“Por La Unidad Latinoamericana”: crítica y actualización. La lista de lo que nos separó

Por Carlos Manuel Estefanía

Las trampas de una composición

No se puede negar la belleza de la obra de Pablo Milanés titulada: «Canción Por La Unidad Latinoamericana´´. Ella apareció en un álbum de la disquera Polydor, con el mismo nombre, publicado en México en 1978.

Distraídos por su poesía, corremos el peligro de pasar por alto el sinsentido del pasaje:Bolívar lanzó una estrella que junto a Martí brilló, Fidel la dignificó para andar por estas tierras”.

Son cosas propias de la ignorancia que siembra en la juventud, hoy más que nunca, cualquier sistema de enseñanza de nuestra Patria Grande. Esto ocurre por norma, como si todos los aparatos educacionales, hubiesen sido diseñados por el mismo geómetra, sin importar si el estado tiene a la cabeza un gobierno socialista o no.

Un joven, formado por ese mismo modelo educativo, es lo que era Pablito al componer la pieza de marras, en la séptima década del siglo pasado. Lejos estaba entonces del hombre de tercera edad, que es hoy, rayano en la disidencia.

Hace años que, a diferencia de su alter ego Silvio Rodríguez, no se le escucha a Pablo, una sola loa a esta revolución por la que un día se vio “liberado”. Por el contrario, a cada rato los medios internacionales se hacen eco de sus denuncias. Ellas, sin estridencias, ponen el dedo en la llaga de lo que está pasando en la isla que tanto amaba, como decía en otra vieja canción.

Posiblemente, a estas alturas, el cantautor ya ha concientizado de donde nació el nada liberador sistema imperante en esa tierra caribeña que le vio nacer: es decir, de aquella revolución que un día tanto lo inspiró.

Tratemos de pescar algo útil de aquella etapa del artista. Es necesario para ello que tengamos un poco de comprensión con el creador. Pocos años atrás había sido rescatado de las Unidades Militares de Ayuda a La Producción, por algún jerarca bondadoso, que se daba cuenta de que Pablo Milanés era más útil para el régimen cantando y tocando la guitarra, que cortando caña con los internados de la UMAP.

A veces el agradecimiento confunde. Quizás fuera tal sentimiento el que por entonces mantenía obnubilados los ojos del “neotrobador” frente al gobierno “revolucionario”.

Pecado de izquierda cometido por gentes de derecha

Sin embargo, el error de aquel Pablo Milanés, de admirar lo que pasaba en Cuba, no solo lo cometió él. Se compartió, a nivel internacional, prácticamente por toda la izquierda, e incluso también una parte de la derecha iberoamericana, comenzando por la que encabezaba Francisco Franco. No se olvide que el mandatario español murió en la cama sin enemistarse con su colega cubano, quien morirá del mismo modo.

La España de Franco, tuvo las mejores relaciones diplomáticas y comerció como nadie en Europa Occidental con la Cuba de Fidel Castro. Lo hizo poniendo a su disposición, como entrada a aquella parte del continente, la línea de vuelos Iberia. Lo que no descuidó el gobernante gallego fue la tarea de dar un fuerte responso a su propio embajador; Juan Pablo Lojendio, después que, el 20 de enero de 1960, el diplomático irrumpiera, en un estudio de la televisión cubana, para encarar al dictador recién estrenado*.

Castro acababa de acusar al Gobierno español y a su embajada de ayudar a los que luchaban contra el régimen isleño. Cosa que no había ocurrido en ese momento, pero que Lojendio sí había hecho poco antes, con quienes conspiraban contra Batista, asilándolos en la Embajada española en Cuba, a pesar de que no existiera un tratado de asilo con España, lo que sí había con el resto de las naciones latinoamericanas donde podía refugiarse legalmente cualquier perseguido político. El caso es que, por obra y gracia del diplomático, Madrid se convirtió en refugio de numerosos antibatistianos, que no se sentían bien bajo la dictadura de su país, pero que se acomodaron perfectamente a la del que les acogió.

Ni siquiera esto impidió que el gobierno de Cuba colocara a España en su mirilla como parte de su agenda para revolucionar los países de las riveras atlánticas. Así el régimen cubano respondería al español, entre los años sesenta y setenta, apoyando formalmente diversos movimientos armados antifranquistas o, sabrá Dios si, controlándolos, como hizo con quienes combatieron la dictadura perfecta de sus amiguetes del PRI: los guerrilleros mexicanos refugiados en Cuba durante esos mismos años. El caso es que tan buenas relaciones entre dos dictaduras diametralmente opuestas, como serán más tarde las económicas y diplomáticas de Fidel con el régimen militar de Videla en Argentina, no dejan de ser un misterio.

Otros que no se quedaron atrás en este pacto contra natura del conservadurismo con el castrismo fueron los demócratas cristianos de Sudamérica, concretamente los chilenos, quienes según testimonios personales que he recibido, no tuvieron reparos en dar la espalda y llamar “gusano” a cierto amigo. No le he pedido permiso para revelar su nombre. Lo cierto es que, en los sesenta, el hombre intentó llevarle a la democracia cristiana en Chile un mensaje de alarma y la petición de solidaridad de sus correligionarios perseguidos en Cuba. No tuvo éxito.

Tal vez creyeron que, perdonando sus excesos, aquella Revolución, les serviría de bastión a nuestros tradicionalistas para reivindicar a las viejas glorias de la hispanoamericanidad, fragmentada y pisoteada desde hacía más de un siglo.

Lo que hoy sospecho es que han sido los mismos enemigos de esa identidad, y no solo la “ayuda solidaria y desinteresada” de la extinta URSS, los que le han permitido al afamado proceso cubano sobrevivir a sus mecenas soviéticos y extenderse no sabemos hasta cuándo. Eso se ha hecho corrompiendo y negando, con la complicidad de su inamovible liderazgo, todos y cada uno de los ideales de libertad y justicia con los que la tal Revolución, se había vendido a la opinión pública mundial desde su primer disparo.

El tema de la identidad común

Tomando con pinzas críticas la creación de Milanés, podemos rescatar dentro de ella, una valiosa intuición del trovador, allí donde nos dice:

El nacimiento de un mundo se aplazó por un momento
Un breve lapso del tiempo, del universo un segundo
Sin embargo parecía que todo se iba a acabar
Con la distancia mortal que separó nuestras vidas
Realizaron la labor de desunir nuestras manos
Y a pesar de ser hermanos nos miramos con temor

Y cuando más adelante afirma;

Lo que brilla con luz propia nadie lo puede apagar
Su brillo puede alcanzar la oscuridad de otras costas
Qué pagará este pesar del tiempo que se perdió
De las vidas que costó, de las que puede costar

Lo pagará la unidad de los pueblos en cuestión
Y al que niegue esta razón la historia condenará
La historia lleva su carro y a muchos nos montará
Por encima pasará de aquel que quiera negarlo.

Muchos creyeron que el triunfo de Castro, – tras una guerra más entre hermanos de la larga lista que dejo abajo-, contribuiría de algún modo a levantar de sus hinojos al gigante hispanoamericano arrodillado. Más cuando el primer libro de la colección Biblioteca del Pueblo, editado por la Imprenta nacional, que funda el flamante gobierno revolucionario el 31 de marzo de 1959, fue, precisamente; “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes. De esa manera se facilitaba el acceso de la mayoría a una obra en cuatro tomos, rescrita para ser entendida por el lector común, pero acompañada con las ilustraciones clásicas de Gustavo Doré y del vanguardista español Pablo Picasso.

A la medida mencionada habría que sumar la campaña de alfabetización, -cuyas intenciones de adoctrinamiento olvidan quienes hoy la importan desde Cuba-, a la estatalización y luego ampliación de centros de enseñanza (con iguales fines ideológicos y propagandísticos) o la creación en 1960 del Premio Casa de Las Américas, llamado originalmente Concurso Literario Hispanoamericano. Sonaba bonito, ¿no?

En 1962 la Imprenta Nacional se convierte en Editora Nacional de Cuba, surgiendo las editoriales Universitaria, Pedagógica, Juvenil y Política como parte de esa reorganización. Asimismo, junto a pequeñas editoriales privadas, heredadas del capitalismo y que sobrevivieron hasta la ofensiva revolucionaria de 1968, aparecieron otras**, más o menos poderosas, como Ediciones R, vinculada al periódico Revolución (trinchera de resistencia frente a la aculturación soviética), la Editorial de la Casa de las Américas, el sello editorial Unión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba o Ediciones El Puente.

Como demuestran algunos libros publicados por estas editoriales, que con el tiempo terminarían censurados, aquellas gozaban de cierta independencia y amplitud temática, al menos si se comparaban con sus homólogas del denominado socialismo real.

Los editores sólo tenían que atenerse a lo que Castro había estipulado para los intelectuales de su país: “Con la revolución todo contra la revolución nada”. Así se expresaba “el comandante” en un discurso pronunciado como conclusión de las reuniones que mantuvo con una representación de la intelectualidad cubana, en la Biblioteca Nacional, durante los días16, 23 y 30 de junio de 1961. Un evento, del que, con motivo de su aniversario, se ha estado escribiendo mucho en estos días en la isla; tanto en la prensa oficialista, como en medios opositores, o en sitios más o menos independientes pero no ,extremadamente disidentes como La Joven Cuba.

El problema era y sigue siendo que, al igual que nuestras fronteras, los límites de la Revolución cubana, siempre han sido convencionales. Se mueven permanentemente y a voluntad de una camarilla gobernante que no rinde cuentas a nadie.

Por políticas como aquellas, por ciertas gratuidades y otras campañas impulsadas desde el “estado de nuevo tipo”, como por ejemplo la primera etapa de la Reforma Agraria, destinada en principio a multiplicar la pequeña propiedad en el campo, a la que le cantó hasta la futura exiliada Celia Cruz, es que hubo tanta confianza, dentro y fuera de Cuba, en el triunfo del castrismo. Luego nos cuesta entender, quizás por lo mucho que ha llovido desde entonces, cómo pudo el joven Milanés manchar su linda canción con el nombre de Fidel.

El arte de elaborar íconos revolucionarios

Las esperanzas, en la controvertida figura de Castro, venían desde mucho antes de su triunfal entrada en La Habana, en los primeros días de enero del cincuenta y nueve. Por aquel tiempo muchos veían en él, en gran medida gracias a la prensa libre cubana y norteamericana, más que al típico partisano comunista, una suerte de rebelde cristero, al que no le faltaron cruces y vírgenes entre los accesorios de su vestimenta. A lo sumo, Castro parecía, para los menos informados, sobre todo fuera de Cuba, el líder de una de esas típicas y justas revueltas campesinas que han convulsionados nuestros países a partir de sus respectivas y catastróficas independencias.

Hoy se olvida que en la Cuba de los cincuenta los batistianos, liderados por un mestizo, antiguo sargento taquígrafo, emergido de los avatares revolucionarios de los años treinta, eran contemplados como gentes de izquierda, al contrario que los fidelistas, blancos de clase media en su mayoría y seguidores del hijo de un latifundista, formado por los jesuitas, con el aura de conservadurismo que aún se asociaba a la compañía.

Para colmo, los comunistas del patio, ex aliados de Batista, sin quererlo, ayudaron a lavar la imagen de Castro cuando lo acusaron públicamente de putschista, tras el asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Al parecer todavía no habían penetrado del todo su movimiento. Y luego, con Fidel ya en el poder y unos fusilamientos sin visos de justicia de por medio, todavía el embobamiento universal con el flamante líder revolucionarios seguirá su curso por muchos años, incluso dentro del muy democrático estamento político europeo.

Che, símbolo de la unidad latinoamericana. Su verdadera cara

El fenómeno se apuntalaría por décadas, mezclando las cegueras de los que no querían ver y escuchar, con intereses económicos y por supuesto con una ejemplar propaganda. Con respecto a esta última, hay que destacar el rol de las imágenes del Che Guevara. Una figura que volvió a estar de moda a partir del 2008 con las dos películas supuestamente biográficas, pero de guion escrito en clave fidelista, dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por Benicio del Toro. El éxito de la apología fue tal que hasta hubo falangistas identificados con la virilidad del personaje, de armas tomar a la hora de defender sus ideales. Nada de extrañar en tiempos en los que ya se exaltaba el afeminamiento y la atracción por el mismo sexo, como virtud de los héroes cinematográficos.

Angiografía revolucionaria aparte; al caracter encarnado por del Toro, le falta mucho de su referente real. Allí no se descubre el matasanos que fue el Che, en todos los sentidos, ni que el argentino jamás habría despuntado como figura universal si no toca, por casualidad, la flauta de la Revolución Cubana… para su desgracia.

Por supuesto, no es esta la única vez que vemos a Guevara hecho ficción. Por ahí lo tenemos, casi convertido en un peronista en el Che que interpreta Antonio Banderas, en su encarnación de Guevara, realizada casi 10 años antes que la de Binicio del Toro para la gran Pantalla. Me refiero al rol que ha interpretado Banderas, tanto ante las cámaras como sobre las tablas, de famosa ópera rock, Evita, con música de Andrew Lloyd Webber y letras de Tim Rice. En ella la vida de la entonces esposa de Perón es tratada con las licencias propias, -por no hablar de las tergiversaciones descaradas, encubridoras y mal intencionadas-, que se toma la industria cultural anglosajona cada vez que aborda nuestra historia. 

Nada prueba que Guevara, durante los últimos tiempos de Evita, participase en las demostraciones de sus descamisados, como nos creer el rol de Banderas. Incluso se debate si por entonces “Ernestito” era neutral o como sus padres, ambos; “gorilas”. Ese era el término con el que se calificaba a quienes no comulgaban con los ideales de la Revolución Justicialista. Ya vemos de dónde sacó el castrismo la costumbre de etiquetar con nombres denigrantes a quienes se le oponen.

Sin embargo, existen indicios de que Guevara, ya lejos de su país, lamentará la caída de Perón, no tanto por éste, como por lo que su régimen significaba para Hispanoamérica. Años después, una vez triunfada la revolución en Cuba, resulta innegable el acercamiento, al menos indirecto, entre los dos argentinos.

El propio Juan Domingo Perón, obviando el comunismo establecido en Cuba, quiso cubrir con el manto de su doctrina a la revolución que allí había tenido lugar. Lo hizo, alabando públicamente a un Che que ya había sido ultimado en el intento de cubanizar a Bolivia. Lo que es evidente es que, si Ernesto Guevara se marchó de su país en 1952, como motociclista deseoso de conocer los países limítrofes, según nos cuentan libros y películas, no sería porque estaba muy interesado en participar en la revolución justicialista a la que, tres años después, en 1955, pondría puntos suspensivos un golpe de Estado.

Por lo visto, más luchar por el peronismo, al que miraba con cierto distanciamiento, lo que en verdad preocupó al joven Guevara fue: primero, defender en Guatemala, el régimen de Jacobo Árbenz, marioneta de los comunistas locales., segundo ayudar a imponer la ideología de aquellos peligrosos titiriteros en Cuba, usando como pretexto la lucha antibatistiana. No nos extrañemos de que algunos le culpen de haber convertido a Fidel al Comunismo (cosa que no creo), ni que fuese uno de los primeros miembros del gobierno revolucionario en declararse abiertamente marxista leninista.

El mismo Guevara contaba que le habían nombrado presidente del Banco Nacional por que en una reunión le pareció que Fidel Castro estaba pidiendo ‘un comunista dedicado’, y él levantó la mano. En realidad, explicaba, lo que se pedía era un economista consagrado. No sabemos si se aclaró la confusión o si se trata de un cuento de caminos. Pero de ser la historia verdadera, ella implicaría que el 26 de noviembre de 1959, cuando Fidel designa a Guevara para dirigir aquel Banco, estaba poniendo en manos del comunismo el dinero de todos los cubanos. Aunque no será hasta abril de 1961, que Castro declararía, sorpresivamente, el carácter socialista de su revolución.

Guevara, fue toda su vida un estalinista por cuenta propia; rara avis a la que no le gustaba la disciplina partidista, salvo que fuera él quien la dictara. No es de extrañar que mientras anduvo dando tumbos por el continente no se le conociera militancia política alguna. No será hasta 1965, cuando Fidel Castro refunda el Partido Comunista de Cuba, que el Che hace formalmente su ingreso en una organización de este tipo. Claro está, como parte de sus dirigentes.

Lo que si estaba claro desde mucho antes eran sus simpatías por el modelo soviético, algo a lo que contribuyó, el futuro biógrafo ruso de Fidel y Raúl; Nikolái Leónov. El ingreso de este personaje en el KGB, según fuentes rusas públicas tiene lugar en 1958. Sin embargo, todo parece indicar que trabajaba para el Comité mucho antes, por lo menos desde 1953. Fue el año en que Leónov es enviado al país de los aztecas, con el objetivo de trabajar en la embajada soviética y de realizar una pasantía en la Facultad de Filología y Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El viaje lo realiza Leonov en el buque mercante «Andrea Gritti», que toma en el puerto de Génova. En la nave hace amistad, mire usted qué casualidad, con Raúl Castro, quien ya era miembro de la sección juvenil, del  Partido Socialista Popular, nombre que por entonces tenía la organización de los comunistas cubanos. El hermano menor de Fidel venía de haber participado primero en la Conferencia Internacional de Defensa de los Derechos de la Juventud realizada en Viena, y luego, de Bucarest, en la reunión del comité organizador del IV Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que tendría lugar en Rumanía.

Será a través de Raúl que Leónov conocerá al Che en 1956. El argentino comienza a visitar al funcionario en la embajada donde recibirá de sus manos literatura soviética. De pronto Leónov se ve obligado a poner los pies en polvorosa y regresar a su país. Una de las explicaciones que se han dado sobre el repentino viaje es que el diplomático había violado los protocolos de la embajada soviética, al recibir allí la visita personal de Guevara. Al parecer los motivos fueron otros: el descubrimiento de la tarjeta del por entonces presunto agente del KGB en la billetera del «Che».  La entrada sobre Leónov en la Wikipedia en ruso dice que fue una foto. Haya sido una foto o una tarjeta, la verdad es que, si Nikolái Leónov no fuese otra cosa que un simple amigo del Che, aquello no habría sido para tanto. Por lo visto había algo más que simple interés literario.

De vuelta a su patria, Leónov comienza a trabajar de traductor en la editorial Progreso, continuando su carrera de especialista en América Latina. Pronto retomará la actividad diplomática como cobertura de sus tareas de inteligencia. En 1960 acompaña al Vicepresidente del Consejo de Ministros de la URSS A. I. Mikoyan, en su visita a Cuba. En 1963 es este mismo agente el encargado de traducir y acompañar a Fidel Castro durante su comprometido viaje a la URSS. Aquella visita era todo un gesto de reconciliación tras la crisis de los misiles, que había tenido lugar en Cuba un año antes y durante la cual Nikita pactó la solución del conflicto con Kennedy sin contar con el gobierno cubano.https://www.youtube.com/watch?v=N3Iwg2Chj8c

 Sin embargo, la fierecilla caribeña, aún no estaba del todo domada. Fidel Castro se dedicará durante casi una década a fragmentar los partidos comunistas latinoamericanos, entre aquellos que seguían la línea guerrillera y los que emulaban el reformismo socialdemócrata. El ejemplo de Guevara, tanto vivo como muerto le será de gran utilidad en la tarea. Desde entonces el espía y latinoamericanista ruso ha sido un gran defensor de las figuras de Fidel y Raúl, e incluso la del Che Guevara, pese a la caída en desgracia de la última, ante los ojos de la vieja nomenclatura soviética y por supuesto, de su intelectualidad orgánica. Lo cierto es que el desprecio entre la jerarquía soviética y Guevara terminó siendo mutuo y explícito. Algo que no le convenía al pragmático y sibilino Fidel Castro. Decepcionado con el deshielo y su crítica del estalinismo, con el uso del llamado cálculo económico como estímulo de la producción y luego con la participación del campo socialista en el intercambio desigual con el tercer mundo, el Che comenzó a coquetear con los trotskistas cubanos y terminó refugiándose en el maoísmo, cuyos seguidores en Bolivia, a diferencia de los comunistas pro-soviéticos, fueron los únicos que al final le apoyaron.

Ahora bien, la deriva ideológica guevarista no se podía adivinar el día que los Fidelistas tomaron el poder entre los cuales el Che era un comandante más. Por eso, de todas las fotos de aquel, las que más confunden e impactan son las que registran su presencia en el Madrid nacionalcatólico de 1959, acompañado de menos guardaespaldas de los que le cuidaban en La Habana de ese mismo año, recién ocupada por sus compañeros de barbas. 

Hay que decir que no fue esta la única ocasión en que Guevara pasará por Madrid. Lo hará por lo menos dos veces más, si resultan ciertos los testimonios sobre sus encuentros con Perón en la capital española. Al parecer el líder justicialista estaba en ese momento por la labor guevariana de encender la América hispana a base de guerrillas.

La primera de estas reuniones habría tenido lugar entre el 17 de marzo y 17 de abril de1964. Fue parte de un periplo realizado por el Che en Europa, aprovechando su viaje a Ginebra para representar a Cuba en la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo.

En esta ocasión Guevara se dio un salto a París, haciendo allí casi lo mismo que había hecho en el 59 en Madrid: vestirse de sí mismo, boina incluida y exhibirse provocativamente en público. Pero no fue tal estalaje que se presentará el en la casa de Perón en España. Allí el Che se apareció disfrazado de sacerdote capuchino.

La segunda visita tiene lugar en octubre de 1966, un año antes de su muerte, cuando el Che, regresando a las andadas, se le vuelve a aparecer a Perón en Madrid con el fin de hacerle una extraña petición. Ha venido a solicitarle a su antisoviético compatriota, el apoyo que le negaba el Partido Comunista de Bolivia para invadir aquel país. En esta ocasión el Che viajaba de incognito, con la cabeza rapada y gafas oscuras. Por lo visto le estaba cogiendo el gusto a eso del transformismo. Pero ni aun así consiguió que Perón, lo apoyara. El general estaba seguro de que a Guevara lo dejarían solo. Fue lo que ocurrió.

Por supuesto, si hay algo que ha brillado en Nuestra América con luz propia no ha sido aquella calva ficticia de Guevara. Mucho menos esa Revolución cubana que lleva décadas apagada, ni siquiera las que inspirándose en ella no supieron mejorarla. Lo hace en cambio el gigante encadenado que es la identidad cultural hispana, extendida desde la Patagonia a la Florida, con islas de valor en el corazón de Manhattan, o en cualquier ciudad de Canadá. Somos nosotros los que le hacemos destellar cada vez que nos seguimos expresando, no importa donde estemos, de forma oral o escrita con su poderosa lengua, la segunda más hablada sobre el planeta.

Para que esta llama no se apague, a la larga o a la corta habrá que unir las brasas hoy dispersadas. Por supuesto, si algo no puede servir de fundamento a esta necesaria unidad, es el endiosamiento de quienes, en realidad, hicieron todo por separarnos, comenzando por los llamados próceres de la independencia de siglo XIX y terminado por los afamados “revolucionarios” del XX. El paradigma humano de aquellos es ese Che que todavía se admira en el mundo entero, aunque ya comience a tirarse a broma.

El aventurero argentino terminó invadiendo a Bolivia un 7 de noviembre de 1966, sin pensar en la sangre de sus hermanos que se derramaría, y ni conocer siquiera la trampa social en la que se había metido. Los que organizaron en La Habana, aquel viaje sin retorno, no le habían contado que René Barrientos, el mandatario de Bolivia, había realizado reformas en favor del campesino. Esa era la causa de que su tropa solo encontrará desde el inicio la desidia por no decir el repudio del labrador boliviano, quien colaborará con su ejército en la búsqueda y captura de Guevara.

El guerrillero que bajó de Cuba fue ajusticiado de la misma manera en que él había matado en la Sierra Maestra unos 10 años antes: a sangre fría y sin mediación de tribunal legal alguno. Solo allí se le atribuyen 14 muertes. El Che encuentra la suya el 9 de octubre de 1967, en el Pueblecito boliviano de La Higuera. Enseguida se demostró que no les había mentido a sus captores cuando les dijo que valía más vivo que muerto, para ellos, por supuesto.

Desde su ejecución se ha santificado a Guevara con mil poemas y canciones. Una de las mejores, poéticamente hablando, es sin duda: “La canción del elegido”. Lo malo que tiene es que resulta difícil adivinar de quién está hablando su compositor, Silvio Rodríguez. Ahora se entiende por qué Platón no quiere poetas en su República: La realidad es demasiado confusa para que vengan a entreverárnosla, todavía, más, un Silvio,

 A los que nadie les ha dedicado un verso , que sepamos, es a esos, 47 soldados bolivianos, anónimos para el mundo, caídos en el enfrentamiento a las guerrillas guevaristas, inmolados en aras de una revolución meticulosamente planificada para fracasar. No es para menos cuando se sabe, Jeanine Áñez, la presidenta interina de Bolivia, que se atrevió a rendirles homenaje hoy está presa, como venganza del partido en el poder, Movimiento al Socialismo.

Y ya que tocamos el tema de las canciones a Guevara, resulta imposible no traer a colación otro pecado juvenil de Pablito; la pieza que le dedicara al argentino, bajo el título dé. “Si el poeta eres tú”. Otro abuso absoluto de la licencia poética, sobre todo si tomamos su título en sentido literal.

No podemos desconocer las cualidades oratorias de Guevara, incluso cierta capacidad para el ensayo, aunque las ideas en ellos recogidas se traduzcan en desgracias humanas; lo que sería parte pragmática del texto. Pero llamar “poeta” al Che, es cometer una verdadera transgresión. Para muestra un botón; el esperpento dedicado a Fidel Castro, como un ejercicio puro y duro de culto a la personalidad. Obra reza así:

Canto a Fidel Castro

Vámonos,
ardiente profeta de la aurora,
por recónditos senderos inalámbricos,
a liberar el verde caimán que tanto amas.
Vámonos.
Derrotando afrentas con la frente

–Plena  de martianas estrellas insurrectas–
juremos lograr el triunfo o encontrar la muerte.
Cuando suene el primer disparo y se despierte,
en virginal asombro, la manigua entera,
all
í a tu lado, serenos combatientes,
nos tendrás.

Cuando tu voz derrame hacia los cuatro vientos:
Reforma Agraria, justicia, pan, libertad,
allí a tu lado, con idénticos acentos,
nos tendrás.

Y cuando se llegue al final de la jornada
(la sanitaria operación contra el tirano),
allí a tu lado, aguardando la postrer batalla,
nos tendrás.

El día que la fiera se lama el flanco herido
donde el dardo nacionalizador le dé,
allí a tu lado, con el corazón altivo,
nos tendrás.

(No pienses que puedan menguar nuestra entereza
las decoradas pulgas armadas de regalos;
perdimos un fusil, sus balas y una peña.
Nada más).

Y si en nuestro camino se interpone el hierro,
pedimos un sudario de cubanas lágrimas
para que se cubran los guerrilleros huesos
en el tránsito a la historia americana.
Nada más.

Que cosa más macabra el “poema” guerrerista de este médico, que solo pide licencia para matar o que lo maten. Parece un pandemista de nuestro tiempo. Lo interesante es como ya, escudándose en el liberal de Martí y sin mencionar a Marx el comunista sin partido, metía la cuña de “nacionalizar”. Lo irónico, es que, al parecer, fue el abandono en que le dejó su “profeta de la aurora” uno de los factores que más contribuyeron al trágico destino del Che en Bolivia. Por lo menos así lo sugería su subordinado sobreviviente de aquella odisea y sin duda alguna mejor soldado, Daniel Alarcón Ramírez, en los testimonios que recogió Elizabeth Burgos para el libro Memorias de un soldado cubano, de 1997.

 Lo mismo ha asegurado general boliviano, que capturó a Guevara; Gary Prado Salmón, quien, afirmó que la cúpula del partido comunista de Cuba había mandado al argentino morir a su país para que no molestara más.

En cuando a Pablo y su canción a Guevara, considero que pocas veces se derrochó tanto talento poético. La creatividad gastada por el canta autor en esa canción es digna de una mejor causa. Por ejemplo, la de los 4000 alzados que se cree participaron en la guerra civil de Cuba; entre 1960 y 1965.

Aquellos hombres no solo fueron combatidos, bajo la experta asesoría soviética en aplastar partidas anticomunistas y por las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el nuevo ejército de Cuba, que ahora no vendía sus derrotas a la guerrilla como si hizo el de la república. En el peinado completo de sabanas y montañas, lo que nunca se aplicó contra Castro, también participó la policía, y una enorme milicia a las que ingresaron los miles de fidelistas de última hora, ansiosos de cazar a aquellos luchadores desabastecidos, hambrientos y mal armados, como vía para suplir los méritos que les faltaban como revolucionarios, por no haberse atrevido a combatir contra las tropas de Batistas antes del 59. Por si fuera poco, a la llamada “lucha contra bandidos”, se incorporan cientos de latinoamericanos como parte del entrenamiento que les daba el gobierno cubano antes de enviarlos a matar y morir desestabilizando a sus propios gobiernos fuesen o no dictatoriales.

Paradójicamente los alzados contra el comunismo en Cuba y los que con Guevara quisieron llevar ese mismo sistema a Bolivia, cometieron el mismo error. El foquismo solo funciona si tienes un aliado mayor, sobre todo dentro del ejército enemigo

La llamada Nueva trova se irá de la escena debiéndole una canción a aquellos mártires…o no. Al menos para Pablito, todavía no es demasiado tarde.

Por el momento, no son aquellos rebeldes, que, si estaban intentando “liberar al verde Caimán”, como acribia con tan poca originalidad Guevara, a quienes vemos en el panteón de héroes, latinoamericanos, construidos por la prensa y las industrias culturales. El mejor antídoto contra tanto desastre es la historia, pero la verdadera, la que no se aprende en la escuela, ni en esas universidades, o editoriales, que a fuerza de repetir convierten en “realidad” el mito fundacional de los estados que hoy nos separan.

Otros conflictos. otras desuniones

Creemos saber algo de cómo se perdió la parte norte de México, prácticamente regalada por sus gobernantes a un puñado de forajidos y soldados imberbes norteamericanos. Ni siquiera sirvió para detenerla el hecho de que tantos y bravos irlandeses, por la comunión de su fe, se pasaran al bando de los “católicos” combatiendo en el batallón de San Patricio.

En lo que nunca pensamos en el mismo desguazadero que, sin la necesidad de que hubiera “gringos”, al menos directamente, se armó en el sur a aquel estado gigante. Jamás nos contaran de verdaderos tejes y manejes que desencadenaron, por ejemplo, la injustificada guerra de Ochomogo. Con ella los liberales de la provincia de Costa Rica, enfrentados en guerra civil con sus mismos paisanos, consiguieron secesionarse del imperio mexicano: el heredero del portentoso y hasta entonces invencible virreinato de Nueva España. Ese momento determinante de su pasado es algo que en el manual de historia del alumno “tico” se le narra como un conflicto entre los “imperialistas” (con lo mal que esto suena) y los “republicanos”, de los que no se dirá, que, más que interesados en la libertad que la palabra república sugiere, andaban montando una oligarquía local presta a someterse a otros poderes allende el mar.

Por supuesto que el maestro no profundiza en las verdaderas razones de fratricidio, ni del que se continuará en las innumerables guerritas que a lo largo de la historia han unido y separado a las republiquitas ex mexicanas de Centro América costa de tanta sangre inútil derramada

Una historia que se repetirá, como calcada, en el sur del continente.

Para entender nuestro presente fragmentado, tenemos que conocer el pasado. La forma más simple sería listando las guerras iniciadas por el liberalismo y continuadas por el comunismo (del que algo ya hemos abordado) y su engendro el narcoterrorismo. Este último hoy encaramándose al poder, lo mismo en Colombia que en Perú, por los mecanismos sembrados por aquellos liberales. En resumen, enumerando las maneras concretas y sangrientas en las que como diría el cantautor con su alto vuelo poético: “el nacimiento de un mundo se aplazó por un momento”, en este caso el de una hispano americanidad que se salvaba de la madre entregada por el borbonato a Francia, e intentaba echar a andar por cuenta propia.

Desgraciadamente. aún gateaba ese mundo, cuando los conflictos armados, desatados por los mismos que decían haberlo liberado, comenzaron a descuartizar el cuerpo gigantesco de aquella parte de la nación española, como se nos definía en la Constitución de Cádiz de 1812, que vivía en este hemisferio. Sus pedazos terminaron dispersos y congelados en esa pseudo republiquitas donde se envenena al ciudadano desde la escuela con el chauvinismo más estúpido que puede haber; ese de “aldeano vanidoso” con el que un hispanoamericano aprende a despreciar u odiar a su hermano. Esa es la fuente de tanta pelea latente que aún nos separa.

Así estamos todavía. Que, si Nicaragua le reclama a Costa Rica, la isla Calero, en el delta del río San Juan, diciendo que le pertenece, y lo mismo con Colombia por el viejo litigio con que los nicas le reclaman a los colombianos la soberanía sobre el archipiélago de San Andrés y Providencias. Que si la interminable disputa fronteriza entre El salvador y Honduras hizo estallar a fines de los sesenta la famosa Guerra del Fútbol, donde bastaron sus cuatro días para provocar 2 mil muertos. Y aunque La Corte Internacional de Justicia de La Haya “resolvió” la bronca entregando dos tercios del territorio en disputa a Honduras, se le olvidó incluir la isla de Conejo en el Golfo de Fonseca que hoy los hondureños mantienen ocupados por la fuerza mientras el Salvador las reivindica. Que si se mantiene la disputa entre Chile y Perú por una zona marítima de 35.000 kilómetros. Que si Bolivia le reclama a Chile acceso al Océano Pacífico perdido en la guerra sin sentido de 1879. Que, si Colombia mantiene un diferendo con Venezuela por la delimitación marítima en el área de la Guajira*** Que si esto que si lo otro, etc., etc., etc.

Soluciones

Todos estos conflictos y dictaduras, de la que arriba hemos hablado, no se solucionarán pensando en una utopía futura, si no rescatando una edad de oro que ya hemos experimentado, para la que nos sobran conocimientos y recursos en nuestro ADN cultural. Para regresar allí habrá que borrar esas fronteras físicas y mentales con las que se tejió la malla que nos atrapa. Y si en alguna región un tirano loco se empeñara en oprimir a su población, allí acudiríamos todos a ponerle remedio, si pensar que es un problema, a del otro. No como curre a hora que, con el cuento de la soberanía, miramos impávidamente como se puede masacrar a una parte de nuestra grande nación

Para comenzar a buscar las raíces de tanto mal, no hay que romperse la cabeza, ni ir a la biblioteca indagando en cientos de libros. El trabajo duro viene después, pero para empezar tenemos la no por denostada a veces útil Wikipedia, que nos ofrece una buena lista de aquellas guerras con las que se tejieron esas inútiles fronteras y no solo de ellas, sino también de los conflictos que ensangrentaban a la famosa Pacha Mama, antes de que la simiente del viejo mundo le hiciera parir un nuevo pueblo, bendecido por casi tres siglos de pax hispana. Un estado de gracia que solo se interrumpía en nuestros litorales por las incursiones criminales y bárbaras, de piratas, corsarios y hasta ejércitos de las potencias europeas que solíamos derrotar. Eran las mismas que antaño nos envidiaban, y que hoy admiramos, y hasta añoramos un mundo paralelo e inexistente donde habríamos sido colonizados por ellas, sin razón alguna y con la baba que gotea. Ellas y sus banderas también aparecen en la lista que aquí les dejo.

Conozcamos una a una aquellas guerras, que parieron lo que nos separa, profundicemos más adelante en sus verdaderas causas, descubriendo a quienes desde adentro y desde afuera, se entregaron a la labor de, como diría el trovador cubano:” desunir nuestras manos”.

Luego, sabiendo quien es el enemigo, pasémosle por arriba a los políticos que hoy nos desgobiernan, sean de izquierda o derecha, e iniciemos la gran confederación hispana, donde se igualen, sin pueriles supremacismos, ni metrópolis, a los multicoloridos hablantes de nuestra lengua en el mundo. Sean aquellos de las Américas, o de África, de allá donde viven esos guineanos y saharauis cuyo idioma español los hace parte nuestra, incluso, esos marroquíes que aprenden en las calles un castellano que ya quisieran no pocos de los nuestros saber hablar. Hagámoslo sin olvidarnos de Asia. Porque tan nuestro es el filipino que se expresa en chabacano (lo único que sobrevivió al genocidio físico y cultural de la de le des hispanización de aquellas islas) como el judío sefardita que, asentado países árabes o en los territorios del antiguo imperio otomano, conserva casi pura la lengua de nuestros antepasados, no importa que la llamen “ladino”.

Y por supuesto, rescatemos todo los que nos pertenece de esa matria que es Iberia; la Hispania de los Romanos: Unámonos con en ella, hablen nuestro idioma incluyendo a los bilingües. Sumemos incluso, a esos clones nuestros que son los portugueses, gente valiente que supo diseminar su forma de cuatro confines de la tierra, como hicieran sus pares castellano-aragoneses ayudados de grandes marinos y capitanes, vascos, catalanes e italianos; a lo que el español también les pertenece.

En resumen, reconquistemos ese enorme territorio que, por “derecho” de historia, lengua y cultura, nos pertenece y frente a cuál, el de por sí ambicioso reclamo que hace Milanés en su “Una Canción Por la Unidad Latinoamericana” solo languidece.

Nota:

   *ABC: Lojendio: el embajador que se subió a las barbas de Fidel

   **Cervantes Virtual: La edición en Cuba

***BBC: Los conflictos territoriales en América Latina

Total Page Visits: 249 - Today Page Visits: 2