¿Por qué desapareció el autoconsumo en Cuba?

Por Héctor A Rodríguez PhD

En Cuba, después de la última ley de reforma agraria de 1963, la tierra que quedó en manos de los pequeños agricultores representaba el doce por ciento de la tierra en producción y producía el 60 % de los alimentos para el pueblo de Cuba, no para el estado socialista. Este hecho se convierte en el ejemplo más claro de estupidez en la conducción de un país.

La crisis económica aumentaba el hambre y el descontento en la población. Antes ya habían aplicado esta fórmula y la cerraron. Nuevamente, ante la falta de comida, autorizaron a todas las empresas a producir la comida de sus trabajadores. Les asignaron fincas y los mismos iban al campo a trabajar. Así, aumentaron su nivel de consumo de alimentos vegetales, viandas y carne de cerdo, pollo, conejos, etc. Repartían la producción semanalmente y la población se sentía estimulada por este sistema llamado autoconsumo, a pesar de que les hacía pasar trabajo, mejoraban su alimentación.

Resultó que en una visita del Segundo Secretario del PCC a la ciudad de Manzanillo, en oriente cubano, visitó la finca de autoconsumo de una planta mecánica que era de las mejores. Con su estulticia acostumbrada, le preguntó a un obrero: «¿Qué me puedes decir del autoconsumo? ¿Cómo les va con eso?» El obrero respondió: «Nos va muy bien. Nos dan un pollo semanal y cinco libras de carne de cerdo cada quince días. Todas las semanas nos entregan 15 libras de yuca, plátanos, malanga, calabaza, boniato y hortalizas. Estamos muy contentos. Hay que venir aquí, pero vale la pena. Hay que seguir aumentándolo.»

El señor le respondió: «¿Y qué hacemos con la señora mayor que no trabaja, que es ama de casa y no puede venir aquí a trabajar?» Por supuesto, el obrero no supo qué responder. El miedo a decir la verdad es mayor en Cuba que cualquier otra cosa. ¿Dónde estaba la estupidez de la pregunta y sus resultados? En Cuba había cuatro millones de trabajadores y diez millones de habitantes. La cuenta daba que, con esa comida que el obrero explicaba, podían alimentarse ocho millones de cubanos, pues las familias eran de cuatro miembros en promedio. Y los otros dos millones, con la comida producida en tierras de los pequeños productores, ni siquiera harían falta los ineficientes productos de las empresas estatales.

Después de que este señor hizo estos comentarios en su visita a Manzanillo, como consecuencia cerraron las fincas de autoconsumo. Una vez más, la estupidez de las decisiones como método de dirección. Pero esta estupidez no quedó ahí. Resultó que unos meses después, durante el 4to congreso del PCC en Santiago de Cuba, cuando se discutía el tema de los pequeños agricultores, el presidente de la asociación, el Sr. Ramírez, quería hablar y el dictador no le dio la palabra. Después de varios intentos, finalmente, disgustado, le dijo al señor: «Mira, Ramírez, tú aquí no vas a hablar», demostrando que todo en Cuba era la estulticia como sistema de dirección. Las consecuencias son bien conocidas: han pasado treinta años de estos hechos y el pueblo de Cuba aún vive sin consumir alimentos libremente.

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