Por Waldo González López
Por mi irrevocable vocación de rastreador de libros de valía, que investigan, analizan e informan la genuina Historia de Cuba —distinta y distante de la falsa, inventada y publicada en la Isla del Mal—, desde mi arribo a Miami el primero de julio del 2011, he podido engrosar la que denomino Mi Biblioteca del Exilio.
En consecuencia,mucho me alegró adquirir el primer tomo de este libro de solo 150 páginas, cuya lectura me satisfizo, pues con él pude continuar lo que, casi desde mi arribo a Miami, devino mi continua tarea: el conocimiento y divulgación de la verdadera historia de la lucha llevada a cabo desde la implantación en 1959 del maldito castrismo, que se ha valido de sus ¿historiadores? o mejor: amanuenses, para trastocar el relato de la historia de la Robolución.
Y he aquí que, tras la convincente lectura del singular volumen: Historia oculta de los crímenes de Fidel Castro —publicado por su autor en una sencilla edición de 1995— recién escribí y ahora doy a conocer, en Ego de Kaska, estas breves Notas al margen sobre un héroe de Bahía de Cochinos: Ramón Conte Hernández.
Dedicado a su madre, quien «sufrió los atropellos de los familiares visitantes de las cárceles cubanas, durante un cuarto de siglo», como a su esposa, «que perdió su hijo y su juventud, esperándome 25 años» y prologado «por los miles de mártires que han perdido su vida bajo la tiranía», a causa del mayor asesino de Latinoamérica, Historia oculta de los crímenes de Fidel Castro, constituye un magnífico testimonio sobre la criminal dictadura, en tanto nos revela verdades que muchos ignorábamos y aun ignoran en Cuba sobre las atrocidades cometidas por los Castro y su pandilla de bandidos.
Les propongo varios tópicos narrados por el autor en su «Preámbulo», que ofrecen datos de sus paupérrimos orígenes desde su nacimiento en La Habana, el 20 de Agosto de 1931.
Ya niño conoció la extrema pobreza en su cuarto-vivienda de un solar en La Habana Vieja, donde no siempre la madre tenía qué cocinar, Por ello, a los ocho años, imposibilitados sus padres de pagar el humilde cuarto que habitaban, el entonces Alcalde de la capital, Dr. Raúl García Menocal, le consigue una beca como interno en el Asilo Nacional Masónico, de Arroyo Naranjo, mientras su madre labora como doméstica en el barrio de El Vedado, donde se le permite convivir con su esposo. Al salir, casi un lustro más tarde, el ya adolescente Ramón, con apenas doce a os, inicia su vida laboral como mensajero de varias casas comerciales, con un ¿salario? de veinte centavos al mes, mientras continúa sus estudios de primaria en escuelas públicas, luego en el plantel Concepción Arenal del Centro Gallego y en el Instituto de La Habana, donde cursa el Bachillerato.
Labora, además, como mensajero de farmacia con un salario mensual de veinte pesos, ayudante de venta de carne por un sueldo de un peso diario, motorista en la Havana Electric Railway y en la Cooperativa de Ómnibus Aliados (COA), primero como cobrador de pasaje y luego como chofer. En los inicios de 1948, es reclutado por los servicios de inteligencia norteamericanos. A mediados de 1956, es elegido dirigente obrero de los choferes de la Ruta 79, de la COA y en diciembre se casa con Hilda Núñez, su pareja de siempre.
Integrante de la Brigada de Asalto 2506, desembarco en Playa Girón, Bahía de Cochinos, el 17 de abril de 1961; mas, al ser apresado, permanece 26 años en prisión. Mientras cumple la sanción, se fuga el once de agosto de 1969, permanece clandestino en La Habana por dos años y medio, a pesar del fuerte dispositivo movilizado por el régimen destinado a su captura, hasta el primero de febrero de 1972, cuando es recapturado.
Con legíitimo orgullo, afirma: «Fui el último de los prisioneros de guerra en ser puesto en libertad, el 18 de octubre de 1986, gracias a las gestiones realizadas por el senador Edward Kennedy. En los momentos de concluir la redacción de este libro (1995) y durante los siete años anteriores, me desempeño en Relaciones Públicas del Museo Histórico y la Biblioteca de la Casa de la Brigada, sede de la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos, Brigada de Asalto 2506, en Miami, Florida».
Entre otras grandes verdades que aun oculta la falaz ¿Revolución?, Conte revela no pocos de tales embustes creados por el régimen, algunos develados en este significativo volumen, como los siguientes:
Uno de los asesinos de Camilo Cienfuegos fue su propio hermano Osmani, recordado, asimismo, por ser el causante de la muerte por ahogo de numerosos combatientes de Bahía de Cochinos, en el caso de la “rastra asesina”, mientras eran trasladados de Matanzas a la Ciudad Deportiva en La Habana, para ser sometidos a juicio por el Asalto para liberar al pueblo cubano, operación fracasada por la cobarde traición del presidente demócrata Kennedy, quien luego es asesinado por un norteamericano comunista, protegido por el matón Castro, quien desde sus días universitarios, cuando portaba armas en clases, era ya conocido por sus bravuconerías, como por sus varios asesinatos cometidos. Este dato lo corroboraría al cronista una ex vecina suya, en los ‘90s, cuando vivía con su esposa en San Lázaro 860, e/e Infanta y N, a solo dos cuadras del Alma Mater. Claro que este entonces periodista cultural de Bohemia, gestionaba estos datos, so pena de ser encarcelado, bajo la guía de la divisa martiana: “En silencio ha tenido que ser”, robada al pensamiento del Apóstol por el terrorífico Ministerio del Interior y emblema del apologético programa de TV homónimo.
En su «Preámbulo», Conte narra pasajes de la vida de Castro desde 1946, «conocidos por muy pocas personas, algunas ya fallecidas. Hasta hoy dichos relatos han sido un secreto muy bien guardados». Y añade:
«Seguramente la inteligencia norteamericana negará que Castro fue uno de sus Agentes en Cuba(esa es su línea establecida en todos los casos) y, como Castro no podrá rechazar esta imputación, dirá que es “una patraña inventada por los exiliados”. Y a mí, me lanzará todo tipo de acusaciones e improperios. Algunos se dejarán engañar por el eterno mentiroso que es Fidel Castro».
En épocas pasadas —añade— también negaron sus vínculos con los servicios de inteligencia de los Estados Unidos: René Barrientos, quien llegaría a ser General de Aviación y posteriormente Presidente de Bolivia; Antonio Arguedas, teniente de la Aviación Militar y Ministro del Interior del gabinete de Barrientos; el capitán Francisco Caamaño de la Policía Militar en República Dominicana, quien, al alcanzar el grado de coronel, quiso ser Presidente de su país por un Golpe de Estado Militar y, al no recibir el apoyo de la CIA, en 1965 rompió sus vínculos con dicha agencia y promovió un levantamiento militar, apoyado por las fuerzas de izquierda procastristas; al intervenir las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, Caamaño fue enviado a la Embajada de su país en Inglaterra. Allí desapareció y, en un barco mercante, viajando anónimo, arribó a Cuba, donde recibió, de Fidel Castro y el Che Guevara, todo tipo de ayuda y meses más tarde, al frente de unos 50 hombres bien armados y entrenados, fueron transportados clandestinamente hasta las costas de Republica Dominicana, desembarcaron y, al enfrentarse en combate días después con las Fuerzas Armadas, Caamaño y varios de sus acompañantes murieron y los demás fueron apresados. Igualmente, Manuel Antonio Noriega cuando era capitán y luego general, negaba sus vínculos con los servicios de inteligencia de USA.
MÁS SOBRE EL ASESINO CASTRO
Muy bien conoció los mecanismos de la Inteligencia norteamericana, que integrara, tal consta en su hoja de vida, aseverados arriba por Conte, quien afirma: «Los hechos relacionados en este libro son vivencias personales mías; narración de protagonistas de sucesos e investigaciones de muchos años».
Y siguen los datos:
Algunos escritores, periodistas e historiadores aun hoy, en 1994, sitúan a Fidel Castro como un revolucionario idealista y proyectan su figura como un moderno Robin Hood, ¿desconociendo u ocultando? su historia a partir de 1946, desde sus tiempos de pésimo estudiante universitario y pistolero, cuando participó junto a otros, según los informes del Buró de Investigaciones de la Policía Nacional, reflejadas en las actas enviadas a los Tribunales de Justicia en cuatro atentados personales con armas de fuego en que sus víctimas resultaron muertas o heridas, como los realizados en la capital entre 1946 y 1950, contra: Leonel Gómez, Presidente de la Asociación de Estudiantes del Instituto # 1 de La Habana, quien el 12 de agosto de1946, mientras caminaba por la calle Zapata, detrás del Stadium Universitario, recibió un disparo de pistola en su espalda hecho por el asesino Fidel;
Manolo Castro, exPresidente de la Federación de Estudiantil Universitaria, asesinado en las esquinas de las calles San Rafael y Consulado, el 22 de febrero de 1948;
Oscar Fernández Caral, sargento de la Policía Universitaria, asesinato realizado en la puerta de su casa, en la calle Infanta, y Rolando Masferrer, Representante de la Cámara y Líder de la organización Movimiento Socialista Revolucionario, rival de Castro y sus amigos, atentado efectuado, próximo a sus oficinas de las calles 12 y 17, Vedado, donde el Representante resultó es por los disparos realizados contra su persona.
Además, Conte entre otros de los desmanes cometidos por el asesino, discípulo de Stalin, subraya, que Castro fue Agente de la CIA, entre marzo de 1948 y mediados de 1956. En el asalto al cuartel Moncada «ordenó pasar a cuchillo, asesinándolos, a soldados enfermos, recluidos en el hospital; durante su etapa de Comandante en Jefe guerrillero en la Sierra Maestra, ordenó fusilar a varios combatientes que se opusieron a órdenes absurdas o rechazaron la presencia de los comunistas»; en 1959, estableció el Paredón de Fusilamientos (no existente nunca antes), para los militares de Batista. A partir de 1961, incluyó, en esta draconiana medida, a los opositores a su [des]gobierno comunista y a los propios revolucionarios que habían luchado a su lado y, por último, a sus más fieles servidores por más de 30 años. Ha sido el ¿gobernante? de Cuba más cruel y de más larga duración, pues hasta este 1995, lleva 36 años ininterrumpidos en el Poder.
Y Conte hace un breve pero acertado parangón entre el canalla tropical y su maestro Joseph Stalin, quien como luego reeditaría el asesino de la Isla-Cárcel, realizará múltiples desmanes contra su patria, desde llegar al poder por las armas, sin jamás consultar a los ciudadanos, hasta crear los «Tribunales del Pueblo», como asesinar con impunidad a millones de personas, tal vestir siempre uniforme militar: el ruso, de Mariscal; el cubano, de Comandante en Jefe, por solo poner algunos ejemplos.
A pesar de que el libro contiene otros momentos de gran interés, concluyo estas Notas al margen con un último, pero no menos importante dato, que muchos suponíamos, pero solo por el magnífico volumen de Conte, lo confirmamos: el popular actor Sergio Corrieri, era alto oficial de la Dirección General de Inteligencia, al margen que asimismo Presidiera el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP).
En fin, como han constatado en estas líneas, Historia oculta de los crimenes de Fidel Castro es otro libro revelador de la infamia, el ultraje y la desidia del Carnicero de Birán, quien no solo destruyó nuestra nación, sino que influyó en el devenir sociopolítico de Latinoamérica.
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