Por Sergio Quesada
En el ámbito de las investigaciones históricas, sociales y culturales, me parece sospechoso el uso del verbo «ocultar». La afirmación de que «las verdaderas estructuras de la sociedad están ocultas» es una estrategia macabra que se utiliza para diferenciar las tareas del conocimiento en las investigaciones culturales. Sin embargo, muchas cosas que todavía no han sido investigadas no están realmente «ocultas», sino más bien «apiñadas» en un sedimento más amplio.
Estas estructuras apiñadas pueden ser visibles, pero se presentan en forma de un acordeón cerrado y sin acción musical, sin la música, el color o la respiración que les dan vida. Lo importante no es simplemente sacar a la superficie datos precisos y exponerlos en una narración literaria, sino más bien expandir la «música apiñada» que se encuentra en ellas.
Los temas y los problemas del conocimiento suelen estar ocultos en estas estructuras apiñadas, y por ello, las cronologías históricas, las efemérides y las narrativas ordenadas por causa y efecto suelen ser de escasa utilidad para comprender la vida como «tema-problema». El mejor enfoque sigue siendo definir el tema-problema y buscar nuevos temas a partir de él, lo que permitirá avanzar en el conocimiento.
Los ojos del cochero y el oído del músico no son muy diferentes del «cronólogo histórico» que posee la memoria de un Funes el memorioso y puede repetir todo lo que oye y lee, pero carece del talento para definir un tema-problema de la cultura.
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