Patria y vida

Patria y vida

Polvo o paja

Por Juan Carlos Recio Martínez

Aquella frase en Elpidio Valdés: «Mambises, ¡bestias!, no tiréis con ventanas» es una recreación de lo que desde hace mucho el imaginario de esperanza del cubano, lo hizo parte de su ansia de sacar la cabeza ante la asfixia, ese poner, el protagonista contrario para que quedara en boca del personaje enemigo, pero, con sentido precisamente contrario. Se trataba de denunciar que todas las medidas impopulares y todas las situaciones de penurias, eran constantes y cotidianas del fastidio. Tales situaciones siempre han sido, «ejercicios de mortificaciones públicas». 

Si dejamos atrás este imaginario popular, hasta Pánfilo, nuestro héroe de la calle, su expresión genuina de ¡Jama! es otra interpretación del mismo estilo para usar connotaciones que salen, de lo que por años, se aceptó oficialmente como lenguaje de pueblo. Y si volvemos a saltar, ocurre que la nueva etapa toma, fuera de cualquier imaginario, una acción severa ante la asfixia más espeluznante, que tiene al único protagonista real, el personaje insuperable ahora mismo, el pueblo cubano.

Él, el pueblo, ha tomado acción de pasar del imaginario disidente a un posicionamiento natural y orgánico de esa disidencia y es irreversible. Protagónico de lo que pueda significar con creces, devolver por rebeldía, los años de aguantar todas las más duras mortificaciones que sin límites, y repetidas, lo convierten ahora, en su mejor arma. 

Cuando hace poco dos personas de Marianao se burlaron ante las cámaras de televisión de la prensa oficialista: «Marianao está muy bueno…» se unieron en ese acto de defensa, el humor más auténtico y el rol invertido de las víctimas que ejercen con gran peso de mortificación su necesidad de sacar la cabeza de ese hoyo de censura obligatoria que por demasiado tiempo, los mantuvo en la raya y con toda contención de ira y descontento. 

El 11J, como el Maleconazo, son los principales ejemplos de que la asfixia te lleva inevitablemente a la calle. Ningún ejército o altas condenas pueden detener a un personaje de tamaña naturaleza como el pueblo cubano, ahora mismo. Y pareciera que la fase de mortificar al que te mortifica, en devolución de partes, puede tomar un giro impredecible hacia la violencia.

Casualidad, negligencia por accidente o sabotaje, son especulaciones o afirmaciones que el mismo personaje del pueblo se encargará de mostrar.

Cuando te someten mediante represión de fuerza y vigilancia bruta, y tu pensamiento termina convertido en descalificar tu opinión, los resultados son siempre, el mismo uso de esa fuerza por todos los orificios donde el personaje sienta que pueda actuar.

Cuando era niño y me obligaban a leer, algunos libros que no eran infantiles eran infantilones, ese acto desobediente me obligó a buscar otras lecturas que no estaban a mano. Algunos hombres que aceptaron desde pequeños la lectura simplona se convirtieron de grandes en personajes que intentan justificar el más bajo nivel de bulling y lo hacen con una supuesta premisa de lo «grotesco implausible» que indicaría es, solamente una actuación para mortificar públicamente, a todo aquel que le confiera desde su desconfianza, una categoría de acecho. Ya aquí, no es presencia de un ideario imaginativo, es una degeneración del choteo más ramplón, como si todo el tiempo su cerebro necesitara evacuar por incontinencia nerviosa, al estilo de tibor o platanal de Bartolo… no son el auténtico personaje, como lo es el pueblo cubano. Aquí más bien hay una repetición calcada al estilo del cheo, que no sabe otra cosa que pasar su complejo o auto ineficacia mental, hasta niveles que van de lo ridículo a lo que solamente es el anti protagónico inorgánico. Es algo tan evidente, que no necesita ni estudio ni tiempo de crítica, el solo hecho de que él mismo se exponga de manera tan estúpida, da la idea de que por mucho tiempo más, el lavado de cerebro y las acciones más perniciosas se trasladan como virus y emigran sin soltar esas ataduras, porque también se sabe ya con claridad, que ese hombre nuevo nunca existió, era un retrógrado mental de un personaje que se acerca más al abusador que ya fue abusado con impunidad y decide meterse al policía en todas sus variantes, por lo que, toda consecuencia de lo que vemos de su exposición errática no es otra cosa que su esterilidad y «parcelamiento» mental. De ahí que la expresión fantoche, no viene de definir fantasma o fantasía, es un falso derroche de presupuestos de sabiduría, que como una máscara mortuoria tendrá el mismo final que le pasará a todos aquellos que confunden sus oportunidades de fuerza comunicativa para lo represivo, con inmunidad ante una reacción de ejercicio de criterio que con transparencia es dado por un alcance de libertad mental, que el hombre digital, lo convierte ahora mismo, en un arma de reacción natural contra todo intento de querer convertir un estado de opinión en un supuesto delito.

En ‘Vampiros en La Habana’, se toma conciencia de que el humor puede ser ambiguo, cuando se limita con la línea permisible que transgrede lo que se dejaba a conveniencia desde la autocensura para publicitar el arte.

En el caso actual del pueblo cubano, la crisis profunda, lo ha convertido en protagonista de un personaje que tiene en la sangre el veneno y el derecho de sacar ese coraje que lo libera del ahogo, muy diferente razón para provocar una reacción que devuelva tanto daño de abuso continuado.

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