Por Modesto Larduet

A principios del siglo XX, el filósofo Helmuth Plessner añadió una nota antropológica al ser-obscuro-y-perforado-por-ahora al describir la posición del «hombre» como intrínsecamente «excéntrica»: «él» o «ella» estaba, según él, siempre posicionado. En plena vigilancia. Se le llama «cinismo de amistad». No son amigos, pero comparte la vigilancia. Este cinismo ocurre con frecuencia entre grupos de opositores y la alta jerarquía del poder. En la antigua Babilonia el faraón estableció la sentencia que nos llega hasta hoy: «nadie es amigo de nadie». Huelga hablar del interés.
Reflexivamente «al lado de uno mismo», porque él y ella no sólo están dotados de la visión panorámica de su entorno, sino que, al ver, también se notan a sí mismos como los que son vistos. Los antropólogos contemporáneos del comportamiento lo complementan con esta simple observación: «uno se mantiene mejor cuando es observado».
En la China contemporánea, las ideas de la teosofía egipcia y occidental se experimentan a gran escala en la técnica social y la política moral. El guion integra a cada individuo, como actor o actriz, en el drama de la sociedad armoniosa. O bien desempeña el papel de buen camarada o de camarada ejemplar, o bien llama la atención por salirse del papel.
El estado de vigilancia electrónica se eleva a la categoría de crítica literaria total al enviar a cada actor y actriz al purgatorio del juicio individual. La vigilancia digital promete completar lo que los sistemas de espionaje estatal y los incentivos a los denunciantes han buscado en el pasado, ya sea en el «Estado de Dios» de Ginebra, en la Unión Soviética o en la República Democrática Alemana. Hay que decir, sin embargo, que China está reviviendo su vieja tradición de auto espionaje, bajo la retórica paleocomunista, métodos que se remontan a la época de los emperadores y sus informadores místicos.
El modo de ser faraónico es el primer modo de lo que Robert Musil llamó «la utopía de la vida motivada». En ella, el riesgo de la falta de sentido se pone fuera de juego. En el Reino Medio, considerado por los egiptólogos como una época de estado autoritario y policial, los sacerdotes diferenciaban la tesis fobocrática de que los dioses observadores serían los portadores del exceso de atención para muchos, si no todos, los mortales. El dios-rey supervisor es, pues, el primero cuyo modelo se utiliza para transmitir a las innumerables personas que viven por sí mismas la doctrina de que sus acciones carecen menos de sentido, a los ojos de los cuerpos celestes, que las de aquellas personas que su-ponen que no son observadas. Como Dios es incapaz de olvidar algo, pero tiene la capacidad de perdonar.