Por Ediciones Exodus
En alrededor de quinientas páginas, La Máscara Negra entrega una obra de marcada vocación satírica que, desde una estructura novelada, se adentra con rigor y ferocidad en los entresijos de la vida intelectual de Playa Albina. No se trata de una simple caricatura de sus protagonistas, sino de una crítica estructural al discurso cultural que estos encarnan. Según palabras del editor, La Máscara Negra posee “un ingenio innegable, una originalidad sin precedentes, una elocuente versatilidad discursiva, un sentido del humor que no excluye la profundidad, y una notable capacidad para asignar nombres simbólicos a los comportamientos sociales más reconocibles de nuestra época”. La recepción del texto ha provocado un cisma simbólico entre las diversas agrupaciones de tertulianos literarios que frecuentan los espacios culturales de la ciudad, posicionando al autor como una figura central —y polémica— en el paisaje intelectual de la cultura albinera contemporánea.
El prólogo, firmado por el escritor Mirko Mistral, doctor en lenguas romances por la Universidad de Yale, propone una lectura filosófica del personaje central: “La Máscara Negra, figura opaca y deliberadamente ambigua, ejecuta una labor de desmontaje de la vanidad intelectual con un sable que, aunque simulado en apariencia, hiere con precisión conceptual. Algunos se burlan de la supuesta fragilidad de su arma —hecha, se dice, de latón vulgar—, pero olvidan que, como en la filosofía de Platón, la ironía puede ser más cortante que cualquier espada. En un escenario ficticio que remite al imaginario de Lorenzo García Vega, La Máscara se sitúa como una figura socrática que, más que proponer respuestas, señala la inconsistencia de quienes ‘dicen muchas cosas hermosas, pero no saben nada de lo que dicen’.”
El epílogo, redactado por Benedicto Ávila, profesor y doctor en literatura por la Universidad de Harvard, sitúa a Playa Albina: la novela de arena dentro de las corrientes más innovadoras de la narrativa contemporánea: “Este texto constituye un mapa literario inacabado, reminiscente de los antiguos trazos de Piri Reis, en el que se mezclan referencias culturales, filosóficas y literarias desde los albores de la escritura hasta los restos de la era digital. No se trata solo de una narración fragmentada, sino de una propuesta de relectura permanente. La obra dinamita la noción de estilo como unidad estética, promoviendo un tránsito constante en el que ningún registro se impone de manera definitiva. Así como no se cruza dos veces el mismo río, tampoco el lector puede permanecer idéntico ante cada página. El texto se transforma con su lectura, y nos transforma a nosotros.”
Como advertencia preliminar a esta edición, el filósofo Pedro Díaz Méndez propone una clave hermenéutica que vincula al autor con la tradición nietzscheana: “La Máscara Negra actualiza el modelo del Übermensch en clave literaria. No es tanto un personaje como un dispositivo crítico que irrumpe para desestabilizar lo que se da por establecido: lo institucional, lo académico, lo ideológico. Como figura simbólica, transgrede las normas que rigen tanto el campo literario como las relaciones sociales de Playa Albina. Su rebeldía, lejos de ser gratuita, responde a un gesto ético de confrontación con la banalidad dominante, la estética decorativa y la domesticación del lenguaje. Es un personaje trágico, no porque su destino sea funesto, sino porque está condenado a actuar en un mundo que lo repele y lo necesita a partes iguales.”
El exergo de la novela, tomado de la obra de Julio Benítez La Máscara Negra en tiempos de pandemia, funciona como una síntesis del ethos que define al protagonista:
“La Máscara Negra es heredera de la tradición nietzscheana por excelencia: del superhombre, del héroe romántico de la literatura que toma lo que le pertenece a punta de espada. Ultraja las tapias de los conventos, se roba a las monjas, profana las tumbas del cementerio, gana duelos, apuestas, y conquista a las mujeres de otros hombres para mostrar su superioridad. Pero, sobre todo, La Máscara Negra se rebela contra el status quo, la vulgaridad, la hipocresía y las normativas discursivas que reinan en la sociedad de Playa Albina.”
La repetición de este fragmento no es arbitraria, sino constitutiva del texto mismo: opera como un marco de lectura que se proyecta sobre toda la estructura narrativa. A través de ese espejo, el lector está convocado a revisar su propia posición frente a la literatura, la sátira y, sobre todo, frente al sentido de la crítica en un tiempo que parece haberla convertido en una mercancía más del mercado cultural.
Sumario
Nota del editor I
Advertencia: Palabras de Pedro Díaz Méndez para la presente edición III
Prólogo VII
Animal Farm ··························································································· 1
El arte de mentir ···················································································· 15
El libro furtivo (Simplicio Magno) ······························································· 37
El guanajo relleno y la escritura de carretilla ··········································· 55
La derecha en Playa Albina ···································································· 73
La risa sardónica ····················································································· 99
Cultura woke en Playa Albina ································································· 115
La farándula albinera ··············································································· 135
Resentimiento tertuliano ········································································· 147
Buchú, sírvete la copa rota ······································································· 169
De cómo se le inoculó el terror a Kato ························································ 189
Guerra entre poetas en Playa Albina ························································ 211
Terminator (Despingador) de Playa Albina ··············································· 229
Poetas de mermelada ·············································································· 247
Sr. Sardónico, el yerbita ··········································································· 265
Crónicas del remitente invisible ································································ 275
Dinamita en Playa Albina ········································································· 287
Una pelea cubana en Playa Albina ·························································· 307
La chinita de los tacones melcochúes ······················································ 323
Tantas razones para odiar la feria ··························································· 343
Mamerto con positividad ······································································· 365
Playa Albina y el color gris ···································································· 385
Los resentidos ······················································································ 407
Machetico contra el Increíble “Fofita” Hulk ··············································· 417
Diálogos con La Máscara Negra ······························································ 427
Diálogos entre Nietzsche y La Máscara Negra ········································· 441
Un estado de las letras ········································································· 457
Kakiana Beach ····················································································· 461
Asalto a Playa Albina por la oligarquía literaria cubana ···························· 469
Playa Albina y el Bag Boy ····································································· 477
Carta de despedida a los poetas de Playa Albina ······································ 479
Epílogo
Las arenas movedizas de Playa Albina ····················································· 481