«Razón poética» en María Zambrano

By: Ego de Kaska

La razón poética, concepto central en las eugenesias filosóficas de María Zambrano, constituye el eje de esta reflexión preliminar. En este contexto, se evalúan frases contemporáneas como “aquí y ahora” y “vive el momento”, así como la percepción de ciertos intelectuales demodé, todo ello relacionado con la constante negación de la vida.

Reflexionar sobre la vida desde la filosofía no implica necesariamente una actitud negativa hacia ella. La poética de la razón en la temporalidad subjetiva según Zambrano ofrece una introducción y una aproximación al proyecto de reflexión sobre la poética del impulso.

La energía pensante se despliega en tres niveles: el intelecto, el sentimiento y la conciencia. El intelecto es el modo lógico de pensar los objetos; el sentimiento es la experiencia lógica; y la conciencia predetermina tanto al objeto como a la experiencia sentida. Más allá de estos niveles se encuentra la intuición, que torna consciente al intelecto, el sentimiento y la conciencia. Según Zambrano, el pensamiento se sitúa en el segundo nivel: el sentimiento. La energía pensante se convierte en sentimiento y se manifiesta como experiencia sentida y sueños etéreos. Soñar en este segundo plano de la realidad revela el funcionamiento oculto de la invención de la mente humana.

Entender la razón poética requiere reconocer esta distinción metódica. No se trata de una razón práctica sobre la realidad, sino sobre los sueños y deseos eternos de la humanidad. La contribución de Zambrano al conocimiento es significativa, aunque limitada para alcanzar el nivel último de la realidad. La razón poética, aunque transforma la energía pensante en experiencia sentida, es un fenómeno único dentro de la temporalidad del sujeto que sueña y anhela la libertad. Sin embargo, esta condición del sentimiento raramente llega a materializarse en la realidad. Por ello, el sentido «poético» de la razón se convierte en un pretexto para la escritura como diálogo sentimental, desempeñando un papel esencial en las expresiones sentidas de la experiencia, subyacentes a la lógica del intelecto.

Hoy en día, se observa una tendencia a jerarquizar la razón poética en relación con el amor como fuerza superadora. Muchos consideran que el impacto de Zambrano como pensadora y filósofa representa una ruptura esencial con el antiguo enfoque racional, masculino. Los lectores y estudiosos, como los participantes en el III Congreso Internacional sobre la vida y obra de María Zambrano y los autores de María Zambrano: palabras para el mundo, perciben una vibración en su escritura que responde más a la racionalización intuitiva, al sentimiento, al dolor y a la tragedia, en lugar de al pensamiento positivista y fenomenológico. En este sentido, la mayoría concuerda en que Zambrano, desde sus primeros escritos, estaba convencida de que el racionalismo había llegado a su fin y que la metafísica racionalista tradicional era historia.

En el ámbito del conocimiento, el misticismo, la tradición de la ciencia oculta y el ocultismo influenciaban profundamente el intelecto. La transformación de la vida hacia un racionalismo más sutil y lógico comenzó a finales del siglo XIX y principios del XX, influenciada por tres grandes mujeres: Madame Blavatsky (Isis sin velo, La doctrina secreta), Mabel Collins (Light on the Path) y Annie Besant (The Doctrine of the Heart), respetadas fundadoras del movimiento teosófico. Así como estas mujeres intentaron abordar la crisis del mundo occidental a través del budismo esotérico y el hinduismo, Zambrano proponía la fenomenología y la razón poética como soluciones a dicha crisis.

La teosofía y el papel de la mujer en la búsqueda de la experiencia divina han sido temas de reflexión para muchos pensadores, entre ellos María Zambrano. La idea de que la mujer está más dotada para la sensibilidad hacia lo sagrado y divino se refleja en su obra El hombre y lo divino, donde sugiere que la conciencia tiene un carácter femenino y poético que no puede ser atribuido simplemente al género. En este contexto, la mujer, por su condición, podría experimentar con mayor profundidad los fenómenos sensibles, en un ámbito donde la pura intelectualización tiene poco que aportar.

Zambrano también nos invita a cuestionar hasta qué punto la relación amorosa influye en la caída sentimental de lo femenino, un proceso en el que tanto hombres como mujeres se ven arrastrados. ¿Podría su obra ser vista como una propuesta inconsciente de una caída universal en la que lo femenino podría obstaculizar el despertar de la conciencia humana? Este cuestionamiento nos lleva a considerar la creencia femenina y el conocimiento posracional, transformado en razón poética. La distinción entre intuición, energía pensante y la experiencia sentida no se esclarece del todo en la obra de Zambrano, quien intentó unificar filosofía y poesía en una misma concepción: la de razonar poéticamente.

El razonamiento sobre la experiencia sentida plantea un desafío: convertir la experiencia en una dinámica del intelecto, lo que, paradójicamente, podría despojarla de su esencia experiencial. En la tradición filosófica, el concepto de amor ha sido recuperado y reinterpretado, especialmente en los días posteriores a Husserl y su fenomenología. Europa, en la década de 1920, se veía a sí misma como una vida corrupta y sin destino claro, un fenómeno que también afectó a España. Ante la crisis europea y española, la noción de razón poética ofrece una perspectiva que, aunque distinta, no necesariamente superior a la razón vital. Si tuviera que inclinarme por una, elegiría la razón vital por su enfoque práctico y vivencial.

La razón poética se centra en la experiencia sentida, convirtiéndola en un ideal, mientras que la razón vital aborda la experiencia como energía pensante, una conciencia del impulso vital expresada en palabras. Ortega y Gasset, en Historia como sistema, critica la fenomenología por conducir a una crisis occidental, argumentando que la razón vital no está cargada de ideas o crisis, sino que simplemente existe. Aquí radica la diferencia clave: la razón poética está cargada de ideas y sueños, proyectando objetivos a través de la temporalidad subjetiva, mientras que la razón vital se fundamenta en la existencia pura, en el ser antes de pensar sobre experiencias y fenómenos.

¿Qué busca afirmar la razón poética? Principalmente, la reafirmación del lenguaje y la apertura a nuevos relatos. Zambrano parece interesada en contextualizar el fenómeno divino y humano, aunque, como señala Carmen Revilla en Sobre el ámbito de la razón poética, el pensamiento filosófico no siempre se traduce en una experiencia existencial concreta. La razón poética imagina cómo aliviar el dolor existencial, proyectando una visión poética del futuro.

Finalmente, la razón poética también se adentra en la subjetividad del tiempo. Como indica Ouspensky en Un nuevo modelo del universo, el pasado es memoria y el futuro es imaginación, ambas unidades subjetivas que escapan a la unidad del tiempo objetivo. Esta concepción del tiempo es esencial para comprender por qué Zambrano intenta aislar otras modalidades, como la razón vital, en su propuesta de una razón poética.

En Sobre el tiempo, Xavier Zubiri analiza la manera en que el tiempo se manifiesta en las cosas, describiéndolo como una estructura modal esencial que integra las características descriptivas y estructurales de los objetos temporales. Según Zubiri, esta doble relación subraya la importancia de considerar el tiempo como la unidad mínima de la temporalidad. Para él, lo más profundo del tiempo se revela en la forma especulativa de la unidad, la medida mínima en la que ocurre el “transcurrir.” De esta manera, el tiempo se convierte en una dimensión que fluye en el espacio mental del individuo, independientemente de la influencia social y cultural. Sin embargo, Zubiri no contempla que este tiempo transcurra fuera del marco propuesto por la memoria del ego, y lo percibe como una entidad separada de la mente humana. Este distanciamiento entre tiempo y mente nos lleva a explorar cómo surge el concepto de razón poética en la obra de María Zambrano.

María Zambrano, por su parte, aborda la razón poética como una forma de reconciliar la racionalidad con la sensibilidad poética. Más allá de cualquier ideal o conocimiento metafísico, ella sostiene que es esencial reconocer un impulso poético intrínseco en la naturaleza humana. Este impulso, a menudo oscurecido por determinaciones racionales, busca una expresión pura y desprovista de ideales preestablecidos. La razón poética, entonces, se presenta como un intento de entender y expresar este impulso poético, aunque a menudo se vea contaminado por la racionalidad.

Zambrano sugiere que la fenomenología, que valora lo bello y estético como formas de razonamiento, no puede equipararse con la capacidad reflexiva pura. En su visión, el hombre y lo divino representan dos aspectos inseparables pero distintos de la existencia humana. Sin embargo, el hombre no puede ser divino, de ahí la distinción entre ambos.

Por lo tanto, la razón poética se define como la integración de lo ya conocido dentro del ser humano, similar a cómo la razón histórica funciona para la sociedad. La razón poética permite una conexión más profunda entre lo sagrado y lo profano, creando una sensación de unidad estética. En contraste, el impulso poético opera en un nivel más interno y subyacente, realizando una actividad constante que muchas veces pasa desapercibida debido a la prevalencia de la inconsciencia sobre la conciencia en la experiencia humana. Así, la razón poética se convierte en un mecanismo mental para equilibrar y dar sentido a esta dinámica interna.

D. H. Lawrence, en Psychoanalysis and the Unconscious, ilustra cómo la conciencia se establece desde el momento de la fecundación y permanece a lo largo de la vida, evolucionando con el individuo. Este impulso intrínseco a la conciencia puede no ser siempre reconocido, lo que lleva al ser humano a crear conceptos sustitutos como la razón poética para mitigar la sensación de desarraigo.

En Delirio y destino, memorias de María Zambrano, la autora explora las ambigüedades y tragedias de la vida, describiendo una búsqueda constante de sentido y autenticidad. Para Zambrano, la vida debe ser vivida como un poema, en contraposición a la cruda realidad. La razón poética se convierte en una herramienta para comprender y dar sentido a la posguerra, emergiendo del sufrimiento y la angustia más que de una fuente existencial o sagrada.

Para Zambrano, reconocerse a uno mismo y a los demás en su divinidad es fundamental. Sin embargo, cuestiona hasta qué punto se reconocía a sí misma como divina y cómo este reconocimiento influye en su concepción de la razón poética. Ella plantea que el tiempo, dividido en pasado, presente y futuro, es una construcción semántica más que una realidad objetiva, diseñada para el ego y la imaginación.

En última instancia, la idea de la razón poética merece una reflexión profunda, ya que representa un desplazamiento de la razón tradicional hacia una forma más integradora y estética de entender la vida. Este concepto, central en las investigaciones filosóficas de Zambrano, refleja un idealismo frente a la crisis existencial de su tiempo. La razón poética, al igual que otras formas de razón propuestas por filósofos como Dilthey, Husserl, Heidegger y Ortega y Gasset, es una respuesta especulativa y argumentativa a las tensiones de la vida humana.

La exploración de la razón poética en el contexto de la sociedad española de posguerra ofrece una visión de cómo la filosofía de Zambrano busca trascender la racionalidad positivista y proporcionar consuelo en tiempos de crisis. Esta filosofía se presenta como una alternativa a la desesperanza, buscando en la razón poética una forma de reconciliación y sentido en un mundo marcado por el sufrimiento y la incertidumbre.

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