No soy un renegado

Por: Roberto Gómez

La primera vez que me vi me sorprendió un poco mi presencia, al parecer noté mi asombro y me pregunté a mi mismo: Qué esperabas?

Sonreí al escuchar de mis labios la pregunta, para luego asentirme con mi callada admisión … ¿Qué esperaba? La calvicie se veía venir desde mis treinta, la insistencia al uso de gorras pudo tener algo que ver con el asunto, aunque en realidad tuve un abuelo que padeció de lo mismo; dicen que es hereditario. En cuanto a la desproporcionada barriga (en realidad todo mi ser es desproporcionado), debo decir que mi dieta es tan irregular como mis horarios cerveceros. Añádele a eso la poca costumbre del necesario ejercicio, y ya casi podría justificar mi figura.

Ahora, después de hacer el intento de vindicar lo que veo, me doy cuenta de lo trivial de mis argumentos. ¿Qué he de decir? Jamás me mentiría a mi mismo.

Tal vez debería hacer hincapié en mi espíritu, intentar desviar la atención de lo físico… (ahora soy yo quien me mira anonadado). De veraz vas a intentar el retrospectivo viaje?… me pregunto con desconfianza.

¿Por qué no?. ¡Tampoco he sido un renegado!

Déjame decirte algo: llevo casado treinta y tres años con la misma mujer, nunca se ha ido, ni siquiera ahora que me veo con mi calvicie, mi barriga y mi cuerpo desproporcionado. He tratado de ser un buen padre y ahora creo haberme adentrado en este trajín de abuelo con un poco de éxito y optimismo. Yo pienso que no debería juzgarme tan duramente, después de todo, yo soy mi resultado.

¿Tú sabes lo qué más me achaco?

-El tiempo perdido – me dije sin darme tiempo a responderme. ¿Te acuerdas aquella vez que te creíste patriota?

¡Coño! ¡No me lo recuerdes! Me duró un poco la osadía, más ya me he despertado. Esa me la tengo que perdonar.

¡Por supuesto! ¡Olvidado está el asunto!

A decir verdad, yo también podría reprocharme … mejor me callo. Ya estoy viejo.

– No, por favor, dime lo que pienso.

-Espero que no creas que lo digo por desquite más he perdido un poco la aventura. Ya no leo y, el reclinable es mi mejor amigo.

¡No jodas! ¿Por qué lo dices? ¿Por experiencia propia?

¡Tú de joven no fuiste muy activo!

¡Sabía que me molestaría!…molestarme?

No lo creo, en realidad esperaba mi riposta. Y ahí llega el sarcasmo … ya me extrañaba no lo hubiésemos usado! ¿Sabes qué? ¡Al carajo!!!

¡Al carajo, calvo de mierda!!! ¡Ahí nos vemos-!

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