Por Rafael Piñeiro López
Obchod Na Korze («The Shop on Main Street»-1965) ganó el premio de la Academia al mejor filme extranjero, y no por gusto. Aún en los sesenta se premiaba con cierto hálito de justicia, si es que tal cosa es posible. Y la obra de Ján Kadár y Elmar Klos triunfó sencillamente porque está muy bien estructurada técnicamente y porque posee un guión formidable, donde la comedia y el drama se conjugan en una especie de simbiosis cuasi perfecta. También porque Josef Kroner regala un performance brillante, superlativo, soberbio, jaloneando consigo a un elenco igualmente brillante, superlativo y soberbio. Y porque su final es memorable y amargo pero tierno… las razones, en realidad, son muchas, y no alcanzo a enumerarlas.
Obchod Na Korze se rodó exclusivamente en la pequeña ciudad eslovaca de Sabinov, y a pesar de haber sido supervisada y financiada por el régimen comunista de ocasión, su discurso final, su after taste artístico, adolece de la consabida ideologización con que los regímenes colectivistas permean todo, aunque también es cierto que navega en las aguas de la corrección más banal al echar mano al tema fácil y sobado del sufrimiento judío, con lo que quedar bien con unos y otros es casi un hecho.
Durante la etapa de la “arianización” de la nación, entre 1939 y 1942, el gobierno aliado del nazismo se propuso entregar los negocios de los judíos a los eslovacos, coyuntura que Kadár y Klos aprovechan para contar la historia del carpintero Tóno y de la vieja judía Rozalia, sensible y humana, aunque (y debemos reconocerlo), moldeadora de cierto estereotipo que luego se repetiría hasta el cansancio en el cine sobre la segunda conflagración, pasando por La Vita E Bella y derivados. Perteneciente a la llamada nueva ola del cine checoslovaco, la pieza estéticamente es deudora de ciertos acápites teóricos del neorrealismo italiano y del nouvelle vague más que del realismo voluntarista soviético. El mixture, claro está, es destacable.
Tú, Lazaro Cano y otras personas