Por Juan Carlos Recio
NOTAS
I
Homero fue un aedo griego y poeta de lo existencial con una épica que le llamo la verdadera cúspide adonde estará obligada la poesía en su regreso a la esencia gráfica y de contenido, desde un alto grado de simbiosis con el transcurso del tiempo y desde un lenguaje que trámite su veracidad como termómetro del espíritu humano.
Tirteo que escribió en “dialectos jónicos homérico” y que se le atribuía ser de muchos lugares, reorienta la poética de la emigración -tan sobre-usada-, en estos tiempos, la mayoría de las veces en panfletos o prosa inconexa; tendríamos que usar la lírica en “dialectos o formas locales del habla”, con uso orientado a ser entendidos como lenguajes universales fuera de su tiempo y geografía, sin despersonalizar los atributos de la tierra de origen, pero conociendo que la cobertura dada a la nueva tierra, nuevo tiempo, o geografía, necesita de un orden cultural que asimila las dos partes del cuerpo o mapa que estructura el discurso con el que presentamos la dualidad de lo sentimental.
De hecho los premios noveles a sorpresa son inequívocos de su uniformidad, una especie de juego macabro y deshonesto de la academia sueca, (que igual es academia), porque la criolla cubana se presta más a la blasfemia y el filtro que otra cosa que pueda otorgarle vital importancia. Y clara la sueca, anda buscando locales de intramuros para hacerlos grandes de una vez.
Para Solón y Arquíloco, desde su referente, vendría en lo contemporáneo, muy bien repasar la alquimia y el deseo, los viajes y la política en Solón, debería de servir para quienes usan su poética viajera como un entramado de asociaciones geográficas que desconocen los atributos de la cultura por donde transcurra su movida e inspirada entelequia de sucesos que si no son bien escritos, termina como esas crónicas para leer en aeropuertos y dormir flácidos en el vuelo. En el caso de Arquíloco, me recuerda al poeta Manuel Sosa de estos tiempos, sátira y amor reflexionan con buen gusto en ciertos tonos de poesía o recuentos de su epístola existencial a la que se tiene escaso o nulo acceso en ocasiones y en otras son como episodios rápidos que se disfrutan doble, si bien la referencia sería más concreta en poetas que estén ahora mismo en ebullición constante, lo cierto que la no aceptación o el rechazo social ya no en Sosa, en Arquíloco, pudiera venir asociado al temor de la abundante cosecha de mala poesía que abruma en estos tiempos a falta de un criterio de auto reconocimiento de la falla de origen y la nula conversación sobre el tema entre adictos y malos escritores sobre el tema, que evitaría futuras catástrofes, síquicamente demostrables como el efecto secundario de una amplia gama de la música urbana y otras que han deformado el gusto a favor de una banalidad peligrosa a extremos. Y sinceramente sin muchas comparaciones a buena parte de la poesía de poetas que no le dan importancia a sus lecturas y solo quieren publicar en cualquier editora que les acepte ese momento donde suponen han inmortalizado su nefasta obra. Aquí vendría bien decir, que la envidia y la incomprensión por quienes se atreven a desafiar a esa mayoría del mal gusto y la mala cosecha, trae los graves silencios que se le otorgan a las obras de calidad, versus los trabajos serios en referencia a la selección atinada de autores que representen la esencia de lo que trasciende como obra atemporal. Atreverse a alzar la voz viene acompañada de la pedrada del silencio o el rechazo enconado sobre una actitud útil para compensar el ataque excesivo de esas obras que necesitan mano dura y taller de escritura.
Safo es para las mujeres, lo que yo denomino intervención de la lírica en favor de todas las corrientes y variables del amor, sin caer en esa poética basura que tiene a muchas poetas en la bobería ramplona del oído dulzón y lo desechable como obra legítima, que no lo es.
De las contemporáneas como Legna Rodríguez Iglesias, Rosie Inguanzo (entre otras muchas mujeres que saben), tienen esa puesta en escena orgánica que rompe los parámetros con los que se hace buena literatura sin mostrarse domesticada en aquello de la sintaxis sobre la letra-tranca o el caos de paténtales de lo angelical, en un mundo violento, incluso para amar, lo que dice de la corriente femenina de la poética de escribir como un hombre mujer y viceversa para que nadie venga a bailarles el trompo en su casa, es que no explica o reniega la poética Safo, imprescindible para que la entereza de exponer su alimento contenido, se manifieste en lo que tiene la autenticidad de lo que no se auto amordaza en discursos correctivos o simulacros de supuesta benevolencia social para pasar la censura con buenos acordes. Las poetas mencionadas arriba, merecen el aplauso.
Pindárico, (como decía un amigo cuando salvaba alguna vaca sagrada de la literatura cubana que de verdad lo fuera), sirve para que los que ya se consideran clásicos e universales, recojan las hamacas donde las curvas de su espaldas ya dejaron de ser gracias espontáneas de una pose que cierta moda o estudios mal hechos, llevaron al susodicho, a tales aceptaciones de sus estatus de la ridiculez, de hecho se evitaría ese largo currículum, que obligan a quienes se pronuncian a su favor, en un preámbulo que necesita más páginas de las que algunas narradores cubanos contemporáneos tienen en su récord, donde sin decir nada, transcurren kilómetros de “escena narrativa” para dar descripción de un hecho que se diluye en palabrerías, exacto al cúmulo de obras que el tiempo se encargará de desaparecer, porque el nombre y la adulación por suerte, no son garantías de esas corales voces, vacías, que a diferencia de Píndaro tuvo sus odas triunfales por la naturaleza de la fuerza empírica y el conocimiento de lo que contiene la grandeza de una obra que garantiza su estado de eternidad. Escuchen vacas sagradas!
Nos ocuparemos en la segunda parte de la tragedia con otros poetas que pudieran servir para quienes atraviesan esos períodos de ataques de su bipolaridad y mezclan con desaciertos grotescos el teatro, la música y la poesía, como traidores de esa cátedra, a la que supuestamente estudiaron en sus formaciones, para sustituirlas por estos episodios incongruentes de lentejuelas y alfombras con vítores, que viene como palangana fantasmagórica de aquel Anton Chéjov que en acciones indirectas mostraba un atajo de sus incongruencias y manejos para convertir el revés en victoria.
continuará…