Por Anonymous
La relativización del castrismo promovida por el discurso cultural oficialista de La Habana ha mutado desde un “lenguaje de combate posicional” hacia un metarrelato que intenta apropiarse del lenguaje rival, del modus operandis conversacional del “enemigo”. Y ha dado resultado. Les explico.
Resulta que una escritora cubana que cumple “misión” en alguna nación latinoamericana ha enviado al consejo de dirección de Signum Nous un poemario de exquisito gusto y buen oficio, con la intención de que fuera publicado bajo nuestro sello. La política editorial que nosotros privilegiamos antepone la calidad de la obra sobre cualquier otra consideración, pero también toma en cuenta un elemento “ético” o “moral” concerniente al tema de la validación de los regímenes totalitarios por parte de los creadores.
Entiéndase, no discriminamos en términos ideológicos a nadie. Por ejemplo, escritores cubanos residentes en Cuba tienen las puertas de nuestro proyecto abiertas siempre que no hayan comulgado de manera pública y prístina con el castrismo de la isla. Pero al mismo tiempo, incluso aunque no se identifiquen de manera directa con las políticas del régimen, no podemos aceptar a aquellos creadores que ocupan posiciones directivas o “dirigenciales” en las organizaciones culturales de la dictadura.
La poetisa que nos envió su libro es vicepresidenta provincial de la UNEAC en algún rincón de la isla. Nuestra negativa a publicarle no se trata de una vendetta personal. Simplemente, responde, como ya había explicado antes, a una posición de principios que compartimos los miembros del Consejo de Dirección.
La respuesta de la hasta entonces muy amable y dispuesta colega regresó cargada en ira, acusándonos de ser intolerantes y antidemocráticos y anticubanos. Nos comparó a la dirigencia castrista, esa que ella misma representa y defiende desde su puesto de comisaria cultural. Por ello les hablaba de la forma “misteriosa” en que ha mutado el discurso de barricada, de los que banalizan al horror, de aquellos que relativizan al castrismo, acusando al resto de los mismos pecados que defienden.
Así como nos oponemos a la politización del discurso cultural, hecho frecuentísimo en ambas orillas, también nos negamos a la “victoria de los villanos” en toda la extensión de la palabra. Signum Nous es un proyecto inclusivo desde el rigor, y también desde la ética. Cualquier fenómeno que traspase ambas consideraciones, no puede simplemente trascender dentro de nuestro proyecto. Es una regla simple que nos hemos propuesto y que abarca mucho más allá de la mera cuestión de las ideologías. Ya nos referiremos a ello de manera colegiada, y no desde una tribuna personalista como esta, en días venideros. A todos muchas gracias por aguantar la trova.