa del Ser, tuvo lugar un encendido debate que atrapó la atención de los presentes (Saturnino Polón, Carlos Carralero, Antonio Ramos Zúñiga, Armando de Armas y Ángel Velázquez). Con el telón de fondo de los temas candentes de nuestro tiempo, los participantes se sumergieron en un océano de reflexiones que abarcaban desde la Guerra en Ucrania hasta la posición estratégica de Rusia en Cuba. Fue durante este intercambio que se lanzó una hipótesis audaz, un pronóstico que desafiaba la propia naturaleza de la historia: ¿Podría ser que las manos rusas fueran las portadoras del ansiado tránsito hacia la libertad y la realpolitik en Cuba?
La mera sugerencia de esta posibilidad hizo que el aire se llenara de una tensión palpable. Los corazones inquietos ansiaban respuestas mientras las mentes se sumían en una encrucijada de pensamientos. ¿Cómo podía ser posible que un actor tan controvertido y enigmático como Rusia se erigiera como el guía hacia la senda de la libertad? ¿Acaso la paradoja más fascinante de nuestra era para Cuba estaba por desplegarse ante nuestros ojos?
En la Casa, las miradas se entrecruzaban, buscando indicios, pistas que confirmaran o desbarataran esta audaz conjetura. El eco de las voces se mezclaba con susurros de incredulidad y anticipación. Cada palabra pronunciada alimentaba el fuego de la incertidumbre, desafiando los límites de lo previsible y abriendo las puertas de lo inesperado.
La realidad mundial y local se entrelazaba en un baile incansable mientras los participantes sopesaban los acontecimientos recientes y los movimientos geopolíticos. La Guerra en Ucrania, un conflicto que había dejado su huella indeleble en la conciencia colectiva, y la enigmática posición de Rusia en Cuba, eran los hilos conductores de esta narrativa turbulenta.
En ese momento de fervor intelectual, el futuro se vislumbraba incierto y lleno de posibilidades. La libertad, esa quimera inalcanzable que había perseguido a los cubanos a lo largo de seis décadas, parecía encontrar un refugio en manos insospechadas. La realpolitik, ese pragmatismo político que tantas veces había chocado con los ideales más nobles, parece estar gestando una metamorfosis inédita.
En la Casa del Ser, la chispa del conocimiento se avivaba, iluminando los rincones oscuros del entendimiento humano. El debate se prolongaba, alimentando las mentes curiosas y empujándolas hacia fronteras desconocidas. Los participantes se enfrentaban a un dilema: ¿aferrarse a las concepciones preconcebidas o dejarse llevar por la corriente de la incertidumbre?
En este escenario teatral, la historia misma se erguía como un misterio envuelto en enigmas, desafiando las expectativas y desplegando ante los participantes un futuro impredecible. Las manos rusas, símbolo de poder y enigma, sostenían la llave hacia el anhelado tránsito hacia la libertad y la realpolitik. ¿Qué nos depararía esta paradoja histórica? Solo el tiempo podría desentrañar el enigma y revelar el destino final de esta intrincada narrativa.
En el pasado, los rusos ya habían estado en Cuba, pero su presencia fue considerada una tragedia. Sin embargo, en esta ocasión su regreso parece como falsa. Es posible que ahora traigan la misma declaración de Bonaparte cuando dio el golpe de Estado:
«Hemos concluido la novela de la Revolución; ahora nos corresponde iniciar su Historia y centrarnos únicamente en lo que es real y posible en la aplicación de sus principios, dejando de lado las especulaciones e hipótesis. Si tomamos otro rumbo en este momento, estaríamos filosofando en lugar de gobernar».
Con ello, comenzó a guiar a su nación por el sendero de la modernidad política, es decir, hacia una vertiente nacional-imperialista, que internamente se autodenomina democracia y externamente se despliega como una potencia imperial.
¡Hemos culminado la novela de la Revolución! Pues lo que el gran corso legó al mundo con su célebre máxima no es otra cosa que la fórmula histórico-mundial de la Realpolitik burguesa posrevolucionaria, Realpolitik significa la transición del romanticismo revolucionario de la libertad a la prosa de los imperialismos nacionales de la economía. Como resultado de la presencia rusa, Cuba se verá obligada a adoptar una postura oportuna, so pena de ser relegada a un estatus histórico y económico de segunda categoría, frente a la tesis política e histórico-filosófica explosiva de que la novela de la revolución se completó en la patria de la revolución y, por ende, se puede pasar de la filosofía al gobierno.
De hecho, se estaría hablando en Cuba de la transición de la histeria al negocio, y de la convulsión dramática a la agenda del imperialismo comercial bien organizado. Con la presencia rusa en los asuntos económicos en Cuba se puede abrir inesperadamente un nuevo capítulo, realista y pragmático, con motivos de sobra para concluir la novela revolucionaria, poner fin a la filosofía y dar inicio a la fusión de una política económica y de poder, positiva o pos-idealista, en una sola entidad.
¿Qué significa realmente terminar la novela de la revolución y empezar a redactar su historia? ¿Qué significa en realidad pasar de especular a gobernar? Fue lo que pasó también durante la desintegración de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín en 1989: comenzar la historia del capitalismo y la correspondiente economía de mercado. Ahora llegó el turno a Cuba, acabar con la ficción romántica de la revolución y comenzar a redactar la historia.
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